La calidad del aire en una oficina puede tener un impacto significativo en la función cognitiva de los empleados, incluidos los tiempos de respuesta y la capacidad de concentración, y también puede afectar a su productividad, según una nueva investigación dirigida por la T.H. Chan School of Public Health, de la Universidad de Harvard (Estados Unidos).
El estudio, de un año de duración, que incluyó a participantes en oficinas de seis países que trabajaban en diversos campos, como la ingeniería, la inversión inmobiliaria, la arquitectura y la tecnología, descubrió que el aumento de las concentraciones de partículas finas (PM2,5) y la disminución de los índices de ventilación (medidos utilizando los niveles de dióxido de carbono como indicador) se asociaban con tiempos de respuesta más lentos y una menor precisión en una serie de pruebas cognitivas. Así, los investigadores señalaron que observaron un deterioro de la función cognitiva en concentraciones de PM2,5 y CO2 que son habituales en los ambientes interiores.
"Nuestro estudio se suma a la evidencia emergente de que la contaminación del aire tiene un impacto en nuestro cerebro. Los resultados muestran que los aumentos de los niveles de PM2,5 se asociaron con reducciones agudas de la función cognitiva. Es la primera vez que observamos estos efectos a corto plazo entre los adultos más jóvenes", ha expresado el investigador José Guillermo Cedeño Laurent, del Departamento de Salud Ambiental y autor principal del estudio. "El estudio también confirmó cómo los bajos índices de ventilación afectan negativamente a la función cognitiva y, en general, el estudio sugiere que la mala calidad del aire interior afecta a la salud y a la productividad mucho más de lo que entendíamos hasta ahora", ha asegurado el experto.
De hecho, cada vez son más las investigaciones que demuestran que la contaminación del aire interior y exterior disminuye la función cognitiva. Aunque es bien sabido que los contaminantes del aire, como las PM2,5, pueden penetrar en los ambientes interiores, pocos estudios se han centrado en cómo la exposición a las PM2,5 en interiores y las tasas de ventilación del aire exterior afectan a la cognición. Cedeño-Laurent ha señalado que se trata de un área de investigación especialmente importante dado el alto porcentaje de tiempo que las personas pasan en interiores, especialmente los trabajadores de oficina.
Para comprender mejor el problema, el equipo de investigación reclutó a más de 300 oficinistas en ciudades de China, India, México, Tailandia, Reino Unido y Estados Unidos. Todos los participantes tenían entre 18 y 65 años, trabajaban al menos tres días a la semana en un edificio de oficinas y tenían un puesto de trabajo permanente dentro de la oficina. El espacio de trabajo de cada participante estaba equipado con un sensor ambiental que controlaba en tiempo real las concentraciones de PM2,5 y CO2, así como la temperatura y la humedad relativa. Además, cada participante tenía una aplicación diseñada a medida en sus teléfonos a través de la cual se podían administrar pruebas cognitivas y encuestas.
A los participantes en el estudio se les pedía que participaran en las pruebas y encuestas a horas preestablecidas o cuando los sensores ambientales detectaban niveles de PM2,5 y CO2 que estaban por debajo o superaban ciertos umbrales. Se administraron dos tipos de pruebas, una requería que los empleados identificaran correctamente el color de las palabras mostradas y se utilizaba para evaluar la velocidad cognitiva y el control inhibitorio, es decir, la capacidad de concentrarse en los estímulos relevantes cuando también hay estímulos irrelevantes. La segunda prueba consistía en preguntas de aritmética básica y se utilizó para evaluar la velocidad cognitiva y la memoria de trabajo.
El estudio descubrió que los tiempos de respuesta en la prueba basada en los colores eran más lentos a medida que aumentaban los niveles de PM2,5 y CO2. También descubrieron que la precisión en la prueba basada en los colores se veía afectada por los niveles de PM2,5 y CO2. En el caso de la prueba aritmética, el estudio descubrió que los aumentos de CO2, pero no de PM2,5, se asociaban a tiempos de respuesta más lentos. Sin embargo, a medida que aumentaban las concentraciones de ambos contaminantes, los participantes completaban menos preguntas correctamente en el tiempo de prueba asignado.
"El mundo está centrado, con razón, en el COVID-19, y estrategias como la mejora de la ventilación y la filtración son fundamentales para frenar la transmisión de enfermedades infecciosas en el interior", ha comentado el investigador Joseph Allen, profesor asociado de evaluación de la exposición de la ciencia y autor principal del estudio. "Nuestra investigación constata sistemáticamente que la propuesta de valor de estas estrategias se extiende a la función cognitiva y la productividad de los trabajadores, lo que hace que los edificios saludables sean fundamentales para la salud pública y la estrategia empresarial en el futuro".