El Euribor, el índice de referencia más utilizado para las hipotecas variables en España, ha cerrado el mes de noviembre en el 4,16% y todavía se mantiene al alza. Esto supone un incremento de 1,53 puntos respecto al mismo mes del año pasado. ¿Qué significa esto para los hipotecados? ¿Es mejor tener una hipoteca fija o variable en este contexto?
Las hipotecas variables son aquellas cuyo tipo de interés se revisa periódicamente (normalmente cada seis o doce meses) en función de la evolución del Euribor. Esto implica que la cuota mensual que se paga puede variar al alza o a la baja según el mercado. Por el contrario, las hipotecas fijas son aquellas que mantienen el mismo tipo de interés durante toda la vida del préstamo, lo que garantiza una cuota constante.
La ventaja de las hipotecas variables es que suelen tener un tipo de interés inicial más bajo que las fijas, lo que permite acceder a una mayor financiación y pagar menos intereses en los primeros años. Sin embargo, también tienen el riesgo de que el Euribor suba y encarezca la cuota como está pasando ahora, lo que puede afectar a la capacidad de pago y al ahorro de los hipotecados, según detalla Helpmycash.
En cambio, las hipotecas fijas ofrecen una mayor seguridad y tranquilidad, ya que se sabe desde el principio cuánto se va a pagar cada mes y no se depende de las fluctuaciones del mercado. No obstante, también tienen el inconveniente de que suelen tener un tipo de interés más alto que las variables, lo que implica pagar más intereses a largo plazo y tener menos margen de negociación con el banco.
¿Qué hipoteca conviene más en este momento? La respuesta no es única, ya que depende de varios factores, como el perfil del cliente, el plazo del préstamo, el importe solicitado, el diferencial aplicado, las comisiones y los gastos asociados, y las expectativas sobre la evolución del Euribor.
En general, se puede decir que las hipotecas fijas son más recomendables para aquellos clientes que buscan estabilidad y que no quieren asumir el riesgo de que el Euribor suba más. También son más adecuadas para los préstamos a largo plazo (más de 20 años), ya que se amortizan más lentamente y se pagan más intereses.
Históricamente, las hipotecas a tipo variable han sido más atractivas en periodos de bajos tipos de interés, como los que hemos experimentado en los últimos años. Sin embargo, con el Euribor en aumento, la estabilidad que ofrece una hipoteca a tipo fijo podría ser más atractiva para aquellos que buscan previsibilidad en sus pagos mensuales.
No obstante, hay que tener en cuenta que el Euribor no es el único factor que determina el coste de una hipoteca. También hay que considerar las comisiones y los gastos que se cobran por la contratación y la gestión del préstamo (gestoría, gastos notariales, registro, impuestos…). Pero uno de los gastos fundamentales es el de la tasación de la vivienda.
Se trata de un informe que realiza una empresa independiente y que determina el valor de mercado del inmueble. Es un requisito imprescindible para solicitar una hipoteca, ya que el banco no suele financiar más del 80% de dicho valor.
La tasación tiene una validez de seis meses, por lo que si se quiere cambiar de hipoteca hay que actualizarla. El coste de este trámite suele rondar los 300 euros, aunque puede variar según la empresa y el tipo de vivienda. Por tanto, hay que valorar si el ahorro que se puede obtener al cambiar de hipoteca compensa este gasto.
Cabe recordar que la decisión de tener una hipoteca fija o variable depende de las circunstancias personales y económicas de cada cliente, así como de las condiciones del mercado. Lo más recomendable es comparar las diferentes ofertas que existen y hacer simulaciones con distintos escenarios, teniendo en cuenta tanto el tipo de interés como las comisiones y los gastos. Así, se podrá elegir la opción que mejor se adapte a las necesidades y al bolsillo de cada uno.