Nueva señal de enfriamiento de la economía del euro: cae la masa monetaria por primera vez en 13 años

  • El indicador monetario M3 se contrajo un 0,4% en el mes de julio, su primera caída desde el año 2010

  • La circulación del dinero en la economía suele retroceder en los momentos de desaceleración o recesión

  • Según algunos analistas, la M3 podría inclinar la balanza del BCE para pausar en la subida de tipos en su próxima reunión del 14 de septiembre

La histórica subida de tipos de interés de la zona euro sigue sumando más señales de sus efectos en la actividad. Por primera vez desde el año 2010 ha caído el número de billetes y monedas en circulación. Si las empresas invierten menos y los hogares han reducido su apetito por endeudarse con un crédito mucho más caro, entonces no hace falta más dinero. Todas estas dinámicas explicarían la caída de la conocida como 'masa monetaria', un indicador seguido por los economistas y bastante desconocido para el público general.

Su nombre técnico es 'M3' porque hay muchas versiones de qué entendemos por dinero y en función de eso se habla de M1, M2, M3... La tercera versión es algo más amplia (incluye billetes, depósitos y ahorro con vencimiento a dos años) y es la más utilizada por los bancos centrales para hacerse una idea de cuánto dinero puede haber circulando por las arterias y venas de la economía. Menor volumen se identifica con momentos de desaceleración económica.

Esto es precisamente lo que se acaba de detectar en la zona euro por primera vez en trece años. De momento, la caída es modesta: en julio esa masa monetaria M3 cayó un -0,4% respecto al mismo mes del año pasado. En junio todavía registraba un avance del 0,6%. El ajuste se concentra sobre todo en la circulación de billetes y monedas. ¿Qué puede significar? Distintas posibilidades de menor actividad: menor consumo, ahorros destinados a cancelar préstamos o hacer frente a la subida de precios, traslado de dinero hacia fondos más a largo plazo, menor crédito... En cualquier caso, señales en su mayoría negativas para el crecimiento económico.

El PIB de la zona euro creció un 0,3% en el segundo trimestre del año después de seis meses de estancamiento. No se descarta que se vuelva a esa tónica en el tercer trimestre. Los últimos datos sobre actividad en la industria y los servicios tampoco han sido buenos.

Una caída esperada

La entrada en terreno negativo de la M3 entra dentro de lo previsto en el manual de un banquero central (el BCE en este caso) que ha subido los tipos de interés del 0% al 4,25% en tan solo un año. Sin embargo, quizá la M3 negativa llega antes de lo previsto por los mercados.

"La tendencia sigue siendo bastante gradual. Esto significa que el impacto de los tipos más altos en la economía continúa ocurriendo gradualmente y sin ningún shock", analizaba el banco holandés ING. Sin embargo, no está claro hasta qué punto estas señales pueden ralentizar el crecimiento en el futuro.

Otras señales que llegan al mando de control son las relacionadas con la marcha del crédito. Los préstamos a hogares y empresas crecen ya muy poco con las tasas más bajas desde 2015 y 2016, respectivamente (y sin contar con el periodo pandemia). Todo entra dentro de la lógica. Lo complicado es adelantar su evolución y pronosticar su impacto en un montón de variables: empleo, consumo, inflación, crecimiento futuro, deuda pública...

Los bancos centrales son conscientes de que los efectos de sus subidas de tipos se seguirán extendiendo por la economía incluso cuando se hayan detenido. "Dado que nuestras políticas operan con retrasos, no podemos esperar a que los parámetros de este nuevo entorno queden completamente claros antes de actuar", resumía hace unos días la presidenta Christine Lagarde en la tradicional reunión de banqueros centrales en Jackson Hole (Wyoming, EEUU).

El ejercicio de 'adivina adivinanza qué pasará' que tienen que hacer los bancos centrales cada vez que aprietan las tuercas (tipos) se produce en un momento de cambios estructurales y geopolíticos cuyo alcance y repercusión también se desconoce. Y en este sentido, la política monetaria se podría estar guiando mal con un mapa obsoleto que mira al pasado. Quizá no desactualizado en su totalidad, pero sí en ciertas áreas. "Estamos navegando con la ayuda de las estrellas en una noche nublada", resumía filosóficamente el presidente de la Reserva Federal estadounidense ante sus colegas el pasado viernes.

A pesar de esta incertidumbre añadida a su trabajo por los cada vez más frecuentes shocks, el mantra de los banqueros centrales de EEUU y la zona euro no ha variado: siguen diciendo que no les temblará el pulso ante la inflación y que prefieren pasarse de medicina que quedarse cortos.

¿Pausa del BCE en septiembre?

Algunos analistas creen que los datos publicados este lunes inclinan la balanza hacia una pausa en la próxima reunión del día 13 de septiembre del BCE. El banco sabe que todos sus movimientos llegan con decalaje a la economía real y la caída del dinero en circulación le aporta otra pista sobre cómo es la velocidad de ese traslado. Sería la primera pausa en este proceso de endurecimiento monetario iniciado hace un año.

Sin embargo, el ala más ortodoxa del BCE lleva días lanzando otros mensajes: la subida de tipos no se puede detener porque la inflación sigue siendo muy elevada. El último dato de julio se situó en el 5,3%, el menor nivel desde enero de 2022 para la zona euro. El objetivo a medio plazo es que baje hasta el 2%. Habrá que ver cuáles son las nuevas proyecciones que tiene el BCE para los años 2024 y 2025, que es donde se sitúa ese "medio plazo" del que habla en sus objetivos.

Los mercados parece que apuestan por ahora la pausa. Si no hay sorpresas, el índice euríbor a doce meses cerrará el mes de agosto por encima del 4% pero con su primer retroceso en veinte meses: pasará del 4,15% de julio al 4,07% (dato provisional).