La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, se refirió una sola vez al turismo durante su conferencia a los medios de comunicación el pasado 27 de julio tras anunciar que el organismo volvía a subir, por novena vez en un año, los tipos de interés. Lo hizo para señalar que la actividad turística era una de las que estaban mostrando mayor resistencia a los efectos de esos incrementos, que sí se estaban afectando de forma negativa a la industria y la inversión residencial y empresarial.
La fortaleza del turismo es, precisamente, lo que puede acabar convirtiéndose en una piedra en el camino en la batalla del BCE para controlar la inflación. En el mes de julio, la tasa armonizada de la eurozona se situó en 5,3%, dos décimas menos que el mes anterior, según los datos confirmados el viernes por Eurostat.
El organismo estadístico señaló que los servicios fueron los que más contribuyeron a la tasa de inflación interanual (casi 2,5 puntos porcentuales), seguidos de la alimentación, alcohol y tabaco (2,2 puntos) y de los bienes industriales no energéticos (1,2). En tasa anual, la inflación de los servicios se situó el mes pasado en el 5,6%, el dato más elevado de la serie.
Parte importante del aumento del IPC de los servicios se explica por el comportamiento de las actividades relacionadas con el turismo. Así, la subida de precios de los paquetes turísticos domésticos se encuentra entre las más elevadas registradas en julio entre los cientos de bienes y servicios que monitoriza Eurostat: crecieron un 32,1% en la eurozona. En España, el aumento rozó el 18%, casi ocho veces por encima de la tasa general.
En el caso de los paquetes turísticos internacionales, los precios crecen a dos dígitos en la mayor parte de los socios del euro. El mayor incremento se ha producido en Irlanda (64%), seguida de Finlandia (22%) y, de nuevo, España (17,8%).
Los aumentos de precios se registran, igualmente, en los vuelos. Crecen casi un 18% los domésticos y un 4,2%, los internacionales, aunque entre estos últimos se observan enormes diferencias entre los diferentes países de la eurozona.
Los servicios de hostelería reflejan también la aceleración de la inflación relacionada con el turismo. Los hoteles se encarecieron cerca de un 9% en julio con respecto al año anterior y los restaurantes y cafeterías lo hicieron un 7,2%. En todos los casos, por encima de la tasa general.
En España, el sector explica que la subida de los precios vino condicionada, primero, por la factura energética y, después, por la incesante subida de los precios de los alimentos, que no ha llegado a trasladarse por completo a los clientes. Además, señalan, que muchos establecimientos aun han de hacer frente a los créditos que tuvieron que solicitar para hacer frente al parón de la actividad que provocó la pandemia.
La recuperación del turismo tras la crisis del covid se ha convertido finalmente este verano en una realidad, tras años en los que la actividad se ha tenido que desarrollar con diferentes niveles de restricciones. Así, el número de pernoctaciones turísticas se situó en la eurozona en mayo (último mes con datos oficiales) un 2,4% por encima del que se había registrado en 2019. En España fue un 4,4% más elevado y en Portugal se llegó a superar en un 10% las de entonces.
El incremento de las llegadas de turistas procedentes de Estados Unidos y la recuperación de los mercados asiáticos ha llevado a acumular, en el caso de España, casi 37,5 millones de visitantes internacionales en el primer semestre del año. Aunque la cifra está aun un 1,6% por debajo del año previo a la pandemia, el gasto que estos turistas han realizado supera los 46.000 millones de euros, un 14,3% más que en la primera mitad de 2019.
Otros de los principales destinos turísticos de la zona euro como Grecia, Italia o Croacia también disfrutan ya de la recuperación de los viajeros, y en todos ellos se logró superar el pasado junio el número de visitantes que habían registrado antes del covid. Y es que las ganas de viajar se han impuesto a las preocupaciones provocadas por la incertidumbre económica, la pérdida de poder adquisitivo provocada por la inflación y el impacto en las economías familiares de las subidas de los tipos de interés.
La evolución de los precios turísticos una vez que haya pasado la temporada alta de verano será clave para determinar si este sector ha tomado el relevo de la alimentación como motor de la inflación en la eurozona y puede llegar a condicionar las próximas decisiones de política monetaria del BCE.
El banco central, que se volverá a reunir el próximo 14 de septiembre, dejó abierta la posibilidad en su último encuentro de hacer una pausa en las subidas de tipos, que se sitúan actualmente en el 4,25%. Lo que ocurra entonces, dijo Lagarde, no marcará la senda definitiva, sino que la decisión se irá revisando en función de los datos que vaya recibiendo el organismo. Quizá, en esa ocasión, todas las cifras del sector turístico de la eurozona tengan que ser revisadas con lupa.