La almendra, en problemas: el calor hunde la cosecha prevista y los productores aseguran que no cubren costes

  • Las organizaciones agrarias aseguran que la producción puede llegar a ser un 50% inferior a la calculada hace solo dos meses

  • La Mesa Estatal de Frutos Secos secos estimó en junio que la cosecha superaría las 120.000 toneladas, tras dos años muy negativos por las heladas

  • El calor provoca un menor crecimiento de los frutos y un descenso de la producción, mientras los precios llevan semanas cayendo

Las primeras recogidas de almendra de la temporada no están dejando buenas noticias para los productores, que cuentan ya con que la cosecha prevista hace solo unos meses se va a reducir, al menos, hasta un 30% a consecuencia de las condiciones meteorológicas, que han impedido el crecimiento normal del fruto.

“Las perspectivas eran muy buenas, pero nos hemos encontrado con la sorpresa de que al recolectar no está saliendo la cantidad que teníamos prevista, sobre todo por el tamaño. De la variedad que se está recogiendo ahora, la más temprana, se suelen sacar unos 340 gramos de pepita por cada kilogramo de almendra en cáscara y ahora están saliendo entorno 270 gramos. Y eso en regadío, que no ha sufrido la falta de agua, habrá que ver qué pasa con el secano”, explica David Andreu, productor y responsable de frutos secos de la Unión de Agricultores y Ganaderos de Aragón (UAGA).

Las primeras semanas de recolección de la almendra están echando un jarro de agua fría a las previsiones que la Mesa Estatal de Frutos Secos había realizado el pasado junio para este año y que contemplaba una cosecha de más de 120.000 toneladas de este fruto. Eran unas cifras enormemente positivas tras dos años muy negativos también por motivos meteorológicos. La campaña anterior sufrió una reducción de la producción cercana al 80% por los efectos de las heladas tardías, y lo mismo sucedió, aunque en menor medida, en 2021.

“Las lluvias de finales de mayo y en junio fueron muy buenas para el almendro, pero en el último mes y medio tanto la sequía como, sobre todo, las temperaturas extremas, han hecho que muchas producciones se hayan distanciado mucho de lo que se esperaba en un principio. Vamos a ver cómo evoluciona, pero vamos a estar claramente por debajo de las 100.000 toneladas”, pronostica Javier Fatás, responsable de Frutos Secos de la Ejecutiva de COAG. Aun así, la producción estará por encima de la registrada el pasado año, cuando apenas se superaron las 60.000 toneladas.

Frutos pequeños por las olas de calor

Los productores se muestran resignados ante el efecto que han tenido las altas temperaturas en la evolución de la cosecha de la almendra, de la que tienen que surtir entre otros productos, los turrones de la próxima campaña navideña. Creen que fueron las primeras olas de calor, casi al comienzo de la primavera, las que afectaron al crecimiento del fruto. “Coincidió con el momento en que la almendra empieza a granar, a aumentar el tamaño. Creemos que por esa época se pudo parar el crecimiento. No lo sabemos, pero son las conclusiones que estamos sacando desde el sector”, explica Andreu.

 “La sequía y las altas temperaturas de marzo y abril perjudicaron la floración, haciendo que mucha se caiga del árbol, y además afectaron el calibre, que está siendo muy pequeño por la falta de agua”, indica, por su parte, el presidente de ASAJA Alicante, José Vicente Andreu, que estima que la merma de la producción en su zona puede acabar aproximándose al 50%.

Los técnicos de esta organización agraria explican que las altas temperaturas han incrementado de forma notable las necesidades de agua del arbolado, que en muchas zonas regables no se han podido satisfacer por restricciones a causa de la sequía. De las más de 756.000 hectáreas dedicadas en España al cultivo del almendro, apenas el 22% corresponde a cultivos de regadío, según los datos del Ministerio de Agricultura correspondientes a 2022.

Descenso de los precios

Las negativas predicciones sobre la evolución de la cosecha de la almendra no se están reflejando, en cambio, en una subida de los precios de este producto, como sí está ocurriendo en otros, como el aceite de oliva. Este se ha encarecido más de un 100% en origen y acumula un aumento interanual cercano al 40% en el precio que paga el consumidor por la caída de la oferta.

Al contrario, los productores de almendra asisten a un descenso continuado de los precios durante los últimos meses. “Estamos preocupados porque no encontramos motivos para este descenso. En las lonjas, cada día está bajando de precio y no es comprensible, porque venimos de dos años de malas cosechas y no debe haber mucho estocaje en los almacenes. La almendra debería, por lo menos, mantenerse a como estaba hace dos meses, que estaba entre 4 y 5 euros el kilo, dependiendo de las variedades, pero ahora estamos a 3 euros”, lamenta Andreu.

Estos descensos provocan, denuncian desde las organizaciones agrarias, que los agricultores estén percibiendo precios que no les permiten cubrir los costes de producción. Asaja asegura que el kilo de almendras se está pagando en campo como si se tratase de producto que está a punto de caducar, porque “la industria está basándose en las cotizaciones de las almendras de California, que tienen un precio inferior por ser de stocks antiguos, próximos a su caducidad comercial y de peor calidad, propiedades que contrastan con las almendras frescas españolas”.

El responsable de frutos secos de COAG la fuerte dependencia de la producción de Estados Unidos y que se está asistiendo a una bajada de los precios en los mercados globales de la almendra. “La producción en España, con una pepita más pequeña de lo normal, va a llevar a una bajada de los precios algunos usos de la almendra. No por una pérdida de la calidad del producto, pero sí por la disminución del calibre”, explica Fatás.

Desde COAG, que ya calificó como "insuficiente" el Real Decreto de medidas para paliar los efectos de la sequía, ha reclamado que incrementen las ayudas en las zonas más perjudicadas y que se rediseñen los mecanismos para proteger las producciones, como es el seguro agrario, en un contexto de crisis climática que afecta fundamentalmente a los cultivos de secano, como los frutos de cáscara.