Al menos 500 hectáreas de cultivos arroz se perderán este año en el Delta de l'Ebre (Tarragona) por la falta de agua provocada por la sequía, según los primeros cálculos de la Cámara arrocera del Montsià, aunque "día a día se está perdiendo más cosecha", asegura el presidente de esta cooperativa, Jordi Marcel Matamoros.
Los payeses del Delta de l'Ebre disponen, para los cultivos de 2023, el cincuenta por ciento del agua que usan habitualmente. Ante esta situación excepcional, tomaron la decisión de inundar los campos durante siete días y cerrar el riego los siguientes cinco, de manera alternada durante todo el ciclo de crecimiento del arroz, en vez de mantener un nivel del agua a un nivel constante.
Pero esta estrategia ha causado la acumulación de un alto porcentaje de salinidad, puesto que cada vez que se evapora el agua, las sales se quedan en la tierra, hasta llegar a unos grados de conductividad inauditos. Rafael Verdiell, responsable de sectores vegetales de la Unió de Pagesos, explica que habitualmente, la salinidad del agua que inunda los campos de arroz en el Delta de l'Ebre se encuentra en un dos por ciento, pero "en estos momentos, muchas parcelas están entre el seis y el diez" y algunas, incluso más, habiendo llegado a hacer lecturas del doce por ciento con el aparato de medición de conductividad del agua.
"El arroz tiene dos momentos muy críticos: cuando empieza a enraizar y cuando empieza a sacar la espiga", describe Verdiell, sobre los puntos del ciclo en que la planta es más sensible. En esta temporada del año, los campos del Delta se encuentran en la segunda etapa, por lo que "cualquier cosa que pase en su entorno va a afectar directamente a la planta", de modo que una salinidad por encima del 2,2 por ciento puede arrasar con hectáreas de cultivo.
La situación es preocupante, avisan ambos payeses, puesto que una parte de la producción murió nada más nacer la planta "por la falta de agua", y ahora las espigas están muriendo "por la sal que se está acumulando", detalla Verdiell. Añade Matamoros que una parte importante de las espigas que están naciendo "salen blancas", es decir, muertas, por lo que no son útiles para el consumo y parte de las que nacen sanas mueren quemadas a los pocos días.
"Que no haya agua en el Delta no se había visto jamás", asegura Verdiell, y "ni los más viejos han visto una situación como esta", apostilla Matamoros. Y lamentan que para este año la situación ya es irreversible, por lo que tienen la vista puesta en posibles remedios de cara a la cosecha de 2024.
Según calculan en la Cámara arrocera, las pérdidas de ese año van a afectar a algo más de 2.000 payeses de la zona, y desde la Unió de Pagesos aseguran que debido a que la elevación de la tierra de cultivo en el Delta de l'Ebre es de un metro sobre el nivel del mar de media, sólo se puede cultivar arroz, sin una posible alternativa para todas las familias que viven de ello.