Si alguien esperaba ver una batalla por los depósitos en España, esta semana ha aumentado la presión para que llegue cuanto antes a las sucursales bancarias. Dos vicepresidentas del gobierno y varios reguladores han cuestionado el retraso de las entidades a la hora de trasladar la subida de tipos a los depósitos de sus clientes.
En muchos casos, el tono ha sido muy claro y duro. Las respuestas de las entidades, también. El lunes la vicepresidenta económica exigía al sector “remunerar adecuadamente a los españoles” y al día siguiente el presidente de la entidad con mayor cuota del mercado nacional, Caixabank, contestaba: “Los que deciden los precios son los bancos”.
El Banco de España (BdE) se limita a constatar la llegada “más lenta de lo que cabría esperar” en el pago de intereses al ahorro en un clico de subida de tipos. “Lo que vemos es que aquellos bancos que menos han trasladado la subida al ahorro también han sido los que menos han subido las hipotecas”, apuntaba Pablo Hernández de Cos este viernes durante el XL Curso de Economía de la APIE en Santander.
El claro desacoplamiento entre la respuesta del crédito y del ahorro a un contexto de tipos más altos debilita uno de los canales por los que opera la política monetaria. Sería como encontrarse con una arteria taponada por la que debería circular la medicina. “Ese canal de los depósitos se ve debilitado (por la lentitud de los bancos)”, explicaba Hernández de Cos. “Si aumenta el incentivo al ahorro también reduces el consumo de esa manera”. Y eso es lo que pretende el Banco Central Europeo (BCE) con las subidas de tipos: menos gente comprando, menor inflación.
En esa misma línea de argumentación, pero en un tono quizá algo más expeditivo, se pronunciaba el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos. Según él, la transmisión completa de la política monetaria "exige que también la remuneración del ahorro se incremente".
Ha sido precisamente el BCE el que ha inyectado mucha liquidez en el sistema para paliar los efectos de la pandemia. Y esa es la razón que esgrimen las entidades españolas para no pagar por el ahorro. "Las entidades que tenemos exceso liquidez no estamos remunerando el ahorro", respondía Carlos Torres, presidente del BBVA.
Ahora esos estímulos se están retirando. La semana que viene los bancos europeos tendrán que devolver cerca de 500.000 millones de euros al banco central. Quedará pendiente una cuarta parte por devolver. A las entidades españolas ya no les sobrará tanta liquidez y tendrán que empezar a pagar por los depósitos de los clientes, dicen los expertos.
El sector bancario, tras sufrir un enorme proceso de ajuste y con la desaparición prácticamente de todas las cajas de ahorro, se ha convertido en un negocio de un puñado de entidades que se reparten el mercado. Hemos pasado de más de cincuenta a una decena.
"La competencia, la rivalidad en los mercados depende no solamente del número de competidores, sino de la solvencia de los competidores", defendía de Guindos. Fue él precisamente el que estuvo al frente del ministerio de Economía durante el proceso de concentración del sector. "Tú puedes tener muchos, pero que efectivamente se consideren poco solventes, no son verdaderos competidores".
Sin embargo, el negocio bancario en España tiene cada vez más características de un oligopolio. "A mí me sorprende que los bancos no quieran ganar clientes", ironizaba la presidenta de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), Cani Fernández, en el curso de la APIE. "Me cuesta entender que no quieran aumentar su cuota de mercado, salvo que uno vea plácidamente que los demás tampoco lo hacen".
Y eso es precisamente lo que podría estar pasando en un mercado "transparente" donde es fácil conocer lo que hace cada banco. "No hace falta ni ponerse de acuerdo" para actuar de manera coordinada, apuntaba Fernández.
La CNMC se encuentra sin capacidad de actuación ante estas situaciones (y que no solo se pueden dar en la banca, sino en muchos sectores concentrados). "Es un agujero en nuestro sistema". Fernández reclama que se sigan los pasos de países como el Reino Unido o Alemania y se incorpore a las autoridades de competencia una nueva herramienta.
"En ningún caso sería para imponer multas sino para constatar la falta de competencia e imponer remedios", sostenía la presidenta del CNMC.
En la comparativa europea no salimos nada bien parados. Estamos a la cola. Un análisis reciente del BdE atribuía solo el 18% de la diferencia con Europa al nivel de concentración del sector bancario en nuestro país.
España es un país de personas conservadoras en lo financiero. “España se ha caracterizado por una asignación de la riqueza de las familias distinta. Más del 40% de la riqueza financiera de los hogares está en depósitos, frente al 35% en Francia o el 20% en Suecia o Dinamarca”, explicaba Rodrigo Buenaventura, presidente de la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores) en el curso de APIE.
La cifra total roza el billón de euros: ese es el efectivo que guardan los españoles en sus cuentas y depósitos de hasta un año de plazo. Esas cantidades de dinero parado, por así decirlo, han aumentado mucho más en nuestro país que en la zona euro. Aquí han pasado de representar el 85% de la renta bruta disponible de los hogares hace diez años al 121%.
"Nada supera en seguridad al depósito para un inversor de perfil conservador, como es el que tiene la mayoría de pequeños ahorradores en nuestro país", sostiene Patricia Ramírez, presidenta de la asociación de usuarios financieros ASUFIN. "Y seguimos sin entender que en los países de nuestro entorno exista una oferta ya y que nuestras entidades sigan echando balones fuera".
Los bancos tratan de restar importancia a las críticas y aseguran que sus clientes están contentos con la amplia oferta de productos alternativos como los fondos de inversión. Los depósitos, dicen, no son el instrumento más "moderno ni el más eficaz" para el ahorro.
El sector bancario vuelve a situarse en el epicentro de un debate público en el que no sale bien parados ante sus clientes más conservadores. “Creo que se están jugando tener otra vez un problema reputacional”, comentan fuentes financieras. El creciente malestar podría terminar con una batalla: la de los depósitos.