La subida de los tipos de interés en la zona euro está impulsando como no se veía en mucho tiempo los beneficios del sector bancario. La diferencia entre lo que ingresan las entidades por el dinero prestado y lo que pagan por los depósitos de sus clientes --conocido como el margen de intereses -- ha mejorado en 2.000 millones solo en el primer trimestre del año. Supone un 42% más respecto al mismo periodo de 2022.
Este ha sido el motor del crecimiento de los beneficios que han presentado las entidades en los últimos días: la banca gana más porque en tan solo nueve meses el euríbor, la referencia para los préstamos a tipo variable, ha subido del 0% al 3,75%. Los bancos han trasladado este encarecimiento al crédito --y todavía queda pendiente la mitad de este traslado-- mientras que lo que han pagado por los depósitos apenas se ha movido.
Solo por el margen de intereses las seis grandes entidades españolas (Santander, BBVA, Caixabank, Sabadell, Bankinter y Unicaja) ingresaron 6.700 millones de euros entre enero y marzo. Ese mismo margen de intereses en 2022, con unos tipos de interés todavía en el 0%, se situaba en los 4.700 millones de euros.
En términos absolutos, Caixabank es quien más ha mejorado: ingresa 700 millones más solo por el efecto de la subida de los tipos de interés en su cartera de préstamos. Es casi un 50% de variación. Santander pasa de casi 1.000 millones de margen de intereses en España a superar los 1.400 millones, un 46% más. En términos porcentuales, Bankinter lidera la lista: su margen de intereses aumentó un 63%.
Como hemos dicho, la suma total de los márgenes de intereses de la banca española supera en 2.000 millones a la del primer trimestre de 2022. ¿Es mucho? Solo por comparar: los mismos bancos ganaron 1.800 millones más por el mismo motivo durante el año pasado en su conjunto. Ahora en un solo tres meses han conseguido superar esa cifra de mayores ingresos.
El efecto de la subida de los tipos de interés se está acelerando, tal y como reconocen las propias entidades. Conforme pasan los meses, se va trasladando más el encarecimiento del dinero al crédito nuevo y sobre todo a las revisiones anuales o semestrales de los créditos contratados a tipo variable. Parece que en el apartado de los depósitos algo empieza a moverse.
En marzo, el tipo medio para operaciones a un año vista saltó al 1,3%. Las hipotecas nuevas se fijaban a una media del 3,5% de intereses mientras el saldo vivo del crédito a la vivienda pagaba un 3,7%. Ha sido la diferencia entre estos porcentajes y su decalaje en el tiempo el que ha permitido a los bancos aumentar los ingresos.
Alguna entidad explicaba a sus inversores que la gestión se había enfocado en "contener el coste de los depósitos ante el elevado volumen de liquidez". Este ha sido el factor al que apuntaban los banqueros a la hora de explicar por qué no estaban pagando en las cuentas corrientes: no les hacía falta porque tenía liquidez de sobra. Pero el sector se mira de reojo por si alguien decide cambiar su política y les obliga a ir detrás para no perder clientes.
Otros bancos apuntaban que habían detectado una caída de los depósitos de sus clientes destinadas a mayores amortizaciones anticipadas de los préstamos para no pagar tantos intereses. Es decir: utilizar ahorros para cancelar parte de la hipoteca.
Parafraseando a la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), "queda terreno por recorrer". Entre que falta parte de la subida de tipos por trasladar al crédito y que el BCE anunció este jueves que iba a seguir subiéndolos -- pasaron del 3,5% al 3,75%--, la banca tiene por delante meses de mayores ingresos.
Preguntada por el impacto de su política monetaria en los hogares endeudados a tipo variable (el otro lado de la moneda), Christine Lagarde, contestaba que "desafortunadamente" no era algo que el BCE "pudiera aliviar". "Nuestra principal tarea es la estabilidad de los precios y reducir la inflación. Para ello las herramientas que funcionan son las subidas de tipos", explicaba la presidenta del BCE, Lagarde.
Los bancos europeos reconocían en la última encuesta realizada por el BCE que el negocio les estaba yendo bien por la subida de los tipos. Los efectos negativos, que también los hay, son una menor actividad crediticia y un posible aumento de la morosidad. Lo primero ya se nota: la demanda de crédito se ha hundido en la zona euro como no se veía desde 2011. Los retrasos en los pagos de los préstamos todavía no se han materializado.
La banca española ha pagado ya el impuesto temporal aprobado por el Gobierno para gravar estos supuestos ingresos extraordinarios. Las entidades han ingresado en Hacienda 1.223 millones de euros. Esto no quiere decir que estén de acuerdo con la filosofía de este tributo. Cumplen con la ley, pero todas han presentado recursos ante los tribunales.
La que más ha pagado por este impuesto temporal ha sido Caixabank, 373 millones de euros. A pesar de contar con una participación del Estado, esta entidad también optó finalmente por recurrir el gravamen porque consideraba que no se ajustaba a la legalidad vigente.
Una vez pagado este impuesto, los beneficios totales del negocio en España en el primer trimestre ascienden, en el conjunto de las seis entidades, a 2.285 millones de euros. La cifra, incluso después de abonar esos 1.200 millones por el tributo extraordinario, es un 9% superior a la del arranque de 2022.