El dato adelantado de inflación del mes de mayo, que deja la tasa general en el 3,2%, llegaba este martes con un apunte positivo sobre la evolución de los precios de los alimentos. El Instituto Nacional de Estadística avanzaba que el retroceso del IPC en casi un punto con respecto al del mes de abril se debía al descenso de los carburantes y a una subida de la alimentación menor de la registrada hace un año.
Esta moderación de los precios de los alimentos, que tendrá que ser confirmada con el dato definitivo el próximo 13 de junio, prolongará la senda descendente iniciada el pasado marzo, después de que la inflación de la cesta de la compra alcanzara el nivel máximo del 16,6% el mes anterior.
Varias señales apuntan ya a que las fuertes subidas de la alimentación estarían finalmente empezando a desacelerarse, una vez que algunos de los factores que las impulsaron, como la crisis energética o el efecto de la guerra en Ucrania sobre algunas materias primas, han reducido su impacto.
Una de ellas es la evolución de los precios de los productos agrarios que tienen más relevancia nacional y que monitoriza semanalmente el Ministerio de Agricultura. A pesar de indicar que en muchos productos la tendencia ya es descendente, esta estadística muestra también la persistencia de las subidas en muchas referencias.
Así, en la última semana, solo un tercio de los alimentos presenta caídas de los precios en comparación con los registrados en las mismas fechas del año pasado. Hace tres meses, cuando el IPC de los alimentos tocaba su punto más elevado, el 90% de esos productos era más caro en comparativa anual.
Los artículos que muestran una caída de los precios en origen más asentada respecto al pasado año son los cereales. Si en la primavera de 2022 estos subieron con fuerza por las restricciones que se produjeron en ese momento al comercio con Rusia y Ucrania -dos de los principales productores mundiales-, en la de este año, los productos que integran este grupo (trigo, cebada y maíz) presentan rebajas del entorno del 30%.
La explicación vale también para analizar la caída de los precios del aceite de girasol, que ahora están un 50% por debajo de los niveles que marcaban a finales de mayo del pasado año.
Los descensos de estos productos se aprecian no solo en las primeras fases de la producción agraria, sino también en el eslabón de la industria alimentaria, ya que la fabricación de aceites diferentes al de oliva, de pastas alimenticias y de piensos son las únicas referencias que ya en abril apuntaban caídas en el Índice de Precios Industriales.
Además de los ya señalados, entre los productos agrarios vigilados por Agricultura para analizar su comercialización, destacan también las rebajas en el aceite de soja, el grano de colza o el vino. Entre las frutas, los limones, plátanos, peras, melón, sandía y cereza estaban la pasada semana más baratos que en el mismo periodo del año pasado. Por lo que se refiere a las hortalizas, el 80% de las monitorizadas contaban aún con precios más elevados.
A pesar de los descensos registrados en esos grupos de alimentos, la realidad es que la mayoría son todavía más caros que hace un año. Las subidas son especialmente significativas en el caso del arroz y del aceite de oliva. Las malas cosechas por efecto de la sequía y el aumento de los costes energéticos mantienen los precios de estos artículos muy por encima de los de 2022. En algunas referencias del aceite de oliva las subidas rozan el 80%.
También los precios de todos los tipos de carne son más elevados que los del año pasado, aunque las subidas son más intensas en el porcino.
Y destaca de forma significativa el encarecimiento de los huevos, que marcan subidas, en la casi totalidad de los tipos analizados, superiores al 50%. En este caso, señala Eloy Ureña, responsable avícola de COAG, el incremento se debe a tres aspectos: alimentación animal más cara, precios energéticos “desorbitados” y aumentos de los estuches, plásticos y embalajes de cartón utilizados en su comercialización.
“Hasta que las fábricas de pienso no gasten todo el estocaje que adquirieron a precios muy caros y vuelvan a comprar nuevos cereales a niveles más bajos no se va a notar ese descenso en los costes de producción. En el caso de las granjas de gallinas ponedoras más pequeñas, este proceso puede llegar a tardar tres meses. Además, actualmente el pienso ha caído 40 euros por tonelada, pero llegó a subir más de 150. Es verdad que está empezando a bajar, pero, ¿quién recupera todo lo que ya hemos perdido?, señala Ureña, recordando que en la mayor parte de España el sector del huevo no recibió ayudas en el contexto de la crisis provocada por la crisis de Ucrania.
A esas subidas que incrementaron sus costes y que explican los aumentos en los precios de los huevos, el responsable de COAG añade más factores: “Hay muy poca paja y la que hay ha doblado su precio, también lo han hecho otros productos que utilizamos, como el serrín para el suelo, y hasta la maquinaria para las granjas ha llegado a duplicarse”. Con todo, estima, los precios de los huevos bajarán, “pero tardarán tiempo, porque las subidas fueron muy importantes”.
Los huevos estaban incluidos en el grupo de productos básicos para los que el Gobierno puso en marcha en enero una rebaja del IVA con que trataba de aliviar el impacto en los consumidores de la subida de los alimentos. El Ejecutivo ha defendido en numerosas ocasiones que esta iniciativa ha contribuido a contener el avance de los precios, pero el último análisis de la Asociación de Usuarios Financieros (Asufin) señala que a pesar de la rebaja fiscal la cesta de la compra básica con productos bonificados se habría encarecido un 3,5% en mayo respecto a comienzos de año.
La mayor subida la habría experimentado el aceite de oliva, de más del 15%, seguida de las patatas, cuyo precio se ha incrementado un 8%, y del arroz redondo, con un 7,69%. En sentido contrario, la harina registra un descenso medio del 24%, provocado por la introducción de la marca blanca por parte de varias grandes superficies.
La continuidad de esta medida, en vigor hasta el 30 de junio, está ahora en el aire tras la disolución de las Cortes Generales por el adelanto de elecciones generales para el 23 de julio. El Gobierno, que hasta ahora no había querido pronunciarse con anticipación sobre una posible prórroga hasta analizar la situación económica, podría evaluar si esta u otras de las medidas anticrisis siguen siendo necesarias. En caso afirmativo, podrían ser incluidas en un nuevo decreto ley, que tendrá que convalidado por la Diputación Permanente del Congreso.