Invertir el dinero ahorrado suele ser una buena opción para conseguir que esos ahorros crezcan y que, de ese modo, sean aún más rentables. Sin embargo, la inestabilidad económica que ha provocado la inflación y la subida de los tipos de interés ha llevado a que adquieran una mayor relevancia aquellos productos que suponen un menor riesgo para los inversores. Y dos de los más habituales son los seguros de ahorro y los depósitos.
Ambos tienen una naturaleza similar en cuanto al concepto de ahorro por lo que es complicado asegurar si una opción es mejor que la otra. No en vano, depende de las necesidades del ahorrador, del capital que quiere utilizar, del panorama económico general y de las condiciones que se le oferten. Habrá que sopesar todos estos aspectos y analizar si un depósito de una entidad bancaria es mejor o peor que el seguro de ahorro que propone una aseguradora.
Esa es precisamente una de las grandes diferencias entre ambos productos. Los depósitos bancarios cuentan con un amplio bagaje en el mercado financiero. A fin de cuentas, es uno de los productos que los bancos ofrecen a sus clientes como herramienta de ahorro sin apenas riesgos.
Sin embargo, en los últimos tiempos han irrumpido las aseguradoras con los seguros de ahorro, cuya función es la misma –conseguir que los clientes aparten una determinada cantidad de dinero para recuperarla tiempo después con intereses–, aunque con algunas salvedades que explicamos a continuación.
El funcionamiento de los depósitos bancarios es sencillo de entender. Como su nombre indica, el cliente deposita una cantidad de dinero al banco, que la guardará durante un tiempo determinado. Una vez que finalice el plazo, la entidad bancaria devuelve el dinero con los intereses que ya se habían negociado en el momento de la contratación.
La principal ventaja que hay en los depósitos bancarios es que el cliente apenas corre riesgos. Además, en caso de quiebra de dicha entidad, podrá acudir al Fondo de Garantía de Depósitos, donde podrá recuperar hasta un máximo de 100.000 euros. Como desventaja podemos encontrar que los intereses por el dinero guardado son muy bajos, con lo que la ganancia no resulta demasiado atractiva. Esto es habitual: cuantos más riesgos, más opciones de que los beneficios sean altos y viceversa.
Por su parte, los seguros de ahorro son productos que ofrecen las aseguradoras. Al igual que los depósitos, el cliente debe guardar una cantidad de dinero –ya sea todo a la vez o mediante un ingreso mensual– que no se podrá recuperar hasta que finalice el plazo establecido. Sin embargo, en este caso hay que sumar un seguro con cobertura en caso de fallecimiento.
También se trata de un producto financiero de poco riesgo, aunque en este caso no cuenta con el respaldo del Fondo de Garantía de Depósitos. En cambio, los intereses –fijos o variables– suelen ser superiores a los depósitos bancarios, ya que es la manera de atraer a nuevos clientes. Y como cabe esperar, cuanto mayor es el plazo de devolución, mayores son los intereses que se obtienen. En caso de que el titular fallezca, la póliza pasa al patrimonio de sus herederos.