Los altos precios de los alimentos se han convertido en un enorme quebradero de cabeza para los consumidores y en nuevo punto de desencuentro interno en el Gobierno por las medidas para frenar las subidas. Eduardo Moyano, doctor ingeniero agrónomo e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), asegura que la complejidad del sistema agroalimentario desaconseja realizar diagnósticos simples sobre el incremento de los precios y prevé que estos seguirán en niveles elevados durante algunos meses.
“Vamos a seguir teniendo inflación alta mientras no cambie la climatología o la situación geopolítica”, pronostica este experto en la cadena alimentaria, que defiende la rebaja del IVA aprobada por el Gobierno para los productos básicos, “aunque el consumidor apenas la perciba aún”.
Sostiene que esta medida ayudará a que la curva de precios vaya bajando poco a poco; y recuerda que “la inflación, cuando sube, lo hace con mucha rapidez y cuando baja, lo hace con mucha lentitud”
Pregunta: ¿Los precios están subiendo por el traslado de los costes de producción o por el aumento de los márgenes de la distribución?
Repuesta: Muchas veces se tiene la idea de que las grandes cadenas de distribución alimentaria son oligopolios que controlan la cadena, pero no es verdad. Las cinco grandes distribuidoras no alcanzan a tener una tercera parte de todo el mercado de la alimentación, en el que se incluye también el canal HORECA (el de la hostelería y la restauración). Los grandes grupos compiten con 330 cadenas de distribución organizada y con 55.000 establecimientos minoristas.
No se puede ir a una conclusión tan simplista como que los precios de los alimentos han subido porque hay cinco grandes empresas que se llevan pingües beneficios aprovechándose del contexto. La realidad del sector agroalimentario es mucho más compleja.
P: El ministro de Agricultura, Luis Planas, ya ha rechazado la propuesta de Podemos de imponer un tope al precio de los alimentos.
R: La Unión Europea establece que los precios del sistema alimentario deben regularse a través del mercado. A diferencia del mercado energético, muy regulado, el alimentario se autorregula. Lo único que pueden hacer los gobiernos es establecer una normativa que permita mejorar el funcionamiento, como se ha hecho aquí con la Ley de la cadena Alimentaria.
La fijación de precio la hace el mercado, así que todo lo que sea limitarlos en un sector tan atomizado conduciría a serios problemas. Tanto de rentabilidad del pequeño comercio, como de posibles desabastecimientos internos. Y es que los productores, que como empresarios buscan beneficios, lo que pueden hacer es vender sus productos fuera si encuentran que aquí están limitados los precios.
Además, el sector alimentario oferta productos muy variados y diversos. Hay más de 20 variedades de tomates, ¿de todos ellos, qué precio habría que limitar?
P: Entonces, ¿Qué pueden hacer los gobiernos para contener los precios?
R: Sabemos que la actual subida de los precios alimentarios se debe a un aumento de los costes de las materias primas (fertilizantes, energía...), no solo ocasionado por la guerra de Ucrania, sino también por una sequía que llevamos tres años arrastrando. No sabemos si va a haber una mejora en el contexto internacional, no sabemos si la sequía va a durar o no… y todo eso incide en la evolución de los precios.
En España la bajada del IVA está teniendo ya algunos efectos para doblegar la curva, y tampoco podemos olvidar que aquí se registra una de las inflaciones de la alimentación más bajas de Europa, probablemente debido también a esa atomización del sector, que hace que sea muy competitivo internamente.
Todos los gobiernos están estudiando medidas, porque lo que peor llevan es que se les acuse de pasividad e inactividad.
P: Ganaderos y agricultores aseguran que la subida de los precios está consiguiendo que, por primera vez en años, obtengan beneficios. ¿Hay posibilidad de ajustar los precios en ese eslabón de la cadena?
R: El Gobierno ha puesto en marcha ayudas para los productores, por ejemplo, los 300 millones para subvencionar fertilizantes. Y reciben un paquete de ayudas muy importantes procedentes de la PAC. Pero lo que es cierto es que han recibido el impacto del encarecimiento de la energía en sus costes de producción, y de una sequía que ha provocado que algunas producciones estén en unos niveles muy bajos.
El diagnóstico de la cadena alimentaria era que los productores, la parte más vulnerable, se veían perjudicados porque no había contratos que garantizaran que los precios estuvieran por encima de los costes de producción. Lo que hace la ley es obligar a hacer estos contratos, pero que el sistema funcione depende de que la cadena entera se crea que es bueno que todos los pilares de la cadena sean rentables. Por eso más que una cadena, el sistema alimentario es un puente, en el que todos sus pilares deben estar saneados. Las industrias y las distribuidoras deben ser las primeras interesadas en que sea esto sea así.
Además, España tiene la asignatura pendiente de concentrar mejor la oferta agraria, mediante modelos cooperativos o asociativos eficaces que permitan negociar unos precios adecuados con la industria y la distribución. Hay casi un millón de explotaciones agrarias, que se presentan al mercado de forma muy atomizada, y así un agricultor tiene muy difícil asegurar su rentabilidad por mucha ley de la cadena alimentaria que haya.
P: ¿Qué tiene que suceder para que los precios empiecen a bajar?
R: La bajada de los precios será cuestión de meses, se irá produciendo a lo largo del año, pero para que esto suceda necesitamos dos cosas: que el contexto internacional no empeore y que el clima favorezca un aumento de la producción. En el norte está lloviendo, pero en el sur se nota poco, y la sequía no va a cambiar en cuestión de semanas.
Todavía nos esperan meses de inflación alta. Y solo se puede impedir que vaya a más con la medida que ha puesto en marcha el Gobierno: la bajada del IVA. Sin ella, la inflación alimentaria, en vez de haberse reducido unas décimas hasta el 15,4%, se estaría yendo hacia el 20%.
P: ¿Está aumentando la demanda exterior de los productos agroalimentarios españoles?, ¿supone una mayor presión para los precios?
R: Está sucediendo, sobre todo en los productos no perecederos que tienen una salida fácil en los mercados europeos. En general, todavía, el efecto no es muy importante.
La sequía está impactando también en otros países europeos. Francia, que siempre ha tenido producciones muy importantes, ha visto como se reducían mucho y les está obligando a comprar fuera. El tirón para los productos españoles está siendo interesante, pero solo en algunos productos.
P: La industria y la distribución también sufrieron el encarecimiento de la energía, ¿tienen ahora capacidad de ajustar sus precios?
R: La industria tiene margen de ajuste en aquellas empresas que están bastante tecnificadas y con sistemas de eficiencia en los procesos productivos. En las pequeñas es mucho más difícil. Además, no hay que olvidar que el coste de la mano de obra también se ha incrementado de forma importante, no solo por la subida del SMI, sino por las lógicas reivindicaciones sociales y sindicales.
La distribución, igual que el sector agrario, está muy atomizada. Los pequeños supermercados y tiendas de barrio viven con unos márgenes muy estrechos y es imposible ajustar los precios. El ajuste debe producirse, sobre todo, en las grandes cadenas de la distribución que, en cierto modo, podrían permitirse tener unos márgenes de beneficios algo inferiores a los habituales, en aras de que la cadena alimentaria funcione.
P: El precio es ahora, más que nunca, el elemento determinante para el consumidor.
R: En España, en un mismo barrio, el consumidor tiene varias tiendas donde puede comparar los precios. En otros países, donde la gran distribución está mucho más concentrada, prácticamente han desaparecido las tiendas de cercanía y la posibilidad de comparar, y eso aquí aún no sucede.
En cualquier caso, creo que vamos a seguir teniendo inflación mientras no cambie la climatología o la situación geopolítica internacional y eso tiene un coste importante desde el punto de vista político, porque la inflación es el peor de los impuestos que pueden afrontar los ciudadanos. Sólo queda seguir con la política de bajada del IVA y con el bono de 200 euros a los grupos más vulnerables.