Resulta llamativo que siendo España el mayor productor de aceite de oliva del mundo, sea el país europeo donde más ha subido este producto en el último año: un 25,9%. Solo nos gana Hungría. Los datos hasta noviembre apuntan a una inflación del 15,3% de los alimentos, lo nunca visto. Aun siendo una cifra histórica, hay países que están mucho peor. Hungría, por ejemplo se enfrenta a un encarecimiento de los alimentos del 47%. Lituania, Letonia, República Checa y Bulgaria están por encima del 25%. La media de la UE está en el 17,9%.
Así que no somos el lugar donde más están subiendo estos productos y si nos comparamos con las otras tres grandes economías del euro, Alemania está peor (19,7% de inflación de alimentos). En Italia y Francia se observan subidas algo más moderadas, 13,8% y 13,0%, respectivamente.
El Banco Central Europeo (BCE) alertaba en su última reunión que el precio de los alimentos iba a seguir subiendo en 2023. Los economistas explican que hay un cierto decalaje desde que se disparan los costes de energía y materias primas hasta que se reflejan en el precio final. El Banco de España confirmaba esta idea para nuestro país: la inflación de alimentos todavía no había tocado techo.
A falta de conocer las tripas del dato de diciembre, el dato adelantado ha sorprendido al alza en el caso del núcleo de la inflación (la conocida como tasa subyacente): aumentó desde el 6,3% al 6,9% y supera al IPC general.
"Esta aceleración en la subyacente nos ha sorprendido. Esperábamos un repunte de solo dos décimas. Es posible que el tema de los alimentos de cara a la Navidad y la mayor demanda haya alentado más los precios", valora María Romero, Socia Directora de Economía en AFI. "Nos va a costar moderarla y ese cruce que se ha producido en diciembre entre las dos tasas (general y subyacente), pensamos que se mantendrá hasta 2024".
A partir de este 1 de enero se eliminará el IVA a una lista de alimentos básicos. Además se reducirá del 10% al 5% el impuesto para el aceite de oliva y la pasta. ¿Puede esta rebaja ayudar a reducir la inflación subyacente? Algo, en teoría, sí. En este indicador se incluyen productos diarios elaborados como el pan, las harinas, los cereales, el queso, la leche, el aceite, la pasta. Si se traslada íntegramente la reducción del impuesto (circunstancia poco probable según la evidencia), serán entre un 4% y un 5% más baratos.
La eliminación del IVA en alimentos frescos como los huevos, verduras, frutas, legumbres y hortalizas afectará al IPC general, pero no a la tasa subyacente.
La modificación del IVA viene con letra pequeña: si la inflación subyacente cae por debajo del 5,5%, se desactivará. El Gobierno preveía que esto podía ocurrir en el mes de marzo, pero quizá el alza de diciembre retrase este pronóstico.
Además habrá que ver qué impacto tiene la evolución de la inflación el fin de los 20 céntimos de bonificación a los carburantes. "Todavía no hemos hecho las cuentas, pero nuestro temor es que esta eliminación se compense con el efecto del IVA", explica Romero.
Una de las medidas que propuso Unidas Podemos en este último paquete anti-crisis del Gobierno fue la de un impuesto a la gran distribución. Se argumentaba que las cadenas estaban aprovechando este episodio inflacionista para aumentar sus márgenes/beneficios. No salió adelante.
¿Es nuestra inflación de los alimentos muy diferente a la que se observa en otros países? El caso del aceite de oliva que se señalaba al inicio del artículo es más bien anecdótico. Cuando uno mira el resto de productos de la cesta de la compra, en el caso de España sistemáticamente los precios suben menos que en la media europea. Y si comparamos solo con las otras tres grandes economías del euro --Alemania, Francia e Italia--, los peores porcentajes son los de los alemanes.
España solo se sitúa por encima de la media europea en dos productos básicos: la harina y la mantequilla. Respecto al caso del aceite, fuentes del sector explican que el punto de partida de los precios españoles era más bajo. A este factor se une la elevada demanda de consumo en nuestro país, tanto para mercado doméstico como la exportación. El olivar español arrastra dos años malos de cosecha, pero algunos se aventuran a decir que los precios en 2023 serán todavía más altos que los que vemos ahora.