Una cómoda de tres cajones de color blanco. Medidas: 80x48. Se llama Malm y hace dos años se vendía por 69 euros en una tienda de Ikea. En invierno de 2021, cuando llegaron los problemas de suministro de la cadenas globales y la escalada de materias primas y de la energía, la cajonera subió hasta los 79 euros. Entonces la multinacional sueca emitió un comunicado en el que comunicaba que no le quedaba más remedio que elevar un 9% el precio de sus productos a lo largo de 2022. Era una media aproximada para encarar el frente de los costes. Un año después, el mismo mueble cuesta 99 euros. Su precio ha subido otro 25%.
"Y así, todo...", pensará más de uno leyendo estas líneas. Pocos bienes y servicios se escapan de la subida de precios. Lo de la cajonera es una anécdota, un ejemplo entre los miles que podríamos encontrar en la vida cotidiana. Los alimentos suben como no lo habíamos visto nunca desde que hay estadísticas, un 15,3%. Y no parece que hayan tocado techo. La propia presidenta del Banco Central Europeo auguraba más incrementos en esta partida en los próximos meses. Es verdad que ahora España es la economía con menor IPC --6,7% nosotros y 10,1% la media de la zona euro--, pero seguimos instalados en incrementos de precios por más tiempo del previsto. El debate ahora es si vamos a conseguir sacudirnos esta inflación de encima y volver al mundo de antes.
España encara este episodio con uno de los costes salariales más moderados de toda la UE: somos el tercer país donde menos crecen. Este viernes el indicador encadenaba su octava subida trimestral consecutiva, pero las cifras siguen siendo contenidas comparadas con la inflación media:
Sabemos por las estadísticas de convenios colectivos que los salarios están perdiendo poder adquisitivo como no se veía en años. La subida media pactada se sitúa en el 2,7%. Pero es que cuando se amplía el marco temporal, se observa que el estancamiento de rentas viene de lejos. España es el tercer país de Europa en el que menos ha mejorado la renta disponible de los hogares entre 2011 y 2021: solo un 15% de avance frente al 26% de media de la UE. Y el tímido impulso que se observa viene liderado por las pensiones, básicamente -- que además no perderán poder adquisitivo al subirse con el IPC--. Los salarios suben un 5% en la última década frente al 11% del promedio europeo.
Las malas noticias se acumulan porque al golpe de la inflación con salarios estancados se añade la presión de los tipos de interés. El BCE en su discurso más duro hasta la fecha, anunciaba subidas adicionales "significativas" y prolongadas en el tiempo. El euríbor se acerca al 3% ya. "Al final los tipos de interés van a parar algo la economía necesariamente, pero Lagarde no tenía otra solución. El problema es que la política fiscal está totalmente descontrolada", opina José García Montalvo, Catedrático de Economía de la Universitat Pompeu Fabra (Barcelona).
Casi cuatro millones de hipotecas está firmadas a tipo variable en nuestro país. Las familias tienen 520.000 millones en crédito ligado a la vivienda y cerca de 400.000 millones están a tipo variable. Supone el 75% del stock. Esta situación es única de nuestro país: en el resto de Europa la gran mayoría de las hipotecas están a tipo fijo. Somos una anomalía.
Este impacto de la política monetaria afecta especialmente a las finanzas del consumidor español. Lo demuestra el hecho de que seamos el único Gobierno que ha planteado medidas para facilitar el pago de la hipoteca con la subida de tipos. "Este protocolo de buenas prácticas en la crisis del covid se hizo a nivel europeo. Ahora no es así", apunta Montalvo. "Aquí tenemos una primera asimetría con Europa y el Gobierno lo ve venir".
¿Podrán aguantar los ingresos de los hogares? "Todo depende de lo que en la actualidad represente la carga de la deuda en relación a la renta disponible de una familia, y aquí hay muchas diferencias en función, sobre todo, del nivel de ingresos. Obviamente las familias vulnerables son las que en la actualidad ya dedican un elevado porcentaje de los ingresos a pagar la hipoteca. En estos casos, el impacto de la subida de tipos es mayor, y para ello se firmó un protocolo con la banca para ayudar a este colectivo vulnerable", explica Joaquín Maudos, director adjunto del Ivie y catedrático de la Universitat de València.
El Congreso ha convalidado esta semana el decreto del acuerdo con la banca a este respecto. "Las entidades ya están haciendo extensiones del crédito a los clientes. Tienen un problema reputacional enorme y no se pueden permitir una avalancha de desahucios. Creo que no hacía falta este protocolo. Lo veo más una cuestión política", opina Montalvo.
Hay más factores de partida a tener en cuenta. "La ratio deuda de los hogares/PIB de España es similar a la media de la eurozona (58%) y respecto a la renta de las familias, la ratio es menor en nuestro país, por lo que partimos de una mejor posición para afrontar la subida de tipos", argumenta Maudos. Desde el punto de vista de la banca no se espera tampoco un repunte de la morosidad. "Las hipotecas siempre han tenido tasas muy bajas porque es lo último que se deja de pagar".
Lo que está claro y previsto es que el consumo se resentirá del doble shock de inflación y tipos. El PIB crecerá menos, pero la economía está mostrando más resiliencia de la que se esperaba. Los datos de empleo son clave para sostener las rentas, indican los expertos. Y de ese frente todavía no llegan malas noticias.