En Ucrania continúan los intensos combates en la región de Donetsk, donde las fuerzas rusas se reagrupan para hacerse con el control de la zona. Justo allí el ejército ruso ha incendiado un almacén, una de semillas de girasol que encontraron ardiendo algunos soldados ucranianos. Se acercaron a inspeccionar el edificio y descubrieron montones de semillas en llamas.
El Papa ha instado a que no se use "el trigo, alimento de base" como "arma de guerra" en un momento de encarecimiento de los precios de los alimentos por el bloqueo en las exportaciones desde Ucrania debido a la guerra, una situación que no se veía desde los años 90, tal y como ha denunciado la Organización Mundial de los Alimentos (FAO).
"Existe gran preocupación por el bloqueo del trigo, del que dependen millones de personas, especialmente los países más pobres", ha dicho Francisco al final de la audiencia general, celebrada este miércoles en la plaza de san Pedro. El Pontífice ha mostrado así su preocupación por el bloqueo de esta materia prima en Ucrania que representa por sí sola el 12% y el 16% de las exportaciones mundiales de trigo y maíz, y que contribuye con cerca de la mitad de la producción mundial de aceite de girasol, según datos de la Confederación Nacional Coldiretti, la principal organización italiana de agricultores familiares.
"Por favor, que el grano, alimento de base, no se use como arma de guerra", ha reclamado en este sentido. Coldiretti ha calculado en su último informe que alrededor del 10% de las exportaciones de trigo y maíz de Ucrania están bloqueadas y ha denunciado que la paralización de los envíos desde los puertos del Mar Negro corre el riesgo de alimentar la especulación internacional en el mercado de productos agrícolas. El Pontífice ha instado a resolver esta cuestión y "garantizar el derecho universal de poder nutrirse".
La cosecha de cereales de invierno de este año sufrirá una reducción del 21% es decir, 4,1 millones de toneladas menos respecto a los datos oficiales del pasado año, según los datos de la sectorial de cereales de Asaja. En concreto, la organización agraria ha analizado los datos de avance de campaña y estima que las altas temperaturas y la ausencia de lluvias en mayo han dado al traste con unas expectativas de cosecha que se consideraban muy buenas. Según los cálculos de Asaja, la cosecha de cereales se verá reducida en un 21% respecto a la cosecha de 2021. Por cultivos, se espera una producción de 5,3 millones de toneladas en trigo blando; 600.000 toneladas en trigo duro; 7,6 millones de toneladas en cebada; 1 millón de toneladas de avena; 300.000 toneladas de centeno y 600.000 toneladas de triticale.
A excepción de la zona sur, los recortes de producción más significativos afectan al resto de zonas productoras y en líneas generales se puede hablar de una campaña de producción medio-baja, según las zonas. La organización agraria ha recordado que el principal problema que han tenido los productores durante esta campaña han sido los altos costes de producción como consecuencia del encarecimiento de los precios de la energía, las semillas, los abonos y los productos fitosanitarios, que ha elevado considerablemente los costes de producción hasta cotas nunca vistas.
Por otro lado, a los daños provocados por el calor y la falta de lluvias hay que añadir, cuantiosos daños registrados como consecuencia de la fauna silvestre, conejos fundamentalmente aunque también corzos, jabalíes y palomas que han diezmado la cosecha y que están provocando el abandono del cultivo cerealista en algunas zonas. Otro problema detectado es el aumento de las plagas y enfermedades de los cultivos de invierno que no se pueden atajar con el uso de productos fitosanitarios, por la paulatina retirada de estas materias activas, y la prohibición de la quema controlada de rastrojos. De esta forma, Asaja ha reiterado la "imperiosa necesidad" de que se autoricen esta última, por parte de la Administración como única medida efectiva de control de plagas.
La organización agraria ha advertido tanto a las autoridades nacionales como europeas que España necesita anualmente más de 36 millones de toneladas de cereales para atender nuestras necesidades de consumo (humano y animal) y que por tanto es necesaria una apuesta decidida, y con dotación económica suficiente, para rebajar la dependencia exterior de grano y evitar posibles desabastecimientos, máxime si se tiene en cuenta la situación internacional de los mercados en estos momentos.