Si hay un nombre que se ha alzado protagonista en la segunda ronda de la Copa del Rey ese es el de Pol Arnau. El joven de 19 años, lateral izquierdo que milita en el UD Logroñés y es hijo del fallecido Francesc Arnau, exguardameta de Barça y Málaga, se convirtió en el gran artífice del pase de su equipo ante el Girona. El destino y su férrea determinación quiso que lo hiciese, además, como portero, pese a no ser esa su posición en el campo.
Todo ocurrió cuando el combinado riojano, tras llegar más allá de los 90 minutos de un encuentro en el que el Girona no supo sacar su ventaja sobre el equipo de la cuarta categoría del fútbol español, se topó con una circunstancia inesperada: en los minutos finales de la primera parte de la prórroga, el portero, Kike Royo, sufrió un golpe en la cabeza con Stuani.
Sin poder continuar, el guardameta del Logroñés tuvo que abandonar el terreno de juego dejando a su equipo con uno menos, dado que ya habían agotado todos los cambios.
Fue entonces cuando Pol Arnau dio un paso adelante y, sin dudarlo un instante, se dirigió a su entrenador y le expresó, con seguridad y determinación, que quería ser él quien defendiese el arco de su equipo en lo que restaba de encuentro.
Sin estar muy convencido de ello, –según el propio jugador ha contado tras el encuentro–, el técnico accedió y fue así como Pol Arnau, rindiendo tributo a su padre, se puso bajo los palos sin saber exactamente lo que el fútbol reservaba para él en una noche como la de ayer.
Sin que el Girona pudiese desenquistar un partido que se le atragantó con el 0-0, el encuentro pasó al tiempo de gracia y de la prórroga llegaron a los penaltis; el momento más decisivo para determinar el pase en la segunda ronda de la Copa del Rey.
Fue así como nació la gesta de Pol Arnau. El joven, demostrando que lleva en el ADN ese noble arte a veces tan incomprendido como es el de parar los balones bajo el arco, detuvo el lanzamiento de Abel Ruiz. Era el segundo tiro de la tanda y, con un auténtico paradón, logró defender la portería e impulsar al UD Logroñés hacia la victoria.
Danjuma y Juanpe anotaron los penaltis siguientes para el Girona, como Agüero y Moreno para el Logroñés, sin embargo, en el quinto lanzamiento, Cristhian Stuani mandó el esférico al larguero, mientras Yasin Iribarren anotaba el 4-3 que clasificaba al Logroñés.
Sin portero titular, pero con Pol Arnau erigiéndose como clave en la posición que su padre ocupó, el conjunto riojano logró un sorprendente triunfo que deja además una inolvidable historia.
“Tenía claro que él me estaba ayudando. Yo creo que esto es gracias a él. Tengo un ángel ahí en el cielo que me está apoyando y al final he podido parar un penalti”, señalaba el futbolista tras el encuentro, en declaraciones al Larguero en las que explicaba que se acuerda de su padre en cada partido y que, igualmente, en esta ocasión también lo tenía presente, antes, durante y después de esa parada clave en los penaltis.
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