Cuando pensamos en los celos lo primero que nos viene a la cabeza es una relación de pareja repleta de posesividad y control, pero una persona puede ser celosa en diferentes grados y en otros ámbitos de la vida ajenos al amor romántico, como por ejemplo con sus amigos, familiares o incluso en el trabajo.
Entender los celos es fundamental para superarlos y aunque no es un camino fácil, nuestra vida social y nuestro bienestar psicológico mejorarán drásticamente. Para lograrlo el primer paso es conocer las señales de alerta.
Algunas de las siguientes señales son tremendamente obvias, pero otras son conductas o creencias muy sutiles que pueden surgir por celos o inseguridades. Es importante reflexionar, ser autocríticos y descubrir cuál es la razón por la que estamos comportándonos así.
Si te has sentido identificado con alguna de las señales que acabamos de mencionar, es hora de reflexionar sobre la influencia de los celos en tu día a día. En vez de martirizarte y sentirte culpable, centra tus esfuerzos en conocerte mejor, averiguar por qué eres celoso o celosa y trabajar para superarlo. ¿Cómo?
Algunas personas son inseguras porque en el pasado sufrieron una infidelidad. Otras actúan así porque su pareja o expareja era tremendamente celosa, ‘contagiándose’ con el tiempo. Otras simplemente han tenido malas experiencias a lo largo de su vida, sintiéndose traicionadas en alguna relación, ya sea sentimental o amistosa. Sea cual sea tu caso, es muy útil poder entender cuál es la raíz de tus dificultades.
¡Ojo! Hay personas celosas sin ninguna experiencia traumática a sus espaldas. Normalmente tienen un déficit de autoestima que se ha ido gestando a lo largo de los años. En este caso las inseguridades serían el foco del problema.
Un análisis funcional en palabras coloquiales es conocer cuáles son los antecedentes del problema, cómo reaccionamos y qué sucede cuando nos sentimos celosos para que se mantenga esta conducta. Por ejemplo, María siente celos cuando su novio sale de fiesta (antecedente). En consecuencia, reacciona escribiéndole todo el rato y acaba sufriendo un ataque de ansiedad (consecuencia). Cuando este sucede, su novio deja tirados a sus amigos y va a ver a María para que se calme (mantenedor).
Tras realizar un análisis funcional, tenemos que tranquilizarnos y ser racionales. Aprovecha algún momento en el que estés calmado y seas más o menos realista para apuntar pensamientos alternativos a los celos, como por ejemplo, ‘es importante que mi pareja tenga una vida social para que sea feliz, y eso no significa que me quiera menos’, ‘mi mejor amigo tiene todo el derecho del mundo de hacer amigos y eso no influye en nuestro vínculo’, ‘a mí no me gustaría que me agobiasen e invadiesen mi privacidad, así que no voy a hacer lo mismo’, etc.
A veces es muy complicado actuar de manera racional, así que intenta distraerte. Pon una película, escucha música, haz deporte o sal con tus amigos. El objetivo es encontrar un plan que te impida rumiar una y otra vez esas preocupaciones relacionadas con la traición de tu pareja o amigos.
Aunque distraerte es muy útil, también debes aprender a afrontar los celos. Evitar este sentimiento no va a solucionar nada, solo posponer lo inevitable.
No te avergüences si los celos se te van de las manos y necesitas ayuda psicológica para gestionarlos. Mucha gente se siente o se ha sentido como tú y la terapia les ha beneficiado enormemente.
Un psicólogo no te dará una pastilla mágica que arregle tus problemas, pero te enseñará herramientas para gestionarlos por tu cuenta para que el día de mañana sepas como actuar sin necesidad de pedir ayuda. Es un proceso duro, pero tremendamente necesario.