Hablemos de salud mental: varios chicos y chicas nos cuentan su experiencia yendo al psiquiatra

  • Ir al psiquiatra es algo que aún da miedo, y muchas personas no se atreven a dar el paso

  • Hablemos de salud mental y de psiquiatría para acabar con el estigma social que rodea a esta especialidad médica

Los problemas psicológicos son los grandes marginados cuando hablamos de salud. Hay un tabú enorme que rodea a trastornos tan comunes como la depresión o la ansiedad, y si hablamos de la esquizofrenia o el trastorno bipolar todavía más.

El estigma, el miedo, los mitos falsos y la desinformación alimentan la sensación de incomprensión que sufren las personas diagnosticadas de un problema psicológico. No es fácil dar el paso y pedir ayuda profesional, y muchos de los que lo hacen prefieren no contarlo, viviendo esta experiencia con secretismo.

Hoy en Yasss queremos romper el silencio, poner fin al estigma y reivindicar nuestro derecho a recibir ayuda psicológica. Por eso hemos hablado con varios veinteañeros que han ido al psiquiatra por diversos motivos.

Alba (25 años)

“Ahora no me da vergüenza reconocer que voy al psiquiatra, pero durante mucho tiempo para mi fue un secreto. No quería que la gente se asustase de mí o cuchichease, así que lo ocultaba.

Si hago cuentas, llevo yendo al psiquiatra desde que tengo 18 años más o menos. Siempre me sentí diferente, pero tardaron mucho en entender lo que me pasaba. Fueron probando diferente medicación y cambiando el diagnostico hasta que hace dos años me dijeron que tenía Trastorno Límite de la Personalidad o TLP.

El problema del TLP es que suele ser para toda la vida y que no hay una medicina mágica que lo cure. Yo voy cambiando mi medicación dependiendo de los síntomas que tenga. Cuando estoy con mucha ansiedad o mucha tristeza, antidepresivos o ansiolíticos, y si tengo alguna idea delirante, antipsicóticos.

Tiraba las pastillas a la basura, pero le decía a mis padres que sí que las estaba tomando

Lo más duro de ir al psiquiatra para mí es cuando empiezas a desconfiar. Hubo una racha en la que no quería medicarme porque pensaba que estaba empeorando, así que todos los días tiraba las pastillas a la basura, pero le decía a mis padres y a mi psiquiatra que sí que las estaba tomando. Esto es como escupir hacia arriba, siempre te cae en la cara. Mintiendo sólo me hacía daño a mí. Lo mejor en estos casos es explicarle a tu médico como te sientes para que te cambie la medicación en vez de engañarle y no tomarla.

Miguel Ángel (24 años)

“Cuando empecé a ir al psicólogo tenía claro que no quería pastillas. Yo tenía ansiedad, concretamente un trastorno de ansiedad generalizada. Me preocupaba por todo y tenía muchos ataques de ansiedad, pero era tajante, nada de drogas.

Digo drogas porque así lo veía yo. Las pastillas me parecían veneno y lo que la gente me decía tampoco ayudaba. Siempre estaba el primo de un primo de un amigo que empeoró porque tomó ansiolíticos o vete tú a saber qué, y cuando te cuentan eso te asustas. El problema es que me fiaba más de la opinión de gente sin conocimientos sobre psiquiatría que de mi médico o de mi psicólogo.

Me fiaba más de la opinión de gente sin conocimientos sobre psiquiatría que de mi médico

Al final cedí porque no mejoraba. Empecé a tener ataques de ansiedad en momentos inesperados y desarrollé un miedo atroz a salir a la calle o a ir a sitios solo. Además de la ansiedad, me diagnosticaron agorafobia y fobia social, así que empecé a medicarme por recomendación de mi psicólogo. Creo que lo más importante es tener confianza con tu psiquiatra para sentirte a gusto.

Me he dado cuenta de que con el tema de la medicación y los psiquiatras no hay término medio. Hay algunas personas que lo criminalizan totalmente, y otras que se piensan que tomándose una pastilla estarán automáticamente bien. No es ni una cosa ni la otra. Sí, las pastillas ayudan, pero a veces tienen efectos secundarios y tampoco puedes quedarte esperando a que ellas hagan todo el trabajo. Tienes que esforzarte, cambiar y seguir yendo al psicólogo, no queda otro remedio.”

Sol (22 años)

“Fui al psiquiatra hace tres años, más o menos cuando acabé la carrera. Por aquel entonces yo pasé una racha un poco mala y empecé a aislarme. No salía de casa, no quería quedar con nadie y levantarme de la cama me costaba mucho.

Mis padres insistieron en que pidiese ayuda, pero yo vivo en una ciudad pequeña. No sabía dónde encontrar un psicólogo y además pensaba que no era tan grave lo que me pasaba. Creía que un psicólogo se reiría de mí o que me diría que estaba exagerando.

Creía que el psicólogo se reiría de mí o que me diría que estaba exagerando

Pasaron los meses y perdí 15 kilos porque no tenía fuerzas ni para comer, y al final fui a un psicólogo. Me diagnosticó un episodio depresivo mayor y empezamos la terapia. Como estaba muy mal, me recomendó ir también a un psiquiatra para compaginar los dos tratamientos.

Al principio fue duro porque cuando empiezas a tomar antidepresivos al parecer es normal experimentar un efecto rebote y me sentía hasta peor, pero a las 3 semanas empecé a mejorar. Poco a poco conseguí superar este problema y aunque lo que más influyó fue el trabajo que yo hice con el psicólogo, estoy segura de que sin el psiquiatra habría tardado mucho más.”

Si tienes algún problema psicológico, pide ayuda profesional. Un psicólogo y un psiquiatra pueden ayudarte a gestionar todo aquello que te está provocando malestar.