¿Has perdido las ganas de hacer cosas? ¿El sofá te atrapa y no te apetece salir de casa por muy guay que sea el plan que te proponen? ¿Te pasas horas y horas mirando el móvil porque nada te hace ilusión? Si la respuesta a estas preguntas es sí, el primer paso es ir al médico para descartar cualquier problema físico. Si todo está bien y sigues sintiéndote igual, hay otras posibles causas que pueden explicar esa sensación tan desagradable que estás experimentando.
La apatía es esa sensación de desmotivación, desilusión y falta de ganas que a lo largo de nuestra vida sentimos de vez en cuando. Es normal experimentarla de forma esporádica, pero anclarnos a la apatía y dejar que se cronifique no es sano. Por eso debemos detectar qué es lo que la está provocando y ponerle freno.
El primer paso es ir al médico para descartar cualquier causa de tipo orgánico, como por ejemplo anemia, problemas hormonales, efectos secundarios de algún medicamento, etc. Si pese a los análisis y pruebas médicas sigues sintiéndote así, el siguiente paso es valorar la posibilidad de que sea algo psicológico.
A lo mejor has tenido una mala racha, estás de bajón o te sientes un poco estresado en tu día a día. Sea como sea, si no eres capaz de gestionar la situación por tu cuenta, pide cita con un psicólogo y aprende las herramientas necesarias para manejar la apatía.
Lo más habitual es que la apatía se relacione con las siguientes situaciones, pero cada persona es un mundo así que no te autodiagnostiques y ponte en manos de un profesional.
1. Descontrol del sueño
Llega el verano y nuestros hábitos de sueño cambian drásticamente. Se hace más tarde de noche y aprovechamos para salir a tomar algo, así que nos acabamos acostando con cierto retraso horario. En consecuencia, nos despertamos más tarde y empezamos a cambiar nuestro ritmo circadiano de sueño poco a poco. No sólo se retrasa el sueño, sino que también tendemos a dormir horas de más, sobre todo en vacaciones, y a la hora de comer aparecen las siestas que se te van de las manos.
Este cocktail hace que nos sintamos más cansados, aunque durmamos más que en invierno y la solución es tan sencilla como llevar un control de nuestras horas de sueño un poquito más riguroso.
2. Cambios en la alimentación
No sólo sufrimos cambios en nuestras horas de sueño, sino que también se descontrola nuestra alimentación. Entre el alcohol y la comida basura cuando salimos fuera, es totalmente normal sentirnos hinchados y con pesadez. Esto puede traducirse en apatía y pocas ganas de hacer nada, ya que lo que comemos afecta también a nuestro estado de ánimo.
No pasa nada por darnos un capricho de vez en cuando, pero es importante mantener una dieta saludable con mucha agua en estas fechas. Aprovecha y come frutas como la sandía o el melón, que refrescan y te aportan una gran cantidad de agua, y no olvides meter una botellita de agua en la nevera todos los días.
3. Ansiedad
Entramos en el terreno de lo puramente psicológico y es que la ansiedad puede hacernos sentir bastante desmotivados en nuestro día a día. Se trata de esa sensación de “no puedo con la vida”, la cual resulta muy desmotivadora y además fomenta el círculo vicioso de la ansiedad, haciéndonos sentir culpables por estar desmotivados, pero impidiéndonos actuar para remediar este estado.
Sea cual sea la causa de la ansiedad, no dejes que se cronifique ni pospongas pedir ayuda. Aunque te parezca una nimiedad, siempre es mejor solucionar el problema cuánto antes en vez de esperar a que pase el tiempo.
4. Depresión
Otra gran causante de la apatía es la depresión. En este caso es habitual interiorizar pensamientos como por ejemplo “no tengo ganas de nada porque no valgo para nada” o “estoy desmotivado porque soy un inútil”. Los autoreproches van de la mano de la apatía y es un riesgo importante que hay que cortar de raíz.
Si la desmotivación y la falta de ganas de hacer cosas van acompañadas de tristeza, sensación de inutilidad y culpabilidad, ponte en contacto con un profesional de la salud psicológica.
5. Problemas interpersonales
No podemos olvidar los problemas sociales. En verano pasamos más tiempo en casa, a veces con nuestra familia o con nuestros compañeros de piso. También vamos de vacaciones y pasamos días visitando a familiares. En cualquiera de los casos, el calor es el caldo de cultivo ideal para que surjan los conflictos.
Cuando tenemos problemas interpersonales de cualquier tipo es posible que nos sintamos un poco decaídos y apáticos, pero por suerte siempre nos quedará la solución de hablarlo con la otra persona implicada e intentar ponerle remedio.
Si te has sentido identificado con cualquier punto del texto, ponte en contacto con un profesional de la salud. Este artículo no sustituye la consulta médica. No te autodiagnostiques, deja que un médico, psiquiatra o psicólogo realice su labor de forma profesional y cualificada.