Cada vez más personas sufren depresión, pero irónicamente este trastorno sigue siendo algo desconocido para la mayoría. Por desgracia, vivimos en la era de la pseudofelicidad y hablar de emociones 'negativas' es tabú. Expresar tristeza, ansiedad, miedo o ira no es algo muy socialmente aceptado, y solemos desarrollar una mala relación con estas emociones y con los trastornos psicológicos que se asocian a ellas. Pablo sufrió esto en primera persona. Tras ser diagnosticado de un trastorno depresivo la gente se volcó mucho, pero pronto empezaron a desaparecer hasta que su familia y su mejor amigo se convirtieron en su único apoyo. ¿Por qué pasa esto? ¿Cómo podemos ayudar a alguien con depresión? Hoy resolveremos estas dudas en Yasss.
Pablo tenía 21 años cuando fue diagnosticado de Trastorno Depresivo Mayor. Aunque su intención era "poder con todo", tuvo que dejar la universidad durante el curso y volver a casa con sus padres. La sensación de tristeza, culpabilidad y abatimiento empeoró cuando los amigos que prometieron estar ahí "para cualquier cosa" empezaron a darle de lado. Ahora, dos años después y completamente recuperado, ha querido compartir su historia con Yasss.
"Prácticamente estaba acabando la carrera cuando pasó. Empecé a agobiarme con el futuro y con mi vida y me metí en un círculo vicioso de tristeza. No sabría decir un detonante porque no hubo algo concreto que me llevase a la depresión.
Sentía que no valía para lo que estaba estudiando, que había tirado tres años de mi vida preparándome para algo de lo que no era capaz, que el resto de compañeros eran mejores que yo, que iba a ser un fracasado, etc. Todas estas ideas se metieron en mi cabeza y no salían. Yo intentaba poder con todo, pero no podía, y pronto me vi encerrado en mi piso.
Llevaba mes y medio sin ir a mi ciudad natal y mis padres se preocuparon. Pensaban que estaba muy agobiado por los exámenes y vinieron a verme, y al encontrarme así me llevaron a casa y buscaron un psicólogo.
Cuando ya por fin me diagnosticaron una depresión se lo conté a mis amigos, aunque me daba un poco de vergüenza. El psicólogo me recomendó no esconderlo y apoyarme en la gente en la medida de lo posible.
Al principio todos me dijeron que me iban a apoyar, que de haberlo sabido antes habrían hecho lo que fuese y que estarían ahí para todo. Durante un par de meses cuando venían a la ciudad me escribían para que saliese de fiesta y me animase o para jugar al fútbol. Un día fui a tomar algo y me empezaron a insistir con que bebiese una copa o algo, pero con la medicación del psiquiatra no podía beber. Me dijeron que normal que estuviese deprimido con esa actitud tan derrotista. No se me quita de la cabeza esa frase.
Pasaron las semanas y dejaron de escribirme. Verme les cortaba el rollo, se pensaban que yo estaba así por elección propia.
El único que se quedó a mi lado fue mi mejor amigo, que vino a verme a casa, me "obligaba" a dar paseos, me compró libros y videojuegos y estuvo ahí junto a mí. Mis padres también fueron mi gran apoyo. Gracias a ellos y a mi amigo salí del pozo.
Cuando estuve bien los que decían ser mis amigos quisieron volver a quedar para celebrar mi recuperación. Yo no quise saber nada de ellos. No estuvieron a la altura y ahora sé que no fue culpa mía, sino de ellos."
Por desgracia, la situación que vivió Pablo es habitual en pacientes con depresión. Por eso Lewinsohn, un psicólogo muy TOP especializado en depresión, desarrolló una teoría explicativa:
Este distanciamiento es muy perjudicial, porque el apoyo social es uno de los grandes factores rehabilitadores en la depresión. Al aislarse, el paciente pierde esos refuerzos sociales y se siente más culpable, inseguro, apático, desmotivado y triste.
La clave para ayudar a alguien con depresión es entender lo que es y lo que no es la depresión. Vayamos con síes y noes para entenderlo mejor.
La depresión Sí:
La depresión NO:
La clave es apoyar a tu amigo, demostrarle que respetas sus necesidades y que no está sólo. A veces lo mejor que puedes hacer es acompañarle y dar lo mejor de ti con paciencia.