Existe un enorme tabú alrededor de la salud mental. Por un lado, el miedo a decir abiertamente que has sufrido algún trastorno o problema de este tipo y que has ido al psicólogo o al psiquiatra para solucionarlo. Por otro lado, el "a-mí-me-funcionó", es decir, la tendencia a recomendar cosas que a nosotros nos han ido bien en vez de aconsejar ponerte en manos de un profesional de la salud. Esta desinformación es muy llamativa cuando hablamos de depresión, ya que se trata de uno de los trastornos mentales más comunes junto con la ansiedad. En consecuencia, hay una enorme cantidad de creencias falsas que pululan sobre este problema global, pero hoy nos centraremos en los 5 mitos sobre depresión que debes dejar de creer ya.
En primer lugar, porque durante muchos años los trastornos psicológicos han estado tremendamente estigmatizados. Poco a poco se está rompiendo esa creencia, pero antaño eran considerados una señal de debilidad. Se discriminaba y juzgaba a quienes los padecían, y la gente que los sufría trataba de ocultarlos. Esto era mucho más evidente en ciudades pequeñas y por desgracia todavía hay familias en las que padecer un trastorno depresivo e ir al psicólogo sigue siendo un motivo de vergüenza. ¿Te da palo ir al médico cuando tienes 40º de fiebre? ¿Te sientes “débil” por pedir cita en el dermatólogo cuando ves un lunar extraño? Si te haces un esguince, ¿acaso no vas a urgencias? Entonces, ¿porque con el malestar psicológico actuamos diferente?
Otro motivo por el que mucha gente prefiere ocultar los problemas psicológicos es por lo angustioso que resulta escuchar a desconocidos dándonos consejos bastante mediocres. Aunque al primo de tu amigo le funcionase, la depresión no se “arregla” haciendo deporte, saliendo de fiesta o descargándote Tinder. La depresión se trata acudiendo a un psicólogo y si la situación lo requiere, a un psiquiatra. No hay más consejos que valgan.
Teniendo en cuenta que los trastornos depresivos afectan a casi 400 millones de personas en el mundo y que probablemente conoces a alguien que la padece, que la ha padecido o que la padecerá en algún momento, es importante estar informados y saber qué es la depresión y qué no lo es. Por eso vamos a romper algunos mitos que hasta ahora habías creído, pero que son completamente falsos.
1. La depresión sucede por un déficit de serotonina, la sustancia de la felicidad
Tenemos la falsa creencia de que algo es más serio cuando tiene una base biológica y nos emperramos en buscar los cambios cerebrales de la depresión, hipotetizando “causas” que a veces son o bien falsas, o bien un poquito reduccionistas. Una de estas “causas” es que las personas tienen depresión porque les falta serotonina, que es uno de los neurotransmisores (o mensajero cerebral, por así decirlo) más importantes de nuestro sistema nervioso.
No está totalmente claro el papel de la serotonina en la depresión. Lo que sí se sabe es que hay muchos más neurotransmisores implicados en este trastorno y que reducir la depresión a uno sólo es bastante absurdo.
2. Se nota cuando una persona está deprimida
Si coloco frente a ti a diez desconocidos y uno de ellos tiene un trastorno depresivo, es probable que no seas capaz de adivinar quién. La depresión es muy incapacitante, pero cada ser humano es un mundo y hay personas que son capaces de ir a trabajar o a la universidad, hacer la compra, quedar con amigos y llevar una vida aparentemente normal. Una cosa es lo que exteriorizamos y otra muy distinta lo que sentimos por dentro.
También tenemos que tener en cuenta que un trastorno depresivo no es algo estable; va por rachas. Hay días en los que no tienes fuerzas para salir de la cama y días en los que te obligas a actuar normal.
3. Si hablas del suicidio con alguien deprimido aumentas el riesgo de que lo cometa
Se ha demostrado por activa y por pasiva que hablar del suicidio reduce las probabilidades de que las personas con problemas psicológicos lo cometan. Por eso es importante crear un clima de confianza en el que la persona con depresión se sienta cómoda de hablar sobre este tema tan delicado.
Si tu amigo, pareja o familiar te dice que ha tenido pensamientos suicidas, mantén la calma. Recuerda que una cosa es pensar en el suicidio y otra muy distinta llevar ese pensamiento al acto. Dile que cuando tenga estas ideas, puede hablar contigo y compartir sus sentimientos para desahogarse y distraerse. Después explícale la importancia de contar esto a su psicólogo para que le ayude a gestionar este tipo de pensamientos.
Por otro lado, borra de tu cabeza la idea de que las personas se suicidan para llamar la atención. Es una creencia cruel, falsa y estigmatizante.
4. Una persona tiene depresión porque le ha pasado algo horrible y traumático
Como decía, cada persona es un mundo. Hay pacientes que han vivido historias tremendamente traumáticas y en consecuencia han desarrollado un trastorno depresivo, y otros que por mucho que indagues, no han sufrido ningún episodio especialmente estresante.
Imagínate a un chico o chica que empieza la universidad o un trabajo en otra ciudad. En teoría es una buena noticia; está comenzando una etapa nueva muy enriquecedora. Sin embargo, no conoce a nadie y se siente un poco solo. Empieza a pensar que es aburrido y que por eso no hace amigos y se aísla más. Su autoestima está por los suelos y cada vez pasa más tiempo por su cuenta. Le cuesta salir del bucle y acaba padeciendo un trastorno depresivo. No hay ningún suceso traumático, simplemente una situación difícil de gestionar sin ayuda profesional.
5. Es un riesgo tomar antidepresivos porque te enganchan para toda la vida
Es cierto que a veces se recetan psicofármacos como si fuesen caramelos. Vas al médico de cabecera y en vez de derivarte a un especialista que estudie tu caso, te receta un paquete de pastillas. Esto es algo totalmente criticable, pero no justifica la demonización de los psicofármacos y el miedo que tienen muchas personas a ir al psiquiatra.
Imagínate que tienes una infección de oído brutal y te recetan antibióticos. Te los tomas y te dan reacción. Es una lástima, pero puede pasar. Acabas con fiebre y una erupción en la piel. ¿Le diría a otras personas con infecciones que no tomen antibióticos porque son horribles y siempre provocan efectos secundarios? No, ¿verdad? Entenderías que ese fue tu caso personal y que no se debe generalizar. Pues hagamos lo mismo con los medicamentos destinados a los problemas psicológicos. Si no eres psiquiatra, no actúes como tal.
Si sufres depresión o cualquier problema psicológico, ponte en manos de un profesional cualificado. Es un acto de valentía pedir ayuda cuando no sabemos gestionar nuestro malestar. No sufras en solitario.