"Comencé a tener síntomas el 5 de junio". Fernando Mármol, médico que, actualmente está preparando un examen para la especialidad de Medicina Interna y cuyo fin es poder hacer en un futuro Nefrología y Transplante Renal en Guayaquil (Ecuador) no se podía creer que después de pasar 24 días enfermo, su batalla contra el coronavirus no hubiese terminado todavía. Del encierro en su cuarto, de los primeros días con dolores musculares, de esas noches en las que se levantaba empapado o con mucha pesadez de cabeza, resulta que todo eso no iban a ser capítulos aislados. Aún habiendo superado ya el coronavirus, muchos de los antiguos síntomas no han desaparecido y otros nuevos han llegado.
Con 28 años recién cumplidos y un estilo de vida muy sano (practicaba antes de enfermar, cinco días a la semana natación) este joven ha comprobado en su misma piel que el coronavirus no es para tomárselo a broma y que hay que concienciar al resto para que el ocio no sea un motivo que ponga en riesgo a uno mismo y, por supuesto, a los demás. Por lo pronto, la realidad nos hace tener que preocuparnos porque en España se cuenta ya con al menos 224 brotes activos de coronavirus que afectan a aproximadamente 2.289 personas, según ha indicado el ministro de Sanidad, Salvador Illa, en el Pleno del Congreso de los Diputados.
Que se están disparando los focos es algo que no se puede ignorar y que mucho tiene que ver con eso la cero percepción de riesgo que se ha adoptado tras la desescalada. Los más jóvenes son los primeros en no ver el peligro o en creer que ellos están a salvo y, sin embargo, no hay nada más lejos de la realidad. Por eso Fernando con su experiencia quiere concienciar al resto y tiene un mensaje muy claro: "No se confíen solo por la edad. Sigan cuidándose".
No es que quiera alarmar o que en su país se esté viviendo un escenario muy distinto del nuestro. El coronavirus de un modo u otro está haciendo estragos en todos los rincones del planeta. En su caso no llegó a ir al hospital, aunque en varias ocasiones sí estuvo tentado a hacerlo porque lo síntomas resultaban impredecibles y todavía hoy lo siguen siendo.
"Caminar más de 15 pasos me producía cansancio, sentía que me ahogaba y mi pulso fácilmente pasaba los 100 latidos por minuto sin exagerar, acompañado de un dolor en el tórax", nos ha explicado a lo que ha añadido que el problema de la dificultad para respirar no se presentó de inmediato: "Comenzó a los cuatro o cinco días de que empezasen el resto de síntomas. Al principio solo me daba cuando caminaba o trataba de hacer un esfuerzo físico, pero fue empeorando hasta generar una sensación de ahogo, inclusive cuando estaba sentado o acostado en la cama".
Todo eso fue durante el proceso infeccioso, pero ¿qué le ha pasado cuando ha recibido el alta médica y se le ha confirmado que ya estaba curado? Muy sencillo, que los síntomas no han desaparecido del todo y, de hecho, en esta nueva etapa 'postcovid' han llegado otros nuevos.
Resulta difícil teorizar sobre un virus, que actúa tan diferente y aleatorio en cada caso. A Fernando nunca le dio fiebre y su hermano que también lo pasó al mismo tiempo, sí que tuvo episodios febriles durante todo el proceso infeccioso. Una vez pasado, este joven creía que ya sería inmune, que todo habría acabado y lo que realmente pasó es que solo tuvo tres días de descanso.
"Al cuarto día volví a sentir molestias, me comenzó otra vez a doler el pecho, pero en esta ocasión era distinto. Sentía una opresión, tenía una sensación de dificultad para expandir el tórax y también tenía esa misma dificultad para respirar. Ahí es cuando supe que nuevamente tenía que guardar reposo".
A la pregunta de si estaba nervioso o sentía algún tipo de ansiedad para explicar estas nuevas complicaciones, Fernando tenía todo muy claro: "Estoy durmiendo bien, comiendo perfecto, no estoy trabajando y, no tengo ningún motivo aparente, para que me pase esa sensación de ahogo".
Gracias a su físico y a su afición por el deporte está sobrellevando este nuevo bache derivado del coronavirus. "Estoy acostumbrado a manejar la sensación de ahogo porque toda mi vida he entrenado y he hecho natación, baloncesto y fútbol, lo que me ha servido para manejar la respiración y no desesperarme".
Tampoco bebe, ni fuma y hasta ahora podía aguantar muy bien la apnea bajo el agua gracias a ese entrenamiento que él hacía antes y que ahora le está ayudando para entender mejor todos sus nuevos síntomas. Eso sí, hay momentos de angustia, de presión elevada y de dolor torácico, aunque por suerte no se dan de manera continua. "Son episódicos y se llevan", explica, aunque eso no quita que cuando se producen de golpe, asusten igualmente.
Fernando lo está soportando y sabe que estos efectos terminarán remitiendo, aunque todavía tiene que armarse de paciencia. Su experiencia y todo lo que está aprendiendo de sí mismo servirá para el resto y no duda en contarlo en redes sociales o a quien se lo pregunte. Como médico tiene la vocación de ayudar a los demás y de prevenir que el coronavirus se siga extendiendo.
Ahora son los jóvenes los que más se están contagiando tal y como coinciden los expertos por la razón de que son los que más se están más exponiendo y no todos pasarán el virus sin enterarse. Este joven médico sabe bien de lo que habla: "Habrá muchos que no serán asintómáticos, que vivirán momentos graves y, aunque creamos que por ser jóvenes somos más fuertes que el resto, también somos vulnerables. La responsabilidad social es para todos y para no romper la cadena, mejor no pensar en edades".