Nunca se perdió ni una boda ni un funeral. Siempre al lado de los novios y junto a los familiares de los difuntos, a quienes acompañaba en silencio desde la iglesia hasta el cementerio para darles su último adiós. Era el perro del pueblo y así lo consideraban todos los habitantes de Aspe, en Alicante.
Los perros demuestran cada vez más que son los mejores amigos del hombre, pues su fidelidad llega a límites insospechados. Sobre todo con los niños, con los que jugaba, a los que protegía y por los que sentía una adoración que era compartida.
Ahora que ha pasado más de medio siglo la peculiar historia de Tarzán, que así se llamaba el inteligente perrito, se ha hecho viral en redes sociales gracias a un hilo en Twitter donde se explica que fue encontrado hace unos 60 años por unos niños en el cauce del río Tarafa.
Este era el "lugar habitual para el sacrificio de camadas en la década de los 60. Todos sus hermanos estaban muertos, él todavía ladraba cerca del agua", escribió el tuitero. Los pequeños no consiguieron que sus padres aceptaran al animal en sus casas, por lo que lo dejaron en un árbol de la Plaza Mayor, justo al lado de la Basílica del Socorro, la iglesia del pueblo, para cuidarlo entre todos.
Los pequeños se encargaron de alimentarlo, lavarlo en la fuente con agua y jabón, jugar con él y darle mucho mimo y cariño. Tarzán, bautizado así por el protagonista de la última película que los niños habían visto en el cine del pueblo -Tarzán en Nueva York-, no tenía las vacunas correspondientes y las autoridades se lo quisieron llevar.
La intervención de estos niños, que incluso llegaron a lanzarle piedras al empleado municipal para que le dejara libre, evitó que el animal fuera sacrificado. También realizaron una manifestaron frente al Ayuntamiento y una colecta entre los vecinos para poderlo vacunar y adquirir las "chapas" identificativas.
Desde entonces, este animal es toda una leyenda en el pueblo y parece que tuvo una vida paralela a la de la famosa mascota japonesa Hachiko: "Tarzán se convirtió en un personaje habitual de la plaza y de su sitio predilecto para echarse la siesta: la iglesia. Era tan pacífico que fue el único perro al que se le permitió el privilegio de entrar al templo y tumbarse a la bartola entre los bancos", se afirma en el Tweet.
En las fotografías de los novios de aquellos años es habitual que aparezca junto a los contrayentes saliendo del templo y acompañándolos hasta el convite nupcial, donde daba buena cuenta de los dulces que le regalaban. Se sentía protegido entre la gente y jamás hizo daño a nadie.
"No había boda, comunión o bautizo que no contara con la presencia del perrete", informó el periodista. En las fiestas, se colocaba junto al pirotécnico del pueblo y ladraba de alegría al explotar los cohetes. Pero también en las celebraciones tristes estaba ahí: "Cada vez que un vecino del pueblo moría, Tarzán aguardaba en la puerta de la iglesia a que el féretro saliera para acompañar con su solemnidad el resto del entierro".
Era social y pacífico y sólo ladraba a los niños cuando se metían con las niñas en los juegos de la plaza. Pero según cuentan los testigos era un ladrido hondo, más lastimero que enérgico, porque su vocación era proteger a los pequeños.
Hasta al tenor Alfredo Kraus le cautivó la historia del carismático animal y en una de sus visitas a Aspe pidió al alcalde que le hicieran una estatua en el auditorio del pueblo que lleva su nombre. Así se hizo y, hoy en día, Tarzán tiene allí su estatua.
De hecho, el animal incluso es protagonista de su propio documental, realizado por los alumnos del Taller de Cortos de la Villa de Aspe y coordinado por Juan Torres. "No sale Richard Gere, pero ni falta que hace", bromeó el tuitero en referencia a la película de Hachiko protagonizada por el actor estadounidense.
Según el alcalde de Aspe, Antonio Puerto, nadie sabe cómo murió Tarzán: "En uno de los acompañamientos fúnebres ya no volvió del cementerio a la Basílica". Aún así, el pueblo lo despidió con un sentido funeral y aunque ha pasado más de medio siglo "su recuerdo sigue vivo", manifiesta Puerto.
Su historia seguirá siendo conocida por las generaciones venideras, además de por la estatua y el documental, porque el Ayuntamiento construyó un parque canino: "La idea partió de la edil Yolanda Moreno y de la monitora de jardinería del taller de empleo. Es un lugar apropiado donde los propietarios de canes censados del municipio pueden llevar a sus animales a pasar un buen rato de juegos. A mí me pareció genial", ha explicado el alcalde.