¿Qué es el amor? ¿Puedes sentirlo por más de una persona? ¿Es una emoción puramente romántica? ¿Dura eternamente? Desde que somos pequeños elaboramos una idea sobre este sentimiento en base a lo que vemos en casa y en el colegio, lo que nos dicen las películas de dibujos animados y lo que experimentamos en nuestra propia piel.
Todos estamos de acuerdo en que el amor es un sentimiento sincero, altruista y bonito que nos conecta con otra persona, creando un vínculo muy profundo que si se rompe provoca dolor. En pocas palabras, es una forma de experimentar felicidad, pero esta premisa se contradice con la idea que muchas personas tienen del amor.
Ni control, ni controlcelos. Todo esto refleja lo interiorizados que tenemos algunos mitos totalmente falsos sobre el amor que debemos corregir ya.
Hay que tener clara una cosa: todos sentimos celos en algún momento de nuestra vida y eso es normal. Lo que diferencia una relación sana de una relación tóxica es la forma de gestionarlos. No podemos responsabilizar a nuestra pareja de las inseguridades que tenemos o de los conflictos que surgen con otras personas. Al fin y al cabo, nuestra autoestima es una maratón que nadie puede correr por nosotros.
Cuando logres quererte incondicionalmente a ti mismo o bien aprenderás a lidiar con los celos injustificados, o bien tendrás las herramientas para cortar con tu pareja si los celos son justificados.
Una cosa es que nos abramos delante de nuestra pareja porque queremos que nos conozca mejor, y otra muy distinta es compartir intimidades para evitar que se enfade o se ofenda. ¿Prefieres que te cuente las cosas porque le apetece o por obligación?
Tu novio o tu novia es una persona independiente con derecho a la privacidad. Debe marcar los límites de su intimidad y tú no debes enfadarte o interpretar esta decisión como una demostración de amor. No tiene por qué contarte los secretos de sus amigos, sus conversaciones de WhatsApp o todos los detalles de su pasado.
Al enamorarnos de una persona y comenzar una relación seria (y en este caso monógama) no apagamos nuestra excitación sexual. Es inevitable que a veces te atraiga otra gente y eso no significa que ya no quieras a tu novio o novia o que le respetes menos. Lo que de verdad define el respeto es la forma de gestionar la atracción. Es decir, no tontear, no dar falsas esperanzas a la persona que te atrae y no romper las reglas que tú y tu pareja establecisteis al comienzo de la relación.
Las películas y canciones románticas nos venden la idea de que cuando hay amor se supera todo y, por desgracia, no siempre es así. Hay malas rachas que no se solucionan por mucho esfuerzo que hagas y también hay parejas en las que cada parte evoluciona de una forma distinta, adentrándose en caminos incompatibles.
No lo dudes, es más sano priorizar nuestro amor propio que desgastarnos emocionalmente para arreglar algo que no tiene solución. No debes sentirte egoísta por ello, porque de lo contrario acabarías siendo infeliz y tu pareja también. Amar es saber cuando decir basta.
Los seres humanos no somos esculturas que permanecen intactas con el paso de los años. Maduramos, evolucionamos y cambiamos de opinión. Esto es positivo.
En todas las ‘metamorfosis’ que sufrimos a lo largo de nuestra vida influyen las personas que vamos conociendo: familia, amigos, compañeros de trabajo, conocidos y parejas. De una forma u otra ellos colaboran en nuestra evolución, pero una cosa es cambiar gracias a ellos y otra muy distinta cambiar por ellos.
Todos los mitos que acabamos de conocer tienen algo en común y es que nos demuestran lo difícil que es disfrutar de una relación totalmente sana si nuestra autoestima está por los suelos. El problema es que prácticamente nadie tiene un amor propio de hierro y, por lo tanto, nadie tiene una relación de 10. Esto rompe el mito de que hay parejas perfectas. Reconocer nuestros errores, trabajar en nuestras inseguridades y respetar a nuestro novio o novia cuando las cosas van mal también es sentir amor, aunque no sea de color rosa.