El caos dice mucho de la personalidad. Por ejemplo, ¿sabías que tener todo por medio puede ser síntoma de que algo no va bien en tu vida? Esto es lo que significa tu desorden.
El orden no tiene por qué ser síntoma de estabilidad mental, como suele pensarse. Una persona que ordena compulsivamente, no obstante, sí podría tener un problema, uno que se conoce como trastorno obsesivo compulsivo o TOC, que causa ansiedad y nos provoca complicaciones en el día a día.
De igual manera, tener como máxima el acumular objetos a pesar del desorden que causa, haciendo que nuestro alrededor sea un completo caos, podría ser síntoma del Síndrome de Diógenes, una variante grave del TOC que se caracteriza por acumular basuras, desperdicios y cosas inservibles.
Pero el desorden no siempre se lleva al extremo. Hay personas que, simplemente, no son ordenadas y tienden a amontonar más cosas de las que sería normal. Este comportamiento habla de su personalidad, revelando algunos rasgos interesantes.
Generalmente esta es la causa del desorden. Tomamos como hábito el tener todo ordenado si obtenemos un beneficio de ello. Por el contrario, cuando no ordenamos perdemos menos tiempo y nos lleva menos esfuerzo, por tanto una persona que da valor a ese tiempo y no quiere esforzarse será más desordenada.
Es lo mismo que pasa con las personas que dedican más o menos tiempo a estudiar o al ejercicio. Sin beneficio a corto plazo, estas personalidades optan por un mal hábito en vez de esforzarse por falta de un resultado a corto plazo. Un rasgo común podría ser la vagancia, aunque ser desordenados simplemente podría significar que no le damos tanta importancia a esta tarea cotidiana como le damos a otras cosas.
Hay personas que son desordenadas en un contexto pero no lo son en otro. Por ejemplo, pueden tener la casa hecha un lío pero ser muy organizados en el trabajo. Por eso es difícil ser categóricos cuando se refiere al orden.
No obstante, un rasgo de personalidad común a las personas ordenadas suele ser que son perfeccionistas, por tanto las personas que, por el contrario, son desordenadas, seguramente no serán tan perfeccionistas.
Cuando el desorden nos causa molestia, puede ser síntoma de que algo no va bien, incluso puede ser la causa de que estemos peor de ánimo.
Incluso, hay expertos que vinculan el desorden con el desarrollo de un trastorno depresivo. Cuando tenemos el orden como un hábito aprendido pero en una época nos da todo igual o nos olvidamos de todo, una razón podría ser que estemos más tristes.
En las casas es donde más desorden suele haber. Acumulamos cosas sin sentido, nos falta tiempo para ordenar o, como hemos visto, simplemente no le damos importancia o nos cuesta hacerlo. Pero la limpieza y el orden tienen beneficios en nuestra salud.
Cuando nos deshacemos de cosas que ya no necesitamos, a pesar del valor sentimental o cierto apego porque nos recuerdan a momentos importantes de nuestra vida, tomamos el mando. Es algo que aplica la gurú de la limpieza Marie Kondo, que nos anima a dar las gracias a los objetos que ya no usamos y deshacernos de ellos.
Además, cuando ponemos orden o limpiamos, la mente tiene un objetivo que se propone y esto hace que liberemos endorfinas, lo cual nos hace sentir bien. Es un sentimiento parecido al que nos invade cuando vamos al gimnasio y nos proponemos un ejercicio complicado. También nos ayuda a estar concentrados, como con la meditación, y nos hace sentir más positivos al conseguir un fin por nosotros mismos.
Por si estos motivos fueran poco convincentes, está más que demostrado que un entorno recogido nos ayuda a ser más productivos, puesto que ayuda a estar más centrados en lo que hacemos.