Hacer bromas con los colegas es tan normal como sano, pero hay un límite que separa el humor del respeto hacia otra persona. ¿Alguna vez te has sentido ridiculizado en tu grupo de amigos? Si la respuesta es no, ¿alguna vez has ridiculizado a alguno de tus amigos? En cualquiera de los dos casos, estaríamos ante una amistad inadecuada. El primer paso es identificarla. Después tenemos dos opciones totalmente respetables: intentar modificar ese patrón desadaptativo o cortar la relación. Elijas lo que elijas, no debes sentirte culpable. Hoy nos centraremos en el primer paso de la mano del testimonio de Olga y analizaremos cómo detectar una amistad disfuncional.
"Desde siempre he sido una persona un poco 'inocentona'. No soy tonta ni mucho menos, pero soy muy crédula y sensible. Ahora mismo esta faceta de mí me gusta, pero antes me avergonzaba mucho y el motivo es que mi antiguo grupo de amigos se burlaba de mí por eso.
Siempre estaban haciéndome bromas para ver si yo picaba o no y al principio me reía, pero con el tiempo la cosa fue a más y me empezó a incomodar. Por ejemplo, algo que me molestaba mucho es que me intentasen dejar mal delante de desconocidos. Una cosa es vacilar cuando estáis con conocidos y hay buen rollo, y otra es hacerlo cuando hay gente que no conoces.
Tras muchos meses sintiéndome mal, decidí hablarlo con mis amigos. Les dije que me sentía mal, que esas bromas no me hacían gracia y que por favor intentasen cortarse un poco. Me dijeron que era una exagerada, que esas bromas las hacían entre todos. Yo sabía que no. Sin duda a mí era a la que más vacilaban. El problema es que tenía la autoestima tan baja que pensé que tenían razón y que todo eran exageraciones mías.
Con el tiempo nos distanciamos y al cambiar de grupo de amigos mi autoestima mejoró. Empecé a reflexionar sobre mis antiguos amigos y me di cuenta de muchas cosas que pasé por alto, pero que eran muy desagradables. Como tenía esa espinita clavada, aproveché un día que me los encontré de fiesta y les dije todo lo que sentía. Me pidieron perdón y cada uno fue por su lado. Distanciarme de ellos fue la mejor decisión que pude tomar".
A la hora de la verdad debemos fiarnos de nuestro instinto. Si quedar con un grupo de personas nos genera incomodidad y cuando estamos con ellos nos sentimos aislados, incomprendidos, ninguneados o ridiculizados, lo más probable es que no sean imaginaciones nuestras sino la cruda realidad.
Este tipo de amistades disfuncionales se basan en un tira y afloja de autoestima. En otras palabras, necesitan empequeñecer la autoestima de los demás para agrandar la suya. Suele haber una persona que ningunea y una persona ninguneada. El problema es que no podemos mejorar nuestra autoestima arrebatando la de los demás; tenemos que construir una autoimagen positiva aceptándonos, mejorando lo que no nos gusta y actuando con los demás de forma respetuosa.
Es posible que no lo hagan con mala intención, pero el hecho de que no sea a propósito no resta culpabilidad, por eso lo más recomendable es poner tierra de por medio cuando detectas las siguientes señales:
Si te has sentido identificado o identificada con alguna de estas señales, es posible que estés viviendo una amistad disfuncional. Llegados a este punto debes decidir qué hacer: teniendo en cuenta lo desgastador que puede resultar lidiar con gente así, la primera opción es cortar la amistad. Si en cambio decides mantenerla, mi recomendación es que establezcas unas reglas claras sobre lo que toleras y lo que no. Si se cruzan los límites del respeto, lo mejor es ser egoísta y pensar en ti.
Piensa en tu salud psicológica y busca a personas que te aporten enseñanzas valiosas, que fortalezcan tu autoestima de una forma sana y que estén ahí cuando las necesitas. Si te infravaloran es que no te merecen.