El origen del mito del 'hombre lobo': de las primeras documentaciones a su adaptación a la era TikTok

La historia está repleta de mitos y leyendas que han ido pasando de boca en boca a través de los siglos, actualizándose, modernizándose y evolucionando continuamente para ir marcando diferentes generaciones. Y el cine de terror se ha nutrido mucho de ellas. Ahí tenemos los mitos de los vampiros, de los zombies o incluso de los hombres lobo. Monstruos que cambiaban nuestra percepción del mundo y que buscaban enfrentarnos a nuestros propios miedos. Y, aunque mucha gente crea que varios de estos mitos, como por ejemplo, los hombres lobo, se originaron en la literatura o en el cine modernos, lo cierto es que su historia se remonta a muchos siglos atrás.

La primera referencia documentada a un hombre lobo se encuentra en el relato épico de Gilgamesh, que tiene más de cinco mil años de antigüedad. Así que los licántropos han estado con nosotros desde hace mucho más tiempo del que pensábamos. Los ejemplos más recientes que tenemos en la cultura popular puede que sean los de ‘Crepúsculo’, con Taylor Lautner y su Jacob sin camiseta. O el último estreno dirigido por Leigh Whannell, ‘El hombre lobo’, que revisita el mito, tratando de adecuarlo a los tiempos de TikTok, y que en un principio iba a estar protagonizada por Ryan Gosling.

No son los únicos ejemplos. Ahí tenemos ‘Lobo’ con Jack Nicholson en los años 90; ‘Teen Wolf, tanto la serie de los años 2000 como la película de Michael J. Fox, o la que lo inició todo, ‘El hombre lobo’ de Lon Chaney, en 1941, que cimentó las bases del mito que conocemos hoy en día en el séptimo arte. Pero, ¿cómo ha cambiado la leyenda a lo largo de la historia?

Ya hemos dicho que la primera mención histórica tiene más de 5000 años de antigüedad. Pero el mito moderno vendría de la Grecia clásica, concretamente de la historia de Licaón, popularizada por Platón, en la que el tirano se comía las entrañas de sus víctimas. Zeus acabó convirtiéndolo en lobo. De ahí la palabra griega lycanthropos, que es el resultado de la unión de lýkos (lobo) y ánthrōpos (hombre). Pero no fue la única mención a estos hombres lobo en la antigua Grecia. Porque Heródoto habló del pueblo de los neuri, que vivían al oeste de Escrita (hoy Polonia), y que tenían la capacidad de convertirse en lobos en ciertas épocas del año.

De ahí podríamos saltar a la mitología nórdica y los berserkers, guerreros que se cubrían con pieles de lobo, creyendo que conseguirían así su astucia y su fiereza. Pero si hay algo que ha ayudado a mantener el espíritu de la leyenda hasta nuestros días y, sobre todo, convertirla en uno de los grandes referentes del terror, esa fue la Edad Media. Una época oscura de brujería y supersticiones. Durante esa época, la iglesia fomentó las creencias de pactos con el diablo y similares para explicar asesinatos salvajes. Así que si alguien achacaba una muerte a un hombre lobo, era porque quería dejar claro que no era consciente de sus actos, sino que el diablo había tomado posesión de su cuerpo. Ahí encontramos el legendario caso de Peter Stump, un granjero alemán del siglo XVI.

Este confesó, obviamente mediante tortura, que los asesinatos que supuestamente había cometido, los había llevado a cabo bajo la apariencia de un hombre lobo. Los cargos de canibalismo (porque devoró el cerebro de sus víctimas), asesinato y comercio con el diablo dieron como resultado un castigo ejemplar en la plaza del pueblo. Primero le despellejaron vivo con unas tenazas ardientes. Más tarde, le rompieron todos los huesos para que no pudiera volver de entre los muertos. Y, por último, le cortaron la cabeza, colocándola en un poste en el centro del pueblo, y sobre una figura con forma de lobo.

Quizá George R.R. Martin tomó de aquí su inspiración para la muerte de Robb Stark en su ‘Canción de hielo y fuego’. Aunque varios historiadores coinciden en que su ejecución solo fue un método de asustar a los protestantes y, además, evitar que gente pudiente como Stump ganara más poder.

También es célebre la historia de la conocida como ‘Bestia de Gévaudan’ a finales del siglo XVIII en la región francesa de Lozére. Varias muertes atroces empezaron a atribuirse a una bestia con forma humana y lupina, y todo el pueblo se dispuso a darle caza. El que lo consiguió fue Jean Chastel, un campesino de La Besseyre-Saint-Mary. Y su método inició el mito de las balas de plata, ya que es lo que usó para abatir a la bestia: balas de plata fundidas a partir de unas medallas de la Virgen María.

Desde ese momento, la plata (que siempre se ha creído que tiene propiedades mágicas) se asoció a la muerte de los hombres lobo. Pero no solo con balas, sino también con bastones o incluso espadas, siempre que estuvieran hechas del metal correspondiente. Hay muchas formas de convertirse en hombre lobo. Desde que te muerda otro, o dormir desnudo bajo la luna llena, o incluso ser el séptimo hijo varón. Y tanto la literatura como el cine se han valido de ellas para darnos un sinfín de historias para no dormir. Un mito que, pese a tener miles de años de antigüedad, sigue perdurando hasta nuestros días. Así que, cada vez que mires al cielo y veas una luna llena, nuestro consejo es que huyas de zonas oscuras y bosques, y tengas siempre algo de plata a mano por si las moscas. 

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