Volver a casa después de un viaje es uno de esos momentos agridulces que todos reconocemos. La nostalgia por las vacaciones (qué maravilla estar tumbado, mirar al infinito como si fuera una tarea digna, ignorar al jefe y sus constantes intromisiones en el tiempo de la vida afectiva y personal) se mezcla con el alivio de estar de vuelta en casa.
En ese momento nadie se libra de la tarea menos apetecible, sobre todo si somos ordenados y la primera idea que cruza por nuestra cabeza es deshacer la maleta. Contraintuitivamente, según explican los expertos, la higiene sonríe quienes la dejan aparcada en el pasillo durante días, como si no existiera. Este "bueno, ya mañana lo pongo todo en el armario" puede ser la mejor decisión que tomemos.
Esa maleta de cabina que nos ha acompañado esos días de felicidad y procrastinación a menudo es el escondite perfecto para uno de los peores visitantes post-vacaciones: los chinches. Estos bichos del tamaño de una gota de agua tienen una habilidad asombrosa para colarse en nuestras pertenencias e instalarse en casa como si fuera suya. Por eso, la clave no está en deshacer la maleta enseguida, sino en hacerlo bien y, sobre todo, tomando ciertas precauciones.
Los chinches, conocidos científicamente como Cimex lectularius, no necesitan casi nada para instalarse en nuestras cosas: basta con que se oculten en las costuras de una maleta o entre la ropa.
La realidad es que estos insectos, la pesadilla de quienes ya han vivido la experiencia de intentar erradicarlos de colchones, ropa o muebles, no entienden de clases sociales ni estándares de limpieza. Los seres humanos somos su fuente de alimento favorita. Esto significa que los podemos coger en un albergue modesto de París como en un hotel de cinco estrellas que no desinsecta sus instalaciones tan a menudo como debería. De hecho, no aparecen necesariamente porque el lugar esté sucio, sino por el trasiego de todos los viajeros que pasan por allí cada día. Cada uno puede ser, sin saberlo, un portador.
Lo peor es su resistencia: pueden sobrevivir meses sin alimentarse, y sus huevos son muy difíciles de detectar y eliminar. Por eso, actuar con un mínimo de prudencia al volver de un viaje es crucial si queremos evitar que estos huéspedes se conviertan en plaga.
No tengas prisa: el consejo de los expertos
Los expertos coinciden en que no es la mejor idea deshacer la maleta nada más llegar a casa. Es lo que explica el doctor Jasin Singh, un médico cuya popularidad ha crecido en redes como TikTok gracias a sus consejos prácticos (o no tanto, en realidad). Uno de los que más ha calado entre los usuarios es la recomendación de mantener las maletas cerradas durante al menos dos semanas. ¿El motivo? Es el tiempo que tardan los huevos de los chinches en eclosionar. Si no encuentran alimento —es decir, a nosotros, nuestra riquísima sangre—, mueren antes de tener oportunidad de pasar de la fase de pupa. “Los huevos eclosionan a los 6-17 días en condiciones de temperatura favorable dando lugar a las ninfas de fase uno”, explica la marca Anticimex.
Las respuestas al video viral del médico no tienen desperdicio: “Siempre tardo muchísimo en deshacer mi maleta. ¡Resulta que llevo años haciéndolo bien sin saberlo!”, dice uno de los usuarios. Otro comenta con humor: “Por fin, la excusa científica para mi pereza”.
Por tanto, la estrategia que tenemos que seguir es sencilla. Hay que dejar la maleta en un lugar apartado por el que no transitemos mucho. Puede ser el balcón, la entrada, el garaje o incluso el baño, si nos aseguramos de no andar cerca de la zona de cuarentena improvisada.
Otra recomendación: revisar bien las costuras, cremalleras y bolsillos de la maleta en busca de cualquier señal de chinches. Más vale dedicar unos minutos a la inspección que enfrentarse a una plaga que comprometa la casa durante semanas.
Otro punto importante es la ropa. En lugar de guardarla directamente en el armario o echarla al cesto de la ropa sucia, lo mejor es pasarla primero por la secadora a alta temperatura. Este método es muy eficaz para eliminar los chinches y, por extensión, sus huevos. El calor es una fuente de peligro para ellos.
Si no tenemos secadora, otra opción es lavar la ropa con agua caliente y plancharla después.