Maite, controladora aérea en Canarias, se jubilaba después de 40 años de profesión, pero en su último día recibió una sorpresa que llenó de orgullo y emoción.
Más de cuatro décadas guiando y señalando el camino de miles de aviones, y llegaba su último día en la torre de control. Las horas transcurrían con normalidad hasta que desde el otro lado de la radio escuchó una voz familiar.
Dando sus últimas instrucciones, al mando del avión se encontraba su hijo, quien se había convertido en piloto gracias a la pasión que le había transmitido su madre.
“Muchísimas felicidades, mamá. Gracias por se nuestros ojos cuando estamos aquí arriba. Sin vuestro trabajo, el nuestro no será posible. Gracias por todo el esfuerzo que has hecho por mí, por tu infinita paciencia, por tu amor incondicional, incluso cuando no lo merecía. Gracias a eso, hoy estoy aquí”, afirma el hijo de Maite. “Te deseamos lo mejor”
Ante tales palabras la recién jubilada no podía contener la emoción, quien recordará para siempre el broche final de su carrera profesional.
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