Los semáforos son una parte esencial de cualquier ciudad en todos los países del mundo. De hecho, cuesta imaginarse alguna urbe sin éstos. Desde su invención en el siglo XIX, se han convertido en un elemento esencial para la regulación del tráfico. Sirven para prevenir accidentes, organizar el flujo de automóviles y, por supuesto, garantizar la seguridad tanto de conductores como peatones.
Dada su importancia, parece algo impensable que haya alguna ciudad o país que no cuente con ellos. Pero, sí que existe. Hay un país que ha decidido prescindir de los semáforos para darle un enfoque más tradicional a la regulación del tráfico.
Ése lugar es Bután, un pequeño país situado en el Himalaya entre China e India. También es famoso por ser uno de los países más misteriosos y enigmáticos del mundo. Bután ha conseguido mantener sus costumbres y políticas únicas, a pesar de la globalización en la que estamos todos inmersos. Y una de las características que más llaman la atención del país es la ausencia de semáforos. Esto puede parecer algo anecdótico, sin embargo, esconde un trasfondo cultural y social muy interesante que hacen ver cuáles son las prioridades y estilo de vida de este país.
La capital de Bután, Timbu, es una ciudad muy pequeña si se compara con grandes metrópolis asiáticas. El tráfico de la ciudad, durante años, ha sido controlado de manera tradicional con oficiales de policía que eran los encargados de dirigir a los vehículos por las vías principales de la ciudad.
Hace unos años, el gobierno de Bután decidió instalar un par de semáforos en las zonas más concurridas de la ciudad y así, modernizar Timbu. Lo que sucedió es que los semáforos no fueron bien recibidos por la población local.
Para los butaneses, eran los policías quienes dirigían el tráfico y se había convertido en algo más que eso. Era puro arte. Los oficiales deleitaban con gestos teatrales y un sistema de comunicación no verbal al que todos encontraban entretenido. Cuando se instaló el semáforo, se eliminó dicha conexión. Fueron los propios ciudadanos quienes pidieron que se retiraran los semáforos, para volver a dar paso a sus queridos policías.
Esto que sucedió con los semáforos, dice mucho de cómo son los habitantes de este país. En Bután se le da prioridad a los valores tradicionales y a la conservación tradicional frente al progreso tecnológico. De ahí su famoso enfoque en la “Felicidad Nacional Bruta”. Un término que propuso Jigme Singye Wanchuck, rey de Bután en 1972 como respuesta a las numerosas críticas de la constante pobreza económica en su país.
Ésta es una filosofía que mide el bienestar de la población considerando 9 dimensiones: bienestar psicológico, uso del tiempo, vitalidad de la comunidad, cultura, salud, educación, diversidad medioambiental, nivel de vida y gobierno. No solo se centra en el crecimiento económico, sino que engloba otros aspectos que los habitantes de Bután consideran muy importantes.
El rechazo que tuvo el país hacia los semáforos tiene mucha relación con este FNB, ya que sus ciudadanos valoran mucho la conexión humana en su día a día, y la figura del policía regulando el tráfico hacía que interactuasen entre ellos y reforzaba la confianza en esa figura de autoridad. Y al escuchar las peticiones de su pueblo y que el gobierno los quitase es un claro ejemplo que se pone la calidad de vida y preferencias culturales de la población en el centro de la política de Bután.
Como antes se ha mencionado, los policías de Bután, especialmente en la ciudad de Timbu, no solo se limitan a indicar a los vehículos cuando deben avanzar o frenar, sino que han hecho de su trabajo prácticamente un ritual. Sus movimientos son cuidadosamente orquestados, y usan gestos amplios y coreografiados que los hacen muy reconocibles.
Esto ha hecho que estos policías sean casi una figura icónica del país. Sus gestos casi se asemejan a una danza, y han sido capaces de llamar la atención tanto de los locales como de turistas. Es muy común ver a los visitantes pararse en los cruces para observar cómo estos policías dirigen el tráfico boquiabiertos por la habilidad y precisión con la que enseñan sus movimientos. Se han convertido en un símbolo de vida en Timbu.
A pesar de no utilizar semáforos o herramientas modernas sigue siendo funcional, y ha demostrado que se pueden mantener los métodos tradicionales sin que afecte a la eficiencia. Ellos quieren mostrar que las interacciones cara a cara son valiosas para las personas y el contacto directo, que han eliminado las nuevas tecnologías, es algo que es muy importante para su cultura.
Además, este detalle ha hecho que muchos turistas sientan curiosidad y quieran visitar el país intrigados por esta y otras particularidades de su cultura. Bután quiere que el turismo sea sostenible, y es por eso, que tiene un control muy exhaustivo en la entrada de turistas, limitando el número y cobrando una entrada. Asegurándose, de esta manera, que no afecta negativamente a la cultura local.