Bajo sus calles, casi todas las ciudades importantes del mundo son un mapa de acero y hormigón por el que discurre el metro, un símbolo con su propia identidad que ha experimentado la transformación de la historia y los cambios de vida y costumbres de sus pasajeros, ya sea el saludo cortés para ceder el asiento de inicios de siglo a la adolescente que escucha un podcast sobre batallas de gallos en 2024.
Hoy en día, muchas de estas líneas subterráneas siguen funcionando. Son un eje que sostiene la narrativa de la vida contemporánea, y son una pieza fundamental en la infraestructura de las ciudades modernas.
Como el primer sistema de metro del mundo, el underground de Londres marcó el inicio de una nueva era en el transporte urbano y estableció un modelo que sería replicado más tarde en otras capitales mundiales. Hoy, los trenes automáticos y los sistemas de señalización avanzada conviven con más de 400 Km de vías señeras. Las 272 estaciones han aguantado el rodillo de la historia desde aquel primer viaje entre Paddington y Farringdon, el 10 de enero de 1863. Ese mismo año se inauguró la estación que remite a uno de los mitos literarios más importantes de la literatura anglosajona: Baker Street.
Fue el primer sistema de metro de la Europa continental. Hoy, los vestigios de esplendor son discretos: sobrevive una línea de apenas 573 metros. 90 segundos de trayecto, y unos 13.000 pasajeros todos los días. Conecta los barrios de Karaköy y Beyoğlu.
Se lo reconoce por su sistema elevado y por las siglas: L. Originalmente era un tren de vapor que operaba sobre la superficie de la ciudad. Tiene 8 líneas, más de 170 estaciones y un tránsito considerable de pasajeros. Unos 600.000 a la semana, lo que lo convierte en uno de los metros más utilizados de Estados Unidos.
El diseño de las bocas es inconfundible: rejas y tipografía Art Nouveau, obra de Fulgence Bienvenüe, un ingeniero que quería crear un sistema que no solo fuera funcional, sino también estéticamente atractivo. Se inauguró el 19 de julio de 1900, justo a tiempo para la Exposición Universal. Como curiosidad, desde 1960 sigue manteniendo la iniciativa Art in the Métro", que permite a artistas contemporáneos exhibir su trabajo en diferentes estaciones. Además de ser un metro funcional, hace las veces de galería de arte público.
La línea Market - Frankford se inauguró el 2 de marzo de 1907. En origen, el sistema era conocido como el "Subway-Surface" y combinaba trenes subterráneos y de superficie. El mapa del metro de Filadelfia siguió el ejemplo del de Londres y se diseñó de forma muy parecida, con líneas rectas y colores para facilitar la comprensión del sistema a los viajeros.
El hecho de que se convirtiera en búnker y refugio antiaéreo durante la II Guerra Mundial es solo uno de los muchos datos históricos de interés de este metro regio, ejemplo paradigmático de la vieja Europa y de los distintos estilos artísticos y arquitectónicos que hoy todavía pueden apreciarse en estaciones como la de Kottbusser Tor o Wilmersdorfer Straße.
Comenzó a operar el 15 de febrero de 1902 con trenes de vapor, aunque rápidamente se electrificó la red para absorber el crecimiento de los pasajeros. Como en el de París, desde 1980 es un ejemplo de arte público para todos, con diversas iniciativas para integrar obras de distintos artistas en las estaciones y los trenes.
La primera línea recorría la distancia que iba de la estación de City Hall hasta la 145th Street de Harlem. Su mapa es obra de Massimo Bigneli, con el esquema simplificado de líneas fáciles de comprender que siguen otras redes; un diseño gráfico muy criticado en su momento. Muchos viajeros se quedan embelesados en la estación de Grand Central, con el techo estrellado pintado por Paul Helleu y el diseño Beaux-arts, los arcos de ladrillo, los mosaicos o el reloj de Tiffany de 4 metros de altura.xw