Con la llegada del calor toca poner en práctica todos los trucos que conocemos para poder superar las altas temperaturas sin que nos afecten en exceso. Llevar la cabeza cubierta y beber mucha agua, proteger nuestra piel con protector solar, abrir las ventanas a primera hora y bajar las persianas durante las horas de más calor… muchos son los tips que todos conocemos y uno de los más sencillos es bajar los toldos para que el sol no incida directamente.
Pocas dudas hay de la utilidad de poner toldos en las ventanas, sobre todo en un lugar como España, donde no solo hay tantas horas de luz al día (sobre todo en los meses de verano) sino que las temperaturas pueden ser muy elevadas y todo lo que podamos hacer para evitar que el calor entre en nuestra casa será de agradecer a largo plazo. Es más sencillo evitar que la casa se caliente que conseguir refrigerarla después, y también más económico.
Porches, terrazas, jardines… todos ellos pueden protegerse bajo el amparo de un toldo, que crea un espacio en sombra ideal para poder refugiarnos, impidiendo que el sol haga imposible disfrutar de los espacios al aire libre. Tanto en nuestra casa como una terraza de un local, un toldo puede marcar la diferencia entre disfrutar del aire puro o tener que refugiarnos en el interior porque fuera es imposible estar.
Los toldos ya forman parte del paisaje de las ciudades y, a determinadas horas del día, raro es el bloque de edificios donde no se puedan ver varios de ellos desplegados, creando una nueva uniformidad e inundando el espacio de verde, porque puede que mucha gente no se haya dado cuenta, pero este es el color predominante en estos elementos, algo que ha llamado la atención de muchas personas y que tienen motivos de peso.
No es el único color que se ve en los toldos de las ciudades y pueblos, pero sí que es verdad que el verde predomina por encima del resto. Así es desde que se comenzó a popularizar este elemento en la década de los 60, 70 y 80, cuando comenzaron a construirse los grandes bloques de edificios.
En aquellos momentos no había demasiados colores entre los que escoger y el verde resultó el ganador en muchos hogares. Se trata de un color frío, por lo que consigue generar una sensación térmica menor que, por ejemplo, el naranja, otra de las opciones que había disponibles junto con azul.
Además, en la mayoría de comunidades de vecinos, todos los toldos deben ser iguales para respetar la estética del edificio, por lo que una vez que empieza un vecino, el resto tienen que seguir la pauta marcada por este, parece que el primero en escoger eligió el verde y resto siguieron la tendencia. Esto hace que la gran mayoría de los toldos del mismo edificio sean iguales o muy parecidos, dotando a todo el bloque de una estética armónica y uniforme.