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Al comprar un coche nuevo, es habitual reflexionar sobre aspectos que impactan directamente en el bolsillo. Comenzando por la motorización, lo más común es optar por una opción que se ajuste al presupuesto y a las necesidades de rendimiento. Nadie elegiría un automóvil con un motor potente si solo puede permitirse un modelo más económico, ni tampoco adquiriría un coche con muchos extras si eso excede sus posibilidades financieras.
Sin embargo, al decidir el color del coche, a menudo se priorizan aspectos estéticos o preferencias personales por encima de la funcionalidad. A veces, también se considera al stock disponible para no retrasar el proceso de compra y poder disfrutar de la nueva adquisición lo antes posible.
Pero en muy pocos casos las elección del color se basa en consideraciones económicas, a pesar de que algunos colores o acabados pueden ser más baratos que otros. Por ejemplo, los tonos metálicos requieren más tiempo de producción que los colores blanco o negro no metálicos, lo que los hace más costosos desde el punto de vista económico.
Los fabricantes ofrecen una amplia paleta de colores que permite a los compradores elegir entre una variedad, que va desde el blanco hasta el negro. Los colores son más frescos y pueden reflejar hasta un 60% más de luz solar, mientras que los tonos oscuros absorben el calor de manera más eficiente.
Según el proyecto 'Cool Cars' respaldado por la Comisión de Energía de California (CEC), se ha comprobado que los vehículos pintados con colores claros y reflectantes pueden disminuir notablemente la temperatura interior en comparación con aquellos de colores oscuros. Este estudio investiga los beneficios de utilizar coches con propiedades reflectantes solares.
Este tipo de pintura ayuda a reflejar los rayos del sol en lugar de absorberlos, lo que mejora la comodidad del habitáculo y reduce la necesidad de usa aire acondicionado. Esto se traduce en una mayor eficiencia energética y un menor consumo de combustible.
Para llegar a esta conclusión, que podría generar un ahorro significativo a largo plazo, los investigadores realizaron un experimento con dos modelos de coche idénticos. Esto se diferenciaban únicamente por el color de la carrocería: uno era plateado y el otro completamente negro.
Los coches fueron estacionados al sol en intervalos de una hora con el aire acondicionado apagado, seguidos de media hora con el climatizador al máximo. Tras cinco ciclos de este patrón, los investigadores midieron la temperatura en diversas partes del vehículo (techo, salpicadero, parabrisas, asientos y puertas, entre otras), además del aire del habitáculo para obtener conclusiones.
La mayor diferencia de temperatura se observó en la superficie del techo. El techo del vehículo plateado estaba hasta 25 grados más fresco que el del coche negro. En el interior del habitáculo, la diferencia de temperatura oscilaba entre los 5 y 6 grados.
En cuanto al consumo energético, enfriar el coche plateado demandó un 13% menos de energía en comparación con el coche negro.
Como resultado, el vehículo plateado utilizó menos aire acondicionado, lo que se tradujo en una mayor diferencia energética y, en particular, en un ahorro adicional de combustible.
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