Para muchas personas se ha convertido en una rutina, acercarse a su bar de confianza y pedirse un café con el que empezar la mañana o encarar la tarde de trabajo después de comer. Una pausa necesaria para poder descansar de los esfuerzos del día a día y que además viene acompañada de una bebida con numerosos beneficios, gracias a los antioxidantes que contiene.
Aunque el café sea una bebida habitual en nuestras vidas, también es una de la que nos quedan muchas cosas por aprender y de la que, poco a poco, vamos conociendo un poco más, como los beneficios que puede tener para nuestra salud, siempre que se tome con moderación, o los casos en los que es mejor evitarlo.
También son muchos los tips que nos enseñan a prepararlo en casa, abriéndonos los ojos y dejando claro que llevábamos toda la vida haciéndolo mal, tal vez porque hacemos ciertas cosas por inercia, tal y como las hemos aprendido, sin plantearnos los motivos por los que se hace así. Por ejemplo, no son demasiadas las personas que saben por qué la taza de café se presenta sobre un plato.
Pocas dudas hay de que el conjunto de taza y platito es verdaderamente estético, tampoco parece nadie dudar de la comodidad a la hora de servir el café en la mesa que aporta poder sujetarlo del plato en lugar de tener que hacerlo de la propia taza, con el riesgo añadido de derrame que eso supone, además de incrementar el riesgo de quemaduras en la persona que se encarga de ella.
El plato bajo la taza es práctico, nos permite tener un lugar en el que apoyar el sobre con azúcar, puede que una galletita extra y, por supuesto, la cucharilla, evitando tener que emplear la mesa para ello. Sin embargo, ninguno de estos motivos son el original, el que lo comenzó todo, el que hace que el conjunto sea inseparable y, si pedimos una taza de café, esta venga siempre sobre su correspondiente plato.
El motivo real por el que plato se coloca es para enfriar la bebida más rápidamente y evitar así quemarnos al tomar el primer sorbo. Se dice que, en origen, se empleaban platos más profundos y se vertía el café en ellos para que se enfriara, de hecho, una vez hecho esto, el café se tomaba directamente del plato. La superficie del plato era mayor que la de la taza, lo que ayudaba a que el líquido se enfriara antes.
Hay costumbres que se pierden con el tiempo y otras de las que parece que nos cuesta más desprendernos. Si bien parece que tomar el café del plato ya no es una opción, colocar la taza sobre uno sí que se ha quedado entre nosotros, incluso encontrando nuevos usos. Ahora parece que sea imposible pensar que, al pedir un café, nos lo puedan servir sin su correspondiente plato.