Últimamente, las distintas especies de primates no paran de sorprendernos. Primero, por su alta sensibilidad a los vínculos familiares, como la mamá chimpancé del Bioparc que lleva meses portando el cadáver de su cría, al no estar preparada todavía para separarse de él. Y, por el otro, por su gran sabiduría a la hora de resolver conflictos, entre los que destaca una de sus mayores amenazas: la enfermedad.
Este año, en Sumatra, los miembros de Suaq Project observaron por primera vez a un orangután prepararse - masticando - un emplasto de Fibraurea Tinctoria, una planta trepadora con propiedades antibacterianas, para aplicárselo en una enorme herida ulcerosa que tenía debajo del ojo. En pocas semanas, se curó por completo.
Ahora, al otro lado del mundo, los científicos que observan a los chimpancés del Bosque de Budongo, en Uganda, han identificado varias plantas que las manadas utilizan como efectivos medicamentos contra sus males. Para determinar qué planta se utiliza para qué infección, recogieron 13 especies de hierbas que no forman parte de la dieta habitual de los primates, a la vez que analizaban los orines y deposiciones de los mismos para encontrar las enfermedades concretas.
Las muestras se enviaron a la Universidad de Ciencias Aplicadas de Neubrandenburg (Alemania), donde se constató la presencia de algunos patógenos como el Escherichia coli o el Staphylococcus aureus y Klebsiella pneumoniae y que el 88% de los extractos de plantas utilizadas por los primates, efectivamente, tenían propiedades antiinflamatorias, antibacterianas o antifúngicas. La más potente de ellas es la corteza muerta de Alstonia boonei, un árbol de la África subsahariana capaz de inhibir una de las bacterias más peligrosas, la S.aureus, y otra que provoca la meningitis en niños recién nacidos. Igualmente, se demostró que la corteza del árbol Khaya anthotheca lucha contra la E.coli.
Al igual que Rakus, el orangután que se curó su propia úlcera en Indonesia, una investigación de Oxford también identificó a un chimpancé con una mano dañada que buscó hojas de helecho Christella parasitica con propiedades antiinflamatorias para mejorar su dolencia. Ningún otro miembro de la comunidad comió de esas hojas, por lo que esta planta medicinal fue fácil de identificar para los científicos observantes. Gracias a este tipo de hallazgos, que los miembros de la Universidad de Neubrandenburg definen como "encontrar una aguja en un pajar" se contribuye al descubrimiento de las primeras fases de nuestros fármacos, sin hacer daño a ningún animal.
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