Mientras Tamara Falcó e Íñigo Onieva se encuentran disfrutando de su espectacular luna de miel en Sudáfrica, la revista ¡HOLA! ha lanzado este lunes la segunda parte de su exclusiva de la boda, con nuevas declaraciones de los recién casados.
La pareja confirma su deseo de ser padres a corto plazo. El relaciones públicas de 34 años confiesa que “no es niñero”, pero se ve teniendo “tres hijos” con Tamara. "Cuando Dios nos bendiga con ello. Después de habernos casado, lo que nos hace ilusión es tener hijos. Pero cuando vengan...", dice el marqués consorte de Griñón, en declaraciones a la revista del saludo, donde también cuenta cómo reconquistó a Tamara, al darse cuenta de que “era su prioridad y quería que fuera el centro de mi vida”; cómo ella le animó a dejar la noche y le ha “acercado a la espiritualidad”, y la carta que mandó a Isabel Preysler para pedirle perdón por sus infidelidades y que volviera a confiar en él: "Isabel es muy respetuosa y la verdad es que va a tope con Tamara; está alineada con su hija. Si Tamara ha decidido dar una oportunidad e ir a por todas con nuestra relación, Isabel lo ha respetado. Lo que más le importa a una madre es la felicidad de sus hijos", son las palabra que Onieva dedica a su suegra.
La hija de la socialité, por su parte, explica cómo se está preparando para ser madre. A sus 41 años, Tamara dice que le "preocupa el reloj biológico", pero que solo "si Dios quiere que tenga hijos, los tendré". Desmiente estar sometida a un tratamiento hormonal de fertilidad, como se había dicho. "No es verdad", dice, pero sí reconoce estar siguiendo un "método natural "y que permite la Iglesia, en concreto el “Fertilitas”, que le recomendó una amiga de su hermano Duarte.
"Te estudian el cuerpo y te dicen lo que necesitas, por ejemplo, me han dicho que estoy baja en vitamina D y B", detalla sobre este sistema que define como "muy laborioso, pero muy bonito". Aunque asegura que lo pondrá en marcha "después del viaje de novios", algo normal teniendo en cuenta las vacunas que ha tenido que ponerse para viajar a África, y que en el caso de estar basadas en virus, estarán en su cuerpo durante tres meses, por lo que los ginecólogos no recomiendan a las mujeres quedarse embarazadas en este período.
La llamada "naprotecnología" o “tecnología de procreación natural”, es un método al que recurren cada vez más parejas con problemas para ser padres.
Muchas de ellas, como Tamara -católica practicante- e Íñigo, lo hacen por sus convicciones religiosas o morales, ya que esta técnica no recurre a la manipulación de embriones.
Fertilitas forma parte del proyecto social de la Fundación católica Ciento por Uno. En su web se presentan como un sistema solo "para matrimonios". Es un sistema no invasivo, que busca las causas de la infertilidad y potencia la capacidad natural de engendrar un hijo de la propia pareja.
El método surgió hace más de tres décadas en Estados Unidos de la mano del ginecólogo y obstetra Thomas Hilgers. Después de pasar por países como Canadá, Irlanda, Reino Unido, Holanda o Alemania, este nuevo enfoque científico se hizo popular en España hace unos cuatro años.
Se basa en el Modelo Creighton, un variante realizada por Hilgers sobre el Método de la Ovulación Billings, desarrollado por John y Evelyn Billings en 1960. Consiste en monitorizar la salud ginecológica femenina a través del registro de una serie de biomarcadores a lo largo del ciclo de fertilidad de la mujer, como la duración y las características del moco cervical, la longitud del ciclo menstrual, el dolor menstrual, el dolor abdominal, el tipo de menstruación, etc.
A partir de estos datos, el ginecólogo hace un diagnóstico y establece un tratamiento personalizado para cada mujer, mirando qué días del ciclo de ovulación son los más apropiados para potenciar el embarazo “naturalmente”, explica a ABC la endocrinóloga Ingrid Paul, especialista en Naprotecnología y asesora médica del centro Fertilitas en Madrid.
Es aconsejable realizarlo hasta los 44 años (tres más que Tamara), ya que desde los 35 la fertilidad disminuye gradualmente.
También se hace un estudio del hombre para identificar todos los factores que podrían afectar a su fertilidad. Una vez analizados ambos se recomienda un plan terapéutico y solo si hubiera patologías orgánicas en la mujer (endometriosis, ovarios poliquísticos o miomas) se recurriría a una técnica quirúrgica.
Una de las diferencias de este enfoque, que sus seguidores definen como “ecológico, humano y ético”, con otros como la reproducción asistida, es que considera la infertilidad como un síntoma y no como una enfermedad en sí misma. “Las técnicas artificiales buscan un embarazo de forma asistida, nosotros buscamos qué es lo que ocurre para dar una respuesta y restablecer la capacidad de procreación natural de esa pareja”, indica esta experta, que asegura que con su método se puede saber la causa de la infertilidad en un 99,5% de los casos, frente al 47,2% con la reproducción asistida, donde suele ser por causas desconocidas.
Este método también se basa en un soporte nutricional a base de vitaminas (como la D) y otros suplementos que potencian la fertilidad.
Según explica Fertilitas en Instagram, "los alimentos ricos en Vitamina C y Omega 5, por ejemplo, tienen un elevado poder antioxidante, esencial para asegurar una buena calidad de los gametos. Además, debemos potenciar el consumo de alimentos ricos en zinc, hierro, omega 3, magnesio, selenio, vitaminas A, C, D, E y todas las del grupo B, como son los pescados azules, los frutos secos, las legumbres, las carnes de calidad, el AOVE, las verduras de hoja verde y de colores, las frutas y los cereales complejos.
“Algunas parejas no logran el embarazo, pero al menos saben qué es lo que les pasa”, añaden desde Fertilitas sobre la eficacia de la naprotecnología, que tendría una tasa de éxito del 52,8%. Este es el porcentaje de mujeres que se quedaron embarazadas tras seguir este tratamiento durante dos años, según un estudio de Standford JB publicado en el Journal of the American Board of Family Medicine.
María Fernández de Mora, monitora del método Creighton en Fertilitas, contó su experiencia como madre de tres hijos con ayuda de este método. Recurrió a él en Irlanda después de un embarazo ectópico por el que tuvieron que extirparle una trompa. María fue diagnosticada de un déficit hormonal y también le descubrieron una intolerancia alimentaria que alteraba su fertilidad. Reconoce que “no es para todo el mundo”, porque requiere que la pareja se dé un plazo de “al menos dos años”, con toda la “carga emocional” que ello supone en una relación.