Por lo general, las monedas de un céntimo son las que la gente más aborrece. Dado que es la moneda con el valor más pequeño existente, resulta extremadamente complicado encontrar productos que puedan pagarse con ellas, motivo por el que la gente acaba acumulando las monedas de un céntimo en el fondo de la cartera o directamente, deshaciéndose de ellas. En muchas ocasiones, el riesgo de caer en una estafa viene enfatizado por la poca atención que se le da a las monedas. Si alguien se encuentra una moneda de un céntimo por la calle, lo más normal es que la ignore y no se agache a recogerla pero, ¿y si supiera que esa moneda podría tener un valor de 50.000 euros?
El Banco de España ya ofrece trucos para comprobar la autenticidad de las monedas tras la detección de varios casos de estafa en España, por lo que un segundo vistazo a las monedas que se poseen no solo puede evitar un fraude sino que además, pueden hacer ganar al afortunado mucho dinero.
En el mundo de la numismática es normal encontrar a personas que paguen grandes cantidades de dinero por monedas especiales que sean las restantes de una edición con pocos ejemplares o que tengan un error en la fabricación. El valor de estas puede llegar a aumentar incluso más si las monedas están en buen estado y no muy sucias o desgastadas.
Una de las monedas más buscadas por los coleccionistas es una de un céntimo acuñada en el año 2002 en Alemania. Por esta moneda se pueden llegar a pagar unos 50.000 euros en algunas webs especializadas en subastas en línea. Se trata de una edición diseñada por Rolf Lederbogen y que tiene un roble dibujado en su reverso. Además, está fabricada con otro acero y tiene un color diferente de las otras monedas de un céntimo que se fabrican en este país.