Cuando se habla de adicción al sexo o hipersexualidad, aparece cierta aura de cachondeo y morbo a partes iguales. Nos parece gracioso e inofensivo porque socialmente, tener mucho sexo se considera algo bueno. Sí, es bueno cuando el deseo sexual no te genera un malestar insoportable, cuando no afecta a tu autoestima ni a tus relaciones de pareja, cuando puede llevar una vida plena y, sobre todo, cuando la decisión de acostarte con alguien es libre y voluntaria.
Como psicóloga, soy consciente de que la adicción al sexo es un tabú. En realidad, la mayoría de problemas sexuales lo son. La gente acude a terapia por ansiedad, porque la tristeza les abruma, por problemas de pareja…, pero les cuesta mucho decir en voz alta “tengo un problema para conseguir el orgasmo” o “tengo eyaculación precoz” o “tengo adicción al sexo”. En consecuencia, las disfunciones sexuales se camuflan y quienes las sufren, se ven obligadas a convivir con ese malestar en silencio.
Para romper el tabú, necesitamos información. Por eso te voy a contar cinco mitos o mentiras sobre la adicción al sexo que en algún momento has podido pensar que son ciertos.
Esta frase es completamente falsa. En realidad, las personas que padecen un trastorno hipersexual sufren mucho porque intentan reprimir su deseo y son incapaces, lo que deriva en cambios de humor bruscos con posibles episodios depresivos o de ansiedad, conductas sexuales de riesgo o incluso deterioro de otras áreas vitales (pierdes a tu pareja, a tus amigos, tu trabajo…).
Además, las relaciones sexuales suelen ser vacías y poco placenteras. Imagínate acostarte con alguien y que te invada una sensación de desagradado inmediatamente después. Te sientes usado o usada y muy culpable.
Para nada. La hipersexualidad es un problema que no depende de la fuerza de voluntad. Precisamente, estos son algunos de los criterios del Manual de Psiquiatría ‘DSM 5’ para su diagnóstico: “falta de control sobre la conducta sexual inapropiada”, “comportamiento sexual persistente con características autodestructivas” o “incapacidad para evitar o reprimir la conducta sexual”.
No, aunque sí que puede pasar. Como hemos visto, las personas con trastorno de hipersexualidad tienen poco control sobre sus impulsos sexuales. Algunas los canalizan con la pornografía y otras pueden llegar a ser infieles, pero no es algo que siempre ocurra.
Además, el apoyo de la pareja es vital para superar este problema. Si desde el principio te consideran “un caso perdido”, puedes acabar pensando que lo eres.
Este es un mito falso y un pelín machista. Las mujeres pueden disfrutar de la sexualidad igual que los hombres y pueden sufrir por ella por defecto (que es lo que ha pasado históricamente, ya que hemos negado nuestro deseo y renunciado al orgasmo en infinidad de ocasiones) o por exceso (sufriendo la adicción de la que hablamos).
Hay mujeres con hipersexualidad y hombres con hipersexualidad, y los mitos falsos pueden provocar que ellas no pidan ayuda porque minimizan el riesgo de padecerla, o que ellos no pidan ayuda porque normalizan sus síntomas.
¡Error! El trastorno de hipersexualidad puede derivar en depresión, adicción a la pornografía, problemas de pareja, problemas a la hora de socializar, ludopatía, adicción a drogas, trastorno obsesivo compulsivo o disfunciones sexuales.
Si crees sufrir adicción al sexo, no esperes a que aparezcan otros problemas para pedir ayuda psicológica.