“Me he acostado con mi compañero de piso”: Cómo evitar que el sexo arruine la convivencia
Marina Pinilla
El sexo entre compañeros de piso es una fantasía para algunos, pero es un caos si se gestiona malPEXELS
Zoé, estudiante de 19 años, comparte sus dudas tras acostarse con un compañero de piso: “No sé si volverá a pasar, si hacer como que nunca ha ocurrido o qué”
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Todos tenemos claro que acostarse con un compañero de piso no es la mejor idea, pero a veces el deseo pesa más que nuestra capacidad de raciocinio, tal y como le ocurrió a Zoé, una estudiante de farmacia de 19 años que tuvo sexo con su compañero de piso. “Ahora me da miedo que la convivencia se vaya a la mierda”, comparte con Yasss, “y además estoy un poco confusa porque no sé si siento cosas, si hacer como que nunca ha ocurrido o qué”. ¿Es posible evitar que el sexo arruine la convivencia? La respuesta es sí, pero siguiendo unas pautas.
He tenido sexo con un compañero de piso, ¿y ahora qué pasa?
Aunque compartir piso puede ser muy divertido, también conlleva muchos retos: coordinarse para realizar las tareas del hogar, aceptar las diferencias entre cada compañero de piso, poner límites personales, crear reglas de convivencia y aprender a ceder cuando eres tú quien se equivoca. Si añadimos el sexo a la ecuación, el resultado es caótico.
Independientemente de si es ‘un calentón’ o algo más serio, el sexo entre compañeros de piso puede dar pie a un cambio en la relación. Habéis pasado el límite y ya no sois solo compañeros de piso, pero tampoco sois pareja ni amigos como tal. Es algo difícil de definir, y esa incertidumbre puede provocar estrés, problemas de comunicación y malestar en tu hogar, cuando este lugar debería ser sinónimo de calma.
En segundo lugar, tenéis que decidir si el resto de compañeros de piso van a saber lo que ha pasado. Si no se lo contáis, tendréis libertad para actuar ajenos a sus opiniones, pero corréis el riesgo de que tarde o temprano se enteren y haya tensión generalizada en la convivencia. En cambio, si se lo contáis, os sentiréis más liberados, pero la actitud de vuestros compañeros de piso puede cambiar.
En resumen, el sexo no solo afecta a la convivencia entre la persona con la que te has acostado y tú, sino que puede trastocar todas las dinámicas del hogar con otros compañeros de piso.
Cómo evitar que el sexo arruine la convivencia
La comunicación asusta, pero ayuda. Es muy tentador fingir que no ha pasado nada, pero tarde o temprano uno de los dos sentirá la imperiosa necesidad de hablar y quizá lo haga en un mal momento: habiendo bebido, cuando alguno lleve a otra persona a casa, delante de todo el mundo… Evita esta situación tan desagradable comunicándote desde el principio.
¿Qué es lo que quieres tú? Si necesitas algo de tiempo para aclarar tus ideas, díselo a tu compañero de piso. Lo importante es que descubras qué es lo que ha significado el sexo para ti y qué quieres que pase ahora.
¿Qué quiere tu compañero de piso? Es tan importante escucharte a ti como escuchar a la otra persona. Permítele explicarse y respeta sus necesidades. Si tú quieres algo más, pero él o ella no, está en todo su derecho.
Podéis cambiar de opinión. Aunque ahora mismo veáis la situación de una manera, vuestros sentimientos o necesidades pueden cambiar. Si eso ocurre, habladlo de nuevo sin miedo.
Cread unas nuevas reglas de convivencia. Dejad claro lo que os gustaría hacer y recibir ahora que habéis cruzado el límite. ¿Podéis llevar a alguien a casa? ¿Podéis hablar del tema o mejor fingir que no ha pasado nada? ¿Queréis estar una temporada con contacto mínimo o preferís mantener el mismo nivel de amistad que antes? Plantead cualquier duda que se os planteé para que la convivencia no se vea deteriorada.
Uno se está enamorando… ¿Qué hacemos? Lo ideal es poner un poco de distancia si uno de los dos siente más que el otro. De lo contrario, podéis haceros daño. En otras palabras, nada de sexo porque aumentará el enganche y el sufrimiento. Por otro lado, tened algo de empatía para preservar la convivencia y si ligáis con alguien, evitad restregárselo por la cara al otro.
Que no seáis pareja no significa que no tengáis obligaciones. Si seguís acostándoos y no ponéis etiquetas a lo vuestro, es muy fácil caer en la creencia de «como no somos pareja, no le debo ninguna explicación ni tengo ninguna obligación». Falso. Existe un vínculo, aunque no sea una relación seria y, por lo tanto, debe existir cierta responsabilidad afectiva.