El autor de El fuego del fin del mundo es Wendell Berry, una de las voces críticas más respetadas del mundo. A través de una treintena de textos, nos muestra su sentido de la buena vida, apelando a la autosuficiencia, a un ritmo de vida más lento, a la recuperación del asombro frente a la naturaleza, a la “sobriedad feliz”.
“Ve más despacio, presta atención, produce cosas que merezcan la pena, confórmate con menos, disfrútalo más”. Es la fórmula mágica para la buena vida que propone uno de los pensadores estadounidenses más respetados, Wendell Berry. Filósofo, novelista, poeta y granjero, es una figura referencial para un tiempo marcado por la lucha contra el cambio climático.
Su sabiduría y lucidez están compiladas en El fuego del fin del mundo (Errata Naturae) donde, desde la calma, denuncia el poder de las empresas que devora la naturaleza, a la vez que critica el cosmopolitismo, el individualismo desarraigado que menosprecia lo rural. Apela a la autosuficiencia, a lo que él llama “sobriedad feliz”.
Hace más de cincuenta años que Berry dejó su plaza de docente en la Universidad de Nueva York para regresar a Kentucky, dejando boquiabiertos a su colegas que no entendían cómo este sabio lo dejaba todo para confinarse en una granja. Y allí sigue a sus 85 años, arando las tierras con sus caballos, escribiendo a lápiz y disfrutando de la naturaleza. No lo hace por nostalgia o por esnobismo. Forma parte de su concepción profunda de la existencia, de hacer su vida más placentera.
Esta manera de ver el mundo ha emocionado a Ceferino Cañibano, de la librería Oletvm, de Valladolid (Plaza del Salvador S/N), que nos recomienda esta obra para acercarnos a las ideas claras, sencillas y precisas de Berry.