Dicen que calma a las fieras, que palia el dolor del alma, que es arte entre las artes, que inspira y alegra los corazones al mismo tiempo en que tiene el don de encogerlos y conmoverlos con inusitada sutileza. Tan capaz de hacer que se erice nuestro vello como de lograr que nuestro cuerpo se active e irremediablemente abrace su compás. La música, desde el principio de los tiempos, es uno de los regalos más valiosos que nos ha brindado la vida. Inmortal, eterna, recogiendo ritmos, influencias, historias populares y culturas, su variedad es tan vasta, tan extensa, que no hay nadie que en su sano juicio no encuentre refugio en sus notas. Se adapta a todos los gustos y sobrevive a todas las épocas, reservando siempre la ocasión de sorprendernos con algo nuevo. Es parte de la magia de un arte que sabe jugar con el sonido y el silencio.
No es un mero ensayo de melomanía. Son múltiples las voces que entonan la misma canción: ‘la música es muy positiva para nuestra salud y para el bienestar del individuo’. Los expertos no se cansan de decirlo, y avalan con múltiples estudios sus palabras. Uno de los últimos fue el desarrollado por Lyz Cooper, de la Academia Británica de Terapia de Sonido, con el apoyo del servicio de música en streaming ‘Deezer’. En él, analizaron cómo los individuos de una muestra de más de 7.500 personas utilizaban la música para procesar las emociones. Y lo que hallaron fue que el 90% contestaba que la usaba para relajarse y el 82% para sentirse feliz. Casi la mitad subrayaba que lo hacía para superar la tristeza, mientras un 28% reconocía que la usaba también para controlar la ira. Una tercera parte aseguraba que con la música mejoraba sus niveles de concentración. Es decir, de un modo u otro, todos reparaban en los aspectos positivos y beneficiosos de la música.
Según el estudio, sus efectos terapéuticos empiezan a hacerse evidentes después de 11 minutos escuchándola, si bien para experimentar la emoción de la felicidad bastan tan solo cinco. Por eso Lizz Cooper hace hincapié: “Dedicar cada día un poco de tiempo a escuchar música que desencadena diferentes emociones puede tener un impacto beneficioso enorme para nuestro bienestar”.
“Escuchar canciones felices incrementa el flujo sanguíneo en áreas del cerebro asociadas con la recompensa, al tiempo en que disminuye el flujo hacia la amígdala, la parte del cerebro asociada con el miedo”, afirma, en declaraciones recogidas por IQ Magazine.
Exactamente 78 minutos: ese es el mínimo de tiempo que debemos dedicar al día a escuchar música para aprovechar sus beneficios en la salud de cuerpo y mente. Es lo que defiende el estudio, que en un afán de explorar cuestiones menos investigadas se aventura a distribuir ese tiempo en cinco bloques asociados a cinco emociones diferentes:
Es el arte como receta, y corresponde a cada uno administrarse la dosis. Que no falte la música, por favor.