Vacunas que introducen chips 5G, que hacen que seas positivo en VIH, o que esterilizan… La pandemia ha disparado el número de bulos hasta límites insospechados llegando incluso a viralizarse vídeos que decían que la nieve del temporal Filomena no era nieve. Y si todos estos bulos se difunden es porque hay gente dispuesta a creérselos. Cómo alguien es capaz de dar por bueno teorías así de disparatadas es lo que explica Ramón Nogueras (Granada, 1976) en su libro ¿Por qué creemos en mierdas? Con un estilo divulgativo muy didáctico, entendemos el proceso por el cuál ninguno estamos exento de creernos la primera mentira que nos cuenten. Pero hay un motivo para el optimismo, poco a poco vamos identificándolas antes.
Pregunta: Cuestionas la capacidad racional del individuo porque nos tenemos en mayor estima de lo que realmente razonamos, ¿no somos tan listos como nos creemos?
Respuesta: Más listos no lo sé pero como mínimo más racionales seguro que sí y de hecho hay abundantes investigaciones en psicología que demuestran que somos buenísimos detectando sesgos e influencias sociales en los demás, pero nosotros creemos que estamos mágicamente exentos de esta influencia
P: A la hora de creer en cuestiones equivocadas como que es más peligroso viajar en avión que en coche señalas que la repetición en medios de comunicación contribuye a creer ese hecho. Los bombardeos informativos, ¿contribuyen a asentar falsas creencias?
R: La prensa no te puede decir qué pensar pero sí te dice en qué pensar. Cuando algo se representa mucho en prensa tendemos a atribuirle una mayor importancia. Cuando la prensa habla de criminalidad todo el día, la gente tiene la sensación de que está subiendo y la verdad es muy distinta porque estamos en mínimos históricos, siendo esto una tendencia que lleva décadas en occidente. Los que quieren seguir pensando que la criminalidad está subiendo se aferran a que algunos delitos sí han experimentado un crecimiento, como por ejemplo las violaciones pero eso puede deberse a que efectivamente se cometen más agresiones sexuales o puede deberse a que esas agresiones que antes no se denunciaban ahora sí se denuncian. Pero la gente tiene la sensación contraria por el bombardeo que constantemente que se realiza desde los medios acerca de delitos e inseguridad.
P: Señalas que la imprenta ya se usó en la Francia de Luis XIV para difundir bulos, el genocidio Rowinga encontró una gran ayuda en Facebook, ¿parece que estamos programados para creernos la primera mentira que nos cuentan de manera sofisticada?
R: Lo que ha hecho la tecnología no es hacer el bulo más creíble ni a nosotros más crédulo, sino que se propague más rápido. O sea los franceses del siglo XVII que leían bulos sobre el cardenal Mazarino y sobre Luis XIV no eran más crédulos que los franceses de ahora. Pero con la imprenta el bulo empezó a llegar más lejos y más rápido. Un bulo se difunde a la velocidad que lo permite el medio. En la época de Luis XIV, el bulo viajaba a la velocidad de un carromato, ahora va a una velocidad instantánea desde una granja de bots en Rusia. Y al ir más rápido y de una forma incontrolable hacen que les puedas dar de credibilidad simplemente porque se repiten mucho.
P: La mentira mil veces repetida acaba siendo verdad
R: Absolutamente. Tendemos a valorar como más cierto aquello con lo que estamos más familiarizados. Cuando escuchas muchas veces una noticia acabas pensando que es verdad simplemente porque te suena mucho. Eso es un riesgo porque es con lo que juegan los que difunden noticias falsas. Lo hemos visto con el tema de las vacunas. Al hablar constantemente de problemas con personas que han sido vacunadas, la gente ha terminado dudando sobre si ponerse o no la vacuna.
P: Hay gente que es propensa a creer en todo tipo de mierdas y dices que son como los politoxicómanos, ¿por qué actúan de esta manera?
R: No existe un perfil más propenso a creer bulos. En las circunstancias correctas, todo el mundo puede creer cosas que no son verdad. Existe un afán de consistencia en las personas. Una vez que empiezas a relajar el umbral de creencia para aceptar ciertas ideas, se relaja para todo. Si tú crees que las estrellas pueden controlar tu destino, ¿por qué no vas a creer que el futuro se puede predecir mediante cartas? ¿Por qué no vas a creer en la influencia invisible de origen sobrenatural si ya crees en una? Si crees que eres una persona que no está cegado por la verdad oficial y que eres una persona que va más allá y que no se queda con las frías explicaciones científicas, por propia consistencia te va a empujar a abrazar más creencias de este tipo para reforzar que la imagen que tienen de ti mismo.
P: O sea, que si se cruza el rubicón entras en una espiral de credulidad de la que no es fácil salir
R: Pero esto no pasa solo con cuestiones sobrenaturales. Una investigación de Richard Weisman dice que la persona que más posibilidades tiene de comprar un libro de autoayuda es la que ya ha comprado otro en los últimos seis meses o un año. Una vez que te ves como una persona preocupada por el desarrollo personal te sientes impulsada a comprar estos libros. Y si esos libros te dieran verdaderas soluciones, con leerte uno ya sería suficiente. La radicalización en política actúa igual. Una vez que empiezas a cometer ciertas acciones por consistencia contigo mismo, actúas de una forma cada vez más extrema.
P: ¿No hay forma de dar marcha atrás?
R: Se puede, claro que se puede. El caso de David Saavedra que abandonó los movimientos de extrema derecha después de 20 años es una prueba. Pero supone un desafío muy importante porque tu instinto es mantener tu esencia y cambiar tu identidad es muy difícil y muy complicado.
P: Las disonancias cognitivas o como vivir con nuestras contradicciones explican hasta qué punto nos logramos engañar a nosotros mismos. ¿Una disonancia cognitiva es una forma de engañarse a uno mismo para no aceptar una realidad incómoda?
R: Es una forma de encontrar una resolución a una situación contradictoria incómoda. Nosotros ansiamos la consistencia y la disonancia cognitiva es tener dos pensamientos incompatibles. El tabaco lo ilustra muy bien. Todos sabemos que fumar mata, pero la gente fuma. La consecuencia lógica de esos dos predicados es que la gente es gilipollas. Eso es una realidad incómoda y como dejar de fumar es difícil, por eso nos inventamos justificaciones como de algo hay que morir, mi tío se murió a los 95 años y fumaba… Al final, tenemos que vivir con nuestra inconsistencia y buscamos justificaciones placenteras que nos permitan mantener esas conductas al mismo tiempo que justifican de una forma coherente.
P: ¿La manipulación del lenguaje forma parte también de creamos mentiras?
R: Absolutamente. Hay un experimento curioso de los años 70 que habla de una pandemia venida de Asia que empieza a diezmar la población. Se presenta a la población los datos para elegir entre dos potenciales tratamientos que son igual de eficaces, pero tal y cómo se presentaron los datos en los que el tratamiento A tiene un porcentaje X de mortalidad y el tratamiento B tiene un porcentaje de supervivencia hizo que la gente se decantase por este último. Solo la forma en que se planteaba la pregunta, hacía que la gente eligiera un tratamiento u otro.
P: ¿Por qué nos movilizamos con emociones negativas?
R: Por un lado estamos programados para prestarle más atención a lo negativo que a lo positivo, porque es beneficioso para tu supervivencia. Si se te escapa una presa, puedes cazar otra, pero si no prestas atención a una amenaza puedes morir. Esto se llama sesgo de negatividad. Además, la ira nos hace sentir bien porque nos hace sentir que tenemos razón y que somos justos. Indignarse es positivo, porque cuando estás indignado eres el sujeto de una injusticia y la enmiendas. Por tanto, eres una persona virtuosa y por eso te sientes bien contigo mismo.
P: Esto explica el surgimiento del 15M.
R: No solo el 15M, también la ultraderecha. Todos estos movimientos políticos se basan en la indignación. La semana pasada salió el dato de que la criminalidad estaba en un mínimo histórico y sin embargo leemos a gente de derecha diciendo las violaciones han subido porque quieren arrimar el ascua a su sardina de que las violaciones solo las cometen inmigrantes, cosa que no es verdad. Con ese discurso te sientes bien, porque tú eres mejor que ellos, que vienen a violar, no como nosotros. Eso es falso.
P: Dices que las imágenes de procesan cada vez más rápido y sin reflexionar por lo que es más fácil que no seamos conscientes del bulo que contienen. Teniendo en cuanta que nuestra sociedad cada vez es más audiovisual, ¿hay motivos para el optimismo?
R: Yo creo que sí. Estamos viviendo un periodo de adaptación a una nueva tecnología y todavía nos estamos haciendo con ella. Al mismo tiempo que se perfeccionan estas herramientas de persuasión también vamos tomando conciencia de ellas y se va divulgando cómo evitarlas. Es lo mismo que pasaba antes con la televisión. Al principio, se consideraba que era una máquina de lavar cerebros y ahora ya no tenemos esa concepción de la televisión. No porque los contenidos hayan cambiado, sino porque entendemos los límites de su influencia. Se empieza a regular esa influencia y se limitan sus efectos. Cuando vemos la televisión de hace 30 años, la gente fumaba y ahora no es así. Yo creo que en el futuro vamos a aprender a hacer un mejor uso de las redes sociales, y eso pasará por tener regulaciones y por aquí tendrá que haber una implicación por parte de las instituciones. Y además es una cuestión urgente, porque estamos viendo que son bastante dañinas para la convivencia y para la salud democrática de un país. Estados Unidos ha sido el ejemplo más extremo, pero en España, las redes sociales también han contribuido a la polarización del discurso político.