¿Tiene EE. UU. pruebas de vida extraterrestre en una base secreta de Nuevo México? ¿Sigue vivo Elvis Presley? ¿Los atentados del 11S y del 11M fueron obra de Al Qaeda? Aunque mayoritariamente las respuestas a estas preguntas sean negativas, un porcentaje significativo de la población responde de forma positiva. Es lo que se llama Pensamiento conspiranoico (Arpa, 264 págs)Pensamiento conspiranoico y sobre ello reflexiona el periodista Noel Ceballos (Madrid, 1985).
En una época en la que el presidente de EE. UU. logró convencer a sus seguidores de que le habían robado las elecciones sin aportar una sola prueba y que pese a los cuatro millones de fallecidos por covid todavía hay quien cuestiona si el virus existe o no, la capacidad de la población por creer teorías inverosímiles no deja de sorprendernos.
Pregunta: ¿La conspiración es una respuesta simple sin respaldo empírico a eventos complejos?
Respuesta: Muchas veces sí. Es una respuesta simple y tranquilizadora. Para mucha gente es más confortables pensar que hay un plan aunque sea un plan malvado que conlleva una manipulación de las masas a pensar que estamos en manos del azar y del caos. Lo que les da miedo es que no haya un plan y prefieren inventar uno.
P: La conspiración nace con los illuminatti durante la revolución francesa según cuentas en el libro, ¿podemos concluir que la llegada de la Ilustración y el retroceso de las religiones suponen un campo abonado para las conspiraciones?
R: Sí, quizá sí. La gente necesita creer en algo. De hecho, los primeros pensadores conspiranoicos eran párrocos. Además, la Revolución Francesa es la primera vez en la historia en la que el pueblo ya es un agente de cambio. Hasta entonces había complots por el poder, pero con la toma de la Bastilla, las conspiraciones por el poder no son cosas de poderosos sino que se implica al pueblo llano. También el pensamiento conspiranoico tiene mucho de secta religiosa y la gente que está metida en la conspiranoia parece que ha sido abducida por una secta.
P: Trazas una línea temporal entre los movimientos conspiranoicos a partir de la cábala y los protocolos de Sión hasta la llamada derecha alternativa, ¿la conspiración tiene ideología o también hay conspiranoia de izquierdas?
R: Sí, que la hay. Lo que pasa es que por alguna razón está derecha alternativa la sabe instrumentalizar muy bien. Para el populismo de derechas la conspiración es una herramienta muy útil porque vendes la idea de un enemigo, casi siempre exterior. Así tienes un chivo expiatorio al que echarle la culpa de todo. La sociedad va mal por culpa de los inmigrantes o de la izquierda, que además está en manos de una cábala secreta satánica. Por ejemplo en Estados Unidos, la conspiración de QAnon se basa en que el Partido Demócrata está tomado por satanistas que además trafican con niños. Pero hay conspiraciones de todo tipo de ideología no solamente de ultraderecha.
P: De hecho, hasta hace no muchos años en algunos discursos de izquierda era fácil encontrar lo que se llamaba izquierda magufa que denunciaba las políticas de las farmacéuticas
R: Es que las conspiraciones no tienen que ser siempre a gran escala. Sí que es verdad que este pensamiento homeopático y de medicina alternativa muchas veces tiene algo de conspiranoico con dos elementos que se ven muy bien. Por un lado está la rebeldía; yo me declaro en rebeldía de la ciencia moderna porque no me fío. Y por otro lado está la desconfianza. Por eso no te fías de los médicos, de las farmacéuticas y de los medios que están controlados por las farmacéuticas. Así, la solución es elegir remedios naturales para curarte una dolencia.
P: La conspiranoia nace de la sospecha y el escepticismo y querer articular un relato alternativo al oficial. ¿Cómo pasamos de una actividad sana como es la desconfianza y el querer saber más a un comportamiento conspiranoico?
R: El pensamiento crítico es muy importante y el escepticismo es muy sano y debemos practicarlo. Los conspiranoicos dan ese salto cuando lo convierten en algo patológico y creen que hay una sola teoría de la conspiración capaz de explicarlo todo. Cada pequeña cosa que ocurre se puede encajar en esa teoría. Los conspiranoicos ven toda la vida a través de unas gafas que te pones y experimentan toda la realidad a través de ellas.
P: La conspiranoia nos puede parecer ahora un chiste, pero en España durante mucho tiempo estuvimos alerta de los peligros del contubernio judeomasónico
R: Franco convirtió a sus enemigos personales en enemigos de España. Y además los junta en un único ente que es la conspiración judeo-masónica-comunista, empeñada en hundir España. De alguna manera eso actúa como pegamento social y los españoles hacen piña ante el enemigo exterior. La gente se cree que hay fuerzas internacionales empeñadas en destruir a España.
P: Pero en aquella ocasión era el recurso para sobrevivir de una dictadura aislada internacionalmente, ahora nos encontramos con que la conspiranoia está presente discursos políticos de primer nivel
R: Es que la política populista ha dado un giro en los últimos años. Sucedió en 2016 con la victoria de Donald Trump y con el referéndum del Brexit. Hemos dado un salto al vacío con una serie de verdades y de hechos compartidos por todos que parecían irrefutables y se han empezado a desvanecer gracias a la desinformación. La política ha cambiado y recurre a otras prácticas más populistas. Y el populismo y el pensamiento conspiranoico se llevan muy bien.
P: El concepto de falsa bandera ¿es la cuadratura del círculo para justificar lo injustificable?
R: Es la gran obra maestra de la conspiración. La gran filigrana. Lograr esa desconfianza en la versión oficial nunca queda más claro que con los ataques de falsa bandera. No hay nada más más paranoico que pensar que tu propio gobierno te está engañando y utiliza la falsa bandera para avanzar en una agenda o para tener un casus belli. Los ataques de falsa bandera llegaron a su cénit con el 11S. Que el propio gobierno necesitaba una excusa para invadir Afganistán e Irak y entonces se hizo a sí mismo estos atentados. Mucha gente tuvo su gran despertar conspiranoico en esta generación gracias al 11S y a la falsa bandera.
P: Luego tuvimos la versión española con el 11M
R: Sí, aquello estuvo apoyado por una serie de medios de comunicación que años después siguieron defendiendo esa teoría de la falsa bandera. Y ahí siguen. Muchos de los llamados peones negros siguen ahora mismo en los medios de comunicación y no tiene ninguna consecuencia para ellos.
P: Entramos en la responsabilidad de los medios al difundir estas teorías ¿Qué grado de culpa tienen los medios al servir de altavoz para determinadas ideas sin contrastar?
R: Hay un grado de responsabilidad muy grande y muchas veces además se hace en busca de titulares amarillista o click bait. O para dar una versión de los hechos más espectacular y alejada de la realidad que suele ser más aburrida. Se hace todo a cambio de conseguir visitas y de conseguir más páginas vistas. Se ha jugado a ese juego tan peligroso y se ha sacado el genio de la lámpara y ahora es muy difícil volver a meterlo. Cuando un bulo empieza a circular, lo hace siempre mucho más deprisa que su desmentido. Es muy peligroso y los medios de comunicación tienen grandes responsabilidades en estos procesos.
P: El espionaje en la guerra fría contribuyó a crear secretismos y eso sirvió de caldo de cultivo para la conspiranoia. ¿La transparencia debilitaría la conspiranoia?
R: Sí creo que ayudaría a combatirlo eso desde luego pero no sé si acabaría del todo con el pensamiento conspiranoico. El pensamiento conspiranoico no se va a dejar convencer tan fácilmente por esa transparencia, porque en el momento en el que empiezas a desconfiar de la versión oficial no te vas a creer nada. Esa transparencia puedes pensar que está manipulada. Y sobre todo porque es una situación de David contra Goliat. El paranoico siempre va a desconfiar y dudar si se le está contando la verdad. Eso ya está ocurriendo. En los últimos años, hemos destapado grandes escándalos de corrupción gracias a que ahora el escrutinio es mucho mayor y hay una serie de mecanismos que impiden al poder salirse con la suya. Y sin embargo, sigue existiendo esa desconfianza. No sé si el pensamiento conspiranoico desaparecerá en algún momento porque esa desconfianza hacia la versión oficial es mucho más poderosa que 20.000 investigaciones con luz y taquígrafos.
P: Es aquel poster de Expediente X, “I want to believe”
R: Es un virus mental. Desde fuera es muy fácil ver que algo es irracional. Pero cuando coges ese virus toma por completo el control de tu mente. Hay mucha gente que se convence no porque las explicaciones tengan sentido, sino porque realmente quieren creer. Esa teoría extravagante les parece mucho más atractiva y mucho más fascinante que la realidad.
P: Ni siquiera cuando los hechos contradicen su pronóstico parecen rectificar, como les pasa a los seguidores de QAnon que pensaban que Trump no saldría nunca de la Casa Blanca
R. Hay gente que sigue creyendo en QAnon y llegan al paroxismo de afirmar que la presidencia de Biden es mentira. Joe Biden es simplemente una marioneta de trapo. Y han decidido hacer eso para que las élites pederastas de Hollywood se confíen. Todo es pura fachada y están creando la ilusión de que Biden es el presidente pero quien maneja los hilos en la sombra sigue siendo Donald Trump. Y van a seguir creyendo esto y les va a dar igual cualquier investigación. En el fondo lo que les pasa es que invirtieron muchos años de su vida y muchos esfuerzos en QAnon. En el momento en que eso se viene abajo porque entran en el Capitolio para encontrar las pruebas del pucherazo electoral y no encuentran nada y no solo eso, sino que además van a la cárcel, solo les quedan dos opciones. O reconoces que has perdido un montón de tiempo y años de tu vida con algo que era falso. O apostar el doble y contra viento marea y contra toda lógica seguir creyendo porque es demasiado tarde ya para volver atrás.