El 15 de mayo de 2011 era un domingo primaveral en mitad de una campaña electoral para elegir alcaldías y gobiernos autonómicos en España. Con la crisis económica golpeando con dureza, todos los pronósticos auguraban una victoria del PP en detrimento del PSOE que, al dirigir el gobierno de la nación, estaba sufriendo el mayor desgaste. Sin embargo, esa tarde de domingo en la que presumiblemente no iba a pasar nada, había convocada una manifestación por una decena de colectivos sociales que hasta entonces no tenían una gran presencia mediática. Democracia Real Ya, Juventud sin Futuro, #NoLesVotes… entre otros convocaron movilizaciones en diversas ciudades españolas bajo el lema “No somos mercancía en manos de políticos y banqueros” y coreaban consignas como “No nos representan”. La manifestación concluyó sin mayor repercusión que la lectura de un comunicado en la Puerta del Sol. Pero después de todo, un grupo de jóvenes, hartos de la situación, decidió acampar en el kilómetro cero de todas las Españas. Aquella acampada fue el comienzo de un movimiento que cambió la política española para siempre.
Diez años después, Cristina Monge (Zaragoza, 1975) profesora de sociología de la Universidad de Zaragoza ha editado el libro Tras la Indignación (Gedisa, 256 págs) en el que se abordan los distintos aspectos de aquel movimiento. Araceli Mateos, Carol Galais y Eva Anduiza analizan los cambios en las actitudes políticas; Borja Barragué recuerda los temas que introdujo el 15M en la agenda mediática y política; Jorge Lago, David Pac, Jaime Minguijón, Marina Pera, Yunailis Salazar, Iolanda Bianchi, Beltrán Roca, Víctor Peña y María Ribón analizan la experiencia de los ayuntamientos del cambio; mientras Antoni Gutiérrez, María Corrales, Alán Barroso, Raúl Rojas y Miguel Álvarez, analizan el cambio que supuso el movimiento en la perspectiva comunicativa.
P: ¿Hemos dejado de ser mercancía en manos de políticos y banqueros?
R: Tenemos menos sensación, pero yo creo que hay sectores sociales que lo siguen siendo. Esta semana se ha aprobado la ley que regula el tema de los riders que es un avance aunque deja muchas cosas pendientes. Los procesos sociales que han tenido lugar en estos diez años no nos han alejado de esa idea de seguir siendo mercancía en manos de banqueros. La crisis económica de 2008 remontó hace unos años, ahora estamos en mitad de la pandemia y vamos a ver qué pasa ahora con las consecuencias económicas. Es cierto que se están poniendo en marcha mecanismos de protección que hace diez años no existían y eso rebaja la percepción que tenemos pero estamos muy lejos de que eso se haya terminado. Sobre todo porque hay una mayor dualización social. Volviendo al tema de los riders, por ejemplo. Aproximadamente, el 50% tiene formación universitaria y están cobrando entorno a ocho euros la hora de trabajo. Ahí vemos que sigue habiendo sectores muy concretos que siguen siendo mercancía.
P: ¿Crees que el 15M fracasó como el Mayo del 68, pero consiguió sus objetivos después de muerto?
R: Para nada. Es que no comparto que fracasara. Yo creo que el 15M, como todo movimiento social, tiene como función señalar las fallas del sistema. Los movimientos sociales no son máquinas de gestionar los movimientos sociales señalan cuáles son las fallas del sistema y luego son los partidos políticos y las instituciones las que tienen que saber interpretar esas denuncias que muchas veces son los malestares difusos y transformarlas en propuestas políticas concretas que se usan en esos problemas. El 15M diagnóstico muy bien los males de ese tiempo y emitió señales muy claras de cuáles eran. De hecho, algunos siguen vigentes. Que algunos de los problemas que señalaban no se solucionaran no es algo imputable al movimiento social, sino al conjunto político institucional que es el que tiene que intervenir. Es absurdo pensar que las plazas tienen que poner una solución al problema de la vivienda. No. Las plazas ponen el foco en que hay un problema de acceso a la vivienda, que hay un problema de infravivienda, que hay un problema de precios prohibitivos y que esto tiene consecuencias en la emancipación, en la intimidad de la familia… Pero una vez que eso se diagnostica, el movimiento social no puede aprobar una ley o acordar si hay que subir o bajar los alquileres o cómo se gestionan los precios de la vivienda. Son los partidos y las instituciones quienes tienen que solventar esos problemas.
P: ¿La nueva política ha demostrado tener una vida muy corta?
R: Eso que llamamos la nueva política que surge a partir del ciclo de indignación que genera el 15M es un ciclo que ha terminado, independientemente que los partidos que se consideran los representantes de la nueva política todavía esté por ver qué pasa con ellos. Pero la idea de nueva política como tal que toma forma en hacer política con partidos más horizontales, más participativo, menos presidencialistas... Todo eso sí ha fracasado. Pero en política no existe el espacio vacío y las necesidades siguen ahí. Si según el eurobarómetro, el 90% de la ciudadanía dice que no confía en los políticos es que hay que seguir innovando en política. Y hacerlo muchísimo. Eso pasa después de que la nueva política tenga ya siete años y no haya servido para paliar el problema desconfianza, ni la falta de adhesión de la ciudadanía al sistema
P: En su momento se dijo que el 15M era vacuna en España contra la ultraderecha ¿el efecto de esa vacuna se disipó pronto, si es que fue eficaz alguna vez?
R: El tiempo de inmunidad pasó, pero lo hizo porque la necesidad de recuperar una noción de la política útil para la ciudadanía sigue estando ahí. En estos momentos, la diferencia entre el votante medio del PP y el de VOX es la idea de indignación y protesta contra el sistema. No es que quiera hacer un paralelismo entre el 15M, Podemos y VOX, pero sí es cierto que VOX recoge mucho voto descontento y voto cabreado de corte de mangas.
P: En el tiempo que surge el 15M, se producen las protestas de Grecia, la revolución de las cacerolas en Islandia, Ocuppy Wall Street y poco antes ha tenido lugar la primavera árabe. Todas parecían pedir cosas similares: desarrollo democrático y sin embargo la situación de partida entre el norte y el sur del Mediterráneo no tenían nada que ver, ¿a qué crees que se debe?
R: Yo soy muy prudente aquí. La primavera árabe fue anterior. Mucha gente dijo que había una oleada de democratización tanto en el norte de África como en el sur de Europa. A mí me cuesta mucho poner en el mismo plano las dos cosas. La situación que estaba viviendo Egipto, Túnez, Marruecos… era muy diferente a la nuestra. Allí había un problema de carestía y de derechos básicos aparte de una pobreza tremenda. En España lo que había era una crisis financiera que enseguida es económica y luego social y acaba en crisis política. Vale que hubiera gente que viajó allí y aprendió cosas. Ese tipo de conexiones siempre existen, pero en lo que fue el 15M, como movimiento en España no resiste un paralelismo con la Primavera Árabe. Otra cosa es que Os Brancosos de Portugal, La Nuit Debout de Francia, las protestas de Grecia, Ocuppy Wall Street… Todos estos sí tienen semejanzas, porque estamos hablando de Occidente, que se vio golpeada por la crisis financiera de 2008, que afectó a todo Occidente.
P: Estos movimientos que surgieron como respuesta a la crisis financiera de 2008 pedían profundizar en el desarrollo democrático, ahora con la pandemia la sensación es que las democracias han sido más disfuncionales y que estados autocráticos como China han sido más eficaces al tener menos trabas jurídicas y poder usar herramientas de video vigilancia, ¿Está amenazada ahora la democracia?
R: Primero de todo, ¿nos creemos primero nos creemos lo que nos cuenta China? Porque habría que averiguar cuándo tuvieron los primeros casos, cuándo reaccionaron… Yo honestamente no creo que nos podamos comparar porque la información que tenemos de China no es muy fiable. En segundo lugar, puede que las democracias occidentales hayan sido menos eficaces a la hora de gestionar los problemas inmediatos. ¿Eso quiere decir que la eficacia habría que basarla en el autoritarismo? No creo que sea así. Tercero, lo que han respondido mejor han sido las sociedades comunitaristas, no las individuales. Y ahí el ejemplo es Corea del Sur. La clave no es tanto que los gobiernos sean de ordeno y mando sino que las sociedades tengan una muy alta conciencia de la obligación social. Ese sentimiento es cierto que está más arraigado en Asia, cosa que en Europa, no es así.
P: ¿Se puede decir que el mayor logro del 15M fue jubilar a la generación de la Transición y cuestionar su valor fundacional de la España democrática?
R: Produjo un relevo las élites, pero no en todos los ámbitos. Yo entrevisté a Rubalcaba para mi tesis doctoral y fue el primero que me dijo la expresión “el 15M nos mostró que el sistema tenía aluminosis”. Hasta ese momento vivíamos en los mundos de yupi. Se aprecia hasta la crisis de 2008. Los movimientos sociales de protesta eran una cosa muy minoritaria. Vivíamos en una burbuja creciente en la que teníamos unos niveles de consumo enormes. Y cuando la burbuja pinchó salió el 15M y señaló que había problemas de fondo. Que esto no consistía solamente en que habían reventado algunos bancos norteamericanos. Había problemas de fondo nuestros. Para mí ese es el mayor logro. Además, eso supone que ante ese momento, la generación que del 78 empieza a dar un paso atrás. También es verdad que se produce un relevo en las élites muy importante, no tanto en ese momento, como a partir de entonces, que podemos decir que comienza un ciclo nuevo. El sistema de partidos, por ejemplo, en España es el mismo entre el 78 y 2015. En 2015 salta por los aires y ahí seguimos. Y no tenemos nada que se parezca un sistema de partidos estable. Al revés cada vez que se abren las urnas un partido se dispara en voto o se hunde en la miseria o las dos cosas. Fue un momento de punto de inflexión. Con el 15M, empezó un nuevo ciclo político y social en España que todavía estamos a la espera de ver cómo se concreta.
P: La guerra del Golfo del 91 supuso el espaldarazo para las televisiones informativas 24H como la CNN. ¿El 15M supuso lo mismo para las redes sociales?
R: Esto es el cambio de paradigma comunicativo que se explica muy bien en los capítulos de Raúl Rojas y Miguel Álvarez por un lado en el de Antoni Gutiérrez por otro. Es un cambio que se produce tanto en los marcos comunicativos como en los instrumentos, que esos instrumentos son las redes. Por eso ha sido tan importante el 15M. Porque ya demostraba un modelo de sociedad y una protesta política distinta. Tiene también una impugnación al sistema de medios de comunicación y una apuesta por una comunicación diferente tanto en sus herramientas, como en su lenguaje y sus enfoques.