Los toros han vuelto tras la pandemia, con las ferias de Madrid y Sevilla, con buena entrada ambas, y esa vuelta a la actividad (que no a la “normalidad“, todavía con aforos restringidos) era una buena noticia para los taurinos hasta que se cruzó por medio el ya famoso bono cultural de 400 euros. Los jóvenes podrán disfrutar a muchas actividades, pero que se olviden de los toros, avisó el Gobierno.
La Fundación del Toro de Lidia, que defiende los intereses del sector, no tardó en rebautizar como “Ministerio de Censura” al de Cultura y le recordó al ministro Iceta que entre sus cometidos está defender y promocionar los toros, que son “patrimonio cultural” en virtud de una ley de 2013, y advirtió que irán a los tribunales para que el bono juvenil incluya la entrada a las plazas.
Chapu Apaolaza, portavoz de la Fundación, cree con los toros ocurre algo curioso: al que no le gustan se vuelve un poco prohibicionista. “Que piensen que pasaría si cualquier debate sobre libertad se abordara sobre el gusto o la experiencia de cada uno. Está muy bien ser no aficionado a los toros. Está muy bien que los toros te produzcan rechazo. Pero que piensen en otras cosas que ellos hacen y que pueden producir rechazo a otras personas”.
Pregunta: ¿Qué le parece la decisión del Ministerio de Cultura?
Respuesta: Creemos que es muy preocupante. Discrimina a la industria de la tauromaquia y a los ciudadanos que disfrutan de ella. Está el estereotipo de que los jóvenes no van a los toros y justamente los de 18 años es la edad con más aficionados nuevos. Detectamos una presencia inusitada: la de la franja de edad que va de los 16 a los 24 años. Muchos de estos jóvenes no van más a los toros por motivos económicos.
P: Han anunciado que irán a los tribunales.
R: En multitud de sentencias ha quedado demostrado que los gobernantes no pueden arbitrariamente desfavorecer a una manifestación artística en favor de otras. La única razón por la que no se incluye la tauromaquia en el bono cultural es porque no le gusta a una parte del gobierno con pretensiones censoras a las que la otra accede. Es intolerable. Nos preguntamos qué sucedería si los gobiernos aplicaran sus estándares de gusto cultural a todos los contenidos que se ofrecen a la ciudadanía.
P: ¿Por qué esa nueva afición juvenil en las plazas?
R: Nuestra interpretación es que muchos van atraídos por la libertad que representan los toros. Es una muralla ante la censura, ante la corrección política. Hoy en día la mayor barricada contra la cancelación es la fiesta de los toros. Los grandes mecanismos de censura políticos e intelectuales, todos con base difusa, han producido el efecto contrario. Hoy van muchos jóvenes a los toros atraídos por la libertad, por un mundo que no se pliega a los cánones de lo establecido.
P: ¿Hay suficiente información taurina en los medios públicos?
R: Las televisiones locales y autonómicas sí dan muchos festejos. Todos tienen grandes audiencias. Pero no se entiende que no haya toros en Televisión Española. Es incomprensible, dado que los mandatarios tienen el deber de proteger el patrimonio cultural, al que pertenecen los toros por ley, y fomentarlo. Los toros atraen a cinco millones de espectadores al año en las plazas y a 20 millones en total si contamos con los encierros y otros espectáculos taurinos.
P: ¿A qué lo achaca?
R: Es una manifestación de la cultura de la cancelación. Se asumió erróneamente que algo polémico como los toros no se podía dar, porque no gustaban a todo el mundo. Los toros son algo simbólicamente polémico y eso es lo que les hace interesantes: mostrar algo que no le gusta a todo el mundo. Por eso su falta de difusión es especialmente grave. Se borran los toros por polémicos y eso es el arquetipo de la cancelación, porque hay una minoría a la que no le gustan.
P: Algunas encuestas indican que la mitad de los españoles son partidarios de prohibir los toros.
R: Yo planteo mis dudas sobre esas encuestas. En un asunto tan polémico como los toros, la espiral de silencio pesa mucho. Yo no sé si se tiene en cuenta. ¿Cómo es posible que los toros no gusten y a la vez las plazas están llenas de jóvenes? ¿No será que se tiene miedo a decir públicamente que gustan? ¿No será que los toros se han censurado en los medios o en los colegios, donde algunos profesores han dicho a sus alumnos que si son aficionados a los toros son poco menos que unos pervertidos? Estamos hablando de 20 millones de espectadores al año. ¿Cómo es posible que la mitad de los españoles esté a favor de prohibirlo?
P: Por cierto, ¿estos chavales que van las plazas son todos de derechas?
R: No son de derechas ni de izquierdas. No hay un color político en los toros. El estereotipo viene porque el franquismo estableció los toros en la cultura popular para reforzar su autoridad (aunque a Franco no le gustaran). Y luego los partidos de izquierda han abandonado la bandera de los toros y se han sumado al ecologismo mal entendido, es decir, al animalismo. Han renunciado a defenderlos. Los han sometido a una censura presupuestaria.
P: A eso vamos. En 2013, según un estudio del profesor Juan Medina, la partida anual del Ministerio de Cultura para los toros fue de 65.000 euros. A cambio, el Estado ingresó 45 millones en IVA por las actividades taurinas.
R: Sí, más IVA que el cine español. No queremos oponerlo al cine, pero no recibimos apenas nada del Estado. A diferencia de la lectura, por ejemplo, no hay planes para el fomento de la tauromaquia, ni con este gobierno ni con el anterior. No se ayuda porque molesta, se asume presupuestariamente esa cancelación. Es grave.
P: Pero luego están las subvenciones municipales y autonómicas. El sector insiste en que hay un equívoco sobre esto.
R: Es absurdo relacionar la programación de los ayuntamientos con las subvenciones al toro. Se programan verbenas y pirotecnias y no se toman como una subvención. Por ejemplo, el encierro de San Fermín, que da fama a las fiestas de Pamplona, lo paga la organizadora de la corrida, la Casa de Misericordia, con los beneficios del festejo. San Fermín da de comer a muchas familias, y eso es gracias al toro. En Madrid, una empresa paga al Gobierno regional por explotar la plaza de Las Ventas. Recibe mucho dinero, igual que la propia ciudad, derivada de la promoción turística. ¿Quién gana más con los toros?
P: ¿No haría falta que el aficionado taurino alzara un poco la voz?
R: Puede ser. Pero el aficionado se ha visto muchas veces sin argumentos, porque eran vetustos y no funcionaban.
P: ¿Por ejemplo?
R: Que la primera razón para defender la tauromaquia es que atrajo a Federico García Lorca, Vargas Llosa o Picasso. Es una razón de peso, pero no puede ser la primera porque hay otros muchos premios Nobel que están en contra. Esto no es una encuesta de escritores. Esto es parte de la cultura de un pueblo. Esa es la primera razón para defender la tauromaquia. ¿Por qué tenemos que defender a Chopin o Picasso? No hace falta. Forman parte de nuestra cultura, definida por la UNESCO como costumbres, tradiciones y creencias que deben ser respetadas y promovidas por sus gobiernos incluso en su manera de ser minoritarias. La cultura es la manera en que se trasmiten y manifiestan las identidades de los pueblos, y su manera de estar en el mundo. Es la manera de sentir de un pueblo entero, aunque uno entienda que una manifestación concreta como los toros sea un arte. La única línea que no se debe rebasar es la de los derechos humanos.
P: ¿Los animales no tienen derechos?
R: No son sujetos de derecho. No tienen voluntad ni responsabilidad sobre sus actos. Si un toro me pega una cornada no lo voy a denunciar. Es absurdo. La pregunta es: ¿los animales tienen derecho a la vida? ¿Tienen derecho a la vida los pollos, las gallinas los cerdos? ¿Tienen derecho a la vida los 700 millones de animales que comemos al año, sin contar los peces? Muchos intelectuales defienden el derecho a la vida del toro y luego se comen un rodaballo. Compromís ha pedido que se retire el foie porque es tortura. Entonces, ¿matar una merluza no es un asesinato? ¿Qué diferencia hay entre matar a un atún y matar a un toro? Que alguien me lo explique.
P: ¿Quizá el sufrimiento?
R: El toro en la plaza sufre, pero también los otros millones de animales. Yo estoy en desacuerdo cuando se dice que los animales muertos en matadero sufren lo mínimo. Los animalistas dicen que estamos torturando y matando gratuitamente. Y yo digo: si un pollo pesa un kilo y un buey pesa 1.000, se está matando mil veces más comiendo pollo que buey. ¿No se está incurriendo en un asesinato gratuito, no se está matando mil veces más? Si tuviéramos que eliminar las muertes indignas de animales, la última sería la del toro en la plaza.
P: ¿Por qué?
R: Porque es un animal que muere en concordancia con su naturaleza, que es la de luchar. Eso le dota de identidad, permite la admiración sobre él. El único sitio donde hay sentimiento hacia los animales es en las plazas de toros, donde uno puede compadecer, admirar o temer al animal. Nadie sabe cómo era el conejo o la ternera que viene en la bandera del supermercado. Además el toro tiene dignidad: puede defenderse. Los toros son la puesta en escena de nuestra relación con la naturaleza. La perversión es matar a una animal en un matadero y pretender que no lo hemos matado.
P: ¿Se ha infantilizado la sociedad?
R: Sí, y es muy peligroso. En el campo todos los niños saben que el conejo y el pollo con el que juegan forma parte de su dieta. Hay una relación de respeto a la naturaleza. De igual a igual. Y a la vez una relación más cercana con la muerte. Lo hemos visto con el lobo. Las comunidades que votan a favor de la prohibición de la caza del lobo son aquellas donde no hay lobos. No se puede pretender que la naturaleza sea un sitio feliz. Es absurdo. ¿Quién defiende a las ovejas que mata al lobo? Cuando el pastor mata al lobo, está protegiendo a otros animales. La crueldad y la belleza de la vida, las dos caras de la misma moneda, se ponen sobre el ruedo en una tarde de toros. Se disfraza de amor hacia el animal el menosprecio del ser humano. Se pone al ser humano al nivel del animal. Es una atrocidad decir que lloras igual cuando muere un perro que cuando muere un hijo.
P: ¿Va a desaparecer la fiesta de los toros?
R: No lo creo. Desaparecerá si desaparece nuestra civilización, si desparece el humanismo. La Ilustración habrá terminado entonces. Pero costaría mucho. Hay una arquitectura del estado de derecho que hace muy difícil la prohibición. Con todo, hay muchas maneras de asfixiar administrativamente a los toros, como hemos visto en Gijón (el ayuntamiento del PSOE no renovó la concesión de la plaza para celebrar corridas, pero sí otras actividades). Por eso hay que estar muy alerta.
P: ¿Cuál es la labor de la Fundación?
R: La Fundación es la primera oportunidad del sector del toro para aunar esfuerzos en torno a la defensa de la tauromaquia, que se ha convertido en una defensa de la cultura y los cimientos de nuestra sociedad. Hay una asesoría judicial, hacemos circuitos de novilleros, damos visibilidad a ganaderías, hacemos promoción en universidades y una labor de comunicación en los medios. Hasta hace poco en Wikipedia había muy pocas entradas sobre toros. Se pensaba que era molesto contar quién es Manolete o explicar los lances y pases el toreo. De nuevo, había una espiral de silencio.