Fue un anuncio sorpresa, de esos que no se esperan. Pedro Sánchez lo comunicó en Eslovenia. Con calzador, en una rueda de prensa tras la cumbre entre la Unión Europea y los países de los Balcanes occidentales. Un bono cultural de 400 euros para los jóvenes que cumplan 18 años en 2022.
Dos días después, el Gobierno no ha sido capaz de aclarar a qué se podrá dedicar ese dinero ni cómo van poder los jóvenes justificar los gastos y acceder a esa ayuda. Además, el bono nace con rivalidad por personalizar la iniciativa -antes de que oficializara el anuncio el presidente ya lo había dejado caer la vicepresidenta Yolanda Díaz- y con falta de sintonía sobre una cuestión delicada y simbólica: los toros.
Todo ha sido complicado con este bono, que se anunciaba justo un día después de prometer otro bono más. El de alquiler que, por cierto, también ha dado pie a una corrección sobre la marcha. No se sabe bien cual tiene que ser el precio máximo de alquiler para poder recibirlo. Según una versión ofrecida por Moncloa eran 600, pero luego Transportes y Vivienda ha corregido y señala que serán 900.
Para el caso, el Gobierno se abona a los abonos y a un cierto enredo. Del llamado bono cultural, de hecho, se sabe más bien poco. Serán 400 euros. Una sola vez. Al cumplir los 18 años. Serán unos 500.000 los jóvenes beneficiados que son los que, según el INE, tenían 17 años en enero del 21. A 400 euros por cabeza, el gasto total será de unos 200 millones.
Y a partir de aquí, las dudas. Una fundamental ¿En qué se podrá gastar ese dinero? El Gobierno ya ha dicho que en actividades culturales, con todo lo difuso que es el término. El presidente citó el cine, el teatro, la danza... La indefinición, sin embargo, ha dado pie a todo tipo de especulaciones y preguntas. Por ejemplo ¿Se puede ir a una discoteca? ¿Hacerse un piercing o un tatuaje? ¿Bajarse una aplicación? ¿Comprarte unas mallas de ballet? ¿Pagar una plataforma televisiva para ver series, o fútbol?
Nada de esto se sabe. No está decidido. El bono está pendiente de que el Ministerio de Cultura defina el catálogo y desarrolle el reglamento. Hacienda se ha limitado a consignar el dinero en los Presupuestos. El lío ha forzado al Gobierno a aclarar, eso sí, que todo lo que se financie serán manifestaciones culturales, pero no todas las entendidas como manifestaciones culturales van a ser financiadas. "Hay que priorizar", ha aclarado la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. El propio ministro de Cultura, Miquel Iceta, ha citado el caso de las plataformas digitales de pago como ejemplo. "Sí, es cultura. ¿Se ha de beneficiar con bono? No necesariamente".
El caso más paradigmático y polémico de todos es el de los toros. Nada más anunciarse el bono surgió la duda de si la ayuda valdría para comprar entradas de una corrida. Cultura en principio admitió que sí. Se trata, sin embargo, de una línea roja para Podemos. Los morados, que presumen de haber sido los promotores de la iniciativa, se movilizaron para que Iceta diera marcha atrás.
Fue la propia vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, la que llamó a su colega para instar al cambio. Según ha podido saber NIUS, Iceta había dado una entrevista radiofónica grabada, en la que anunciaba el bono y daba por hecho que los toros se podían beneficiar de esa ayuda. Más tarde -y supuestamente tras la llamada- optó por hacer la entrevista en directo, en la que dijo que el bono no era aplicable a la tauromaquia.
España no es el primer país que implanta una medida de este tipo. En mayo de este año, el Gobierno de Enmanuelle Macron puso en marcha en Francia el llamado "Pass Culture". 300 euros a disposición de los jóvenes franceses, -a través de una aplicación móvil-, que pueden utilizar durante 24 meses. Eso sí, el gasto en artículos digitales está limitado a un máximo de 100 euros.
Según un estudio realizado semanas después de entrar en vigor, los franceses habían dedicado el 71% del dinero a comprar cómics japoneses manga. Sus ventas se han disparado en las librerías. Durante los tres primeros meses se han comprado 700.000 libros con el "Pass Culture".
Italia tiene más experiencia. Matteo Renzi implantó un "bonus cultural" de 500 euros en 2016 que ha sobrevivido hasta ahora. El modelo de entrega es el mismo que el francés, una aplicación en la que los beneficiarios reciben cupones para gastar en cine, música, conciertos, eventos culturales, libros, museos, monumentos y parques, espectáculos, cursos de idiomas y suscripciones de periódicos. Ya lo han utilizado 1,6 millones de italianos que han gastado 730 millones de euros, la mayoría en libros.
De nuevo en España, tal y como han venido las cosas, el entusiasmo con el que se ha promocionado la medida se ha visto empañado por los tropiezos. El Gobierno parece no haber previsto el ansia con que los beneficiarios y los medios iban a querer resolver las dudas que ha suscitado el anuncio. Se diría que el bono-pensado para los jóvenes- no estaba lo suficientemente maduro para su presentación sociedad.
Porque, aparte de incertidumbre y criterios dispares entre los socios de Gobierno, hay más. El mundo del toro anuncia que irá a los tribunales; la oposición denuncia "interés electoral" y, a todo esto, algún barón el PSOE ya ha dejado caer que no está del todo de acuerdo con la exclusión de la tauromaquia. "Hay que cubrir todas las sensibilidades", ha dicho Emiliano García Page, presidente de Castilla La Mancha. Así que no, el bono cultural no está teniendo lo que se dice un nacimiento fácil.