¿Seguiremos siendo humanos si adoptamos prótesis cibernéticas? ¿Será aceptable que diseñemos embriones con mayor capacidad de empatía y solidaridad? ¿Podemos crear una nueva especie transhumana si mejoramos la línea germinal de los embriones? Estas preguntas y otras similares son las que se plantea Antonio Diéguez (Málaga, 1961) el catedrático de filosofía y de la ciencia de la universidad de Málaga, que acaba de publicar Cuerpos inadecuados (Herder, 248 págs). La era de los ciborgs y de las inteligencias artificiales corpóreas está a punto de comenzar y todavía no hemos decidido cómo serán las reglas de actuación con estas entidades. Diéguez se anticipa al desafío y apuesta por introducir el debate en nuestra sociedad a sabiendas de que se trata de un ejercicio interminable: “A medida que la tecnología avanza se crean situaciones éticas novedosos y la propia ética también va a cambiar. No juzgamos de la misma manera hoy día determinadas acciones a cómo las juzgamos hace décadas”. El futuro ya está aquí y tenemos que prepararnos.
Pregunta: ¿Es posible definir límites para el biomejoramiento? ¿Qué criterios deberíamos tener en cuenta?
Respuesta: Es muy difícil porque eso se conseguirá por consenso y en cada momento histórico los límites pueden variar. Por ejemplo, ahora mismo ni siquiera se permite el mejoramiento genético sobre todo con la modificación en la línea germinal. Luego está qué consideramos una mejora, como el caso de las dos mujeres sordomudas que pidieron un donante de semen también para tener un hijo con esas características. Eso generó mucho debate sobre si habían traído al mundo una persona con una deficiencia voluntariamente, pero ellas lo consideraban como una característica deseable porque había sido una característica identitaria. Por lo tanto, una vez que esto se pusiera en marcha si es que la tecnología lo permite, habría que discutir mucho para ver qué cosas se permiten y que cosas no. No creo que sea correcto ni la prohibición total como defienden por ejemplo la derecha religiosa norteamericana o algunos sectores de la izquierda como Habermas, ni tampoco la permisividad total de que cada cual pueda hacer lo que quiera sobre todo si eso afecta a terceras personas.
P: Parte de la idea de que con la mejora biotecnología además de mejoras físicas también se podrán conseguir mejoras psicológicas e intelectuales
R: La idea inicial era mejorar en dos aspectos concretos: sobre todo en la longevidad y la resistencia de enfermedades y en la inteligencia. Luego se han añadido también factores de tipo emocional, de tipo moral por ejemplo en Oxford están muy interesados en el biomejoramiento moral primero mediante medicamentos o fármacos y luego pues más adelante incluso mediante modificación genética. Las modificaciones físicas son las que menos controversia suponen y son las que prefiere la gente que quiere hijos más altos, más rubios con ojos azules… Los transhumanistas piensan en la longevidad y adquirir una mayor resistencia ante las enfermedades.
P: ¿Se podría hablar también de mejoras evolutivas como adquirir mayor resistencia debajo del agua, por ejemplo?
R: Sí, de hecho el transhumanismo piensa en esas posibilidades no solo para mejorar al ser humano sino para dotarle de nuevas capacidades como respirar debajo del agua o tener capacidad de ecolocalización como los murciélagos y poder desplazarse por la noche. Es todo muy especulativo pero lo que sí lo es cierto es que para los transhumanistas ha empezado ya el momento en el que el ser humano dirige su propia evolución biológica para ver si el ser humano ya tienen la capacidad tecnológica como para no estar sometido a la evolución por selección natural.
P: Eso es darle la vuelta a la teoría del diseño inteligente
R: Claro, sería un diseño inteligente de la especie humana, pero sin intervención de dios y dirigido por el propio ser humano.
P: Hawking señaló que la vida artificial nos superaría por cuestiones evolutivas ¿realmente corremos ese riesgo?
R: Es un tema complejo en el que no hay consenso. Unos creen que es cuestión de tiempo, incluso poco, que tengamos esa superinteligencia artificial y otros lo ven como pura fantasía. Tendremos sistemas de inteligencia artificial particular como los actuales, que se perfeccionarán pero estarán limitados a problemas concretos. Yo estoy más cerca de los escépticos que de los optimistas. No digo que sea imposible que se cree, pero puede que las dificultades para conseguirlo sean tan grandes que no la tengamos en un futuro previsible. Se están alimentando ahí una serie de miedos y preocupaciones excesivas sobre la posibilidad de que se produzca la singularidad y que las máquinas tomen el control de todo y eso nos hace perder de vista que ya tenemos amenazas inmediatas. Por ejemplo la creación de armas de inteligente, capaces de decidir ellas a quién atacar, o el control de los datos por parte de las grandes empresas tecnológicas que viven prácticamente ya de la comercialización de sus datos. Tenemos también la posibilidad de la videovigilancia inteligente que se está aplicando ya en algún país como China… Hay peligros inmediatos que convendría prestarle más atención. La UE está empezando a abordar el tema cuál debería ser el uso correcto de la inteligencia artificial y esos son los problemas que deberían preocuparnos
P: Señala que de poder llegar a una inmortalidad o alargamiento indeterminado de la vida, no todo el mundo podrá acceder a ello y la barrera será más una cuestión material que de otro tipo. La sociedad del futuro, ¿seguirá perpetuando las desigualdades que tenemos ahora?
R: Yo no creo que la tecnología vaya a resolver problemas políticos y sociales. Eso lo hará el ser humano, con la ayuda de la tecnología, pero con políticas encaminadas a eso. El hambre en el mundo, las guerras, las desigualdades sociales… Pensar que eso se resuelve con tecnología es muy ingenuo. Además, si se alargase la vida de esta manera supondría una revolución tremenda para los sistemas de seguridad social, de pensiones… Habría que replantearse por completo todo los sistemas de protección para las personas que ya han llegado a una cierta edad. No podríamos jubilarnos tan pronto, la seguridad social tendría que ver cómo consigue sus fondos, habría que ver cómo cuidar la salud de estas personas… Muchas veces los transhumanistas están convencidos de que la prolongación de la vida irá acompañada de buena salud pero eso no está garantizado. En la actualidad, lo que vemos es que la esperanza de vida ha ido aumentando, pero también ha aumentado el tiempo de dependencia de los seres humanos.
P: Afirma que el futuro será más o menos como la sociedad actual, con los cambios que suponga la introducción de nuevas tecnologías sin embargo, ¿por qué estamos tan convencidos de que el futuro será siempre mejor?
R: No soy un pesimista distópico ni mucho menos pero tampoco soy un optimista ingenuo. Tampoco creo que la tecnología por sí misma va a hacer mejor al ser humano. Cuando digo mejor me refiero a mejor moralmente. La tecnología puede ayudar obviamente y es la que está haciendo que en las últimas décadas el ser humano consiga resolver muchos problemas que venía arrastrando con anterioridad. Está ayudando a resolver la pobreza y a erradicar enfermedades como la malaria. Hemos visto también el papel de la tecnología en la vacunación en esta pandemia ha sido decisiva para vencerla. También tiene consecuencias que hay que saber controlar porque detrás de estos beneficios pueden venir situaciones que no nos gusten tanto, como la posibilidad de modificar los seres humanos más allá de un cierto límite y acabar incluso con su propia humanidad.
P: El hecho de que seamos capaces de alargar la vida, supone que como civilización, podemos empeorar ciertas conductas que ya sabemos que son nocivas como el cambio climático o el agotamiento de recursos naturales
R: Los humanistas suelen responder a esto que la población está estabilizándose. Las zonas con mayor crecimiento poblacional están alcanzando cifras parecidas a las que hace tiempo tenía Europa y Estados Unidos y que probablemente llegará un día en que no se producirán un crecimiento muy significativo. En esos casos, habría que tomar medidas de control de natalidad fuertes y yo no sé si eso sería muy deseable porque entre otras razones estaríamos creando una sociedad envejecida sino físicamente por lo menos mentalmente. Y eso tiene sus peligros porque las innovaciones sociales las traen los jóvenes.
P: Expone los ejemplos de sentencias a favor de derechos no humanos de algunos primates cautivos en zoo que se les reconoció el habeas corpus. A partir de esos ejemplos señala que una de las dificultades que afrontaremos será definir quién tiene derechos (y obligaciones) y quién no
R: Eso se está discutiendo. No solo se discute la cuestión de los derechos de los animales en el campo de la bioética sino que también se discute en lo que podemos llamar la ética de inteligencia artificial. También se discute la posibilidad de conceder ciertos derechos o de hablar incluso de personas artificiales. Esto es todavía ciencia ficción pero imaginemos que alguna vez tenemos una inteligencia artificial general que además tuviera cierto grado de autoconciencia. ¿Podríamos desconectarla por puro capricho? Yo no sé si sería el equivalente a un asesinato pero creo que cualquier persona con una cierta sensibilidad moral consideraría que desconectar a una máquina así pues no es cómo apagar el televisor. La tecnología pretende controlar la vida y la muerte. Esa misma tecnología que crea seres artificiales con capacidad de autoconciencia marcará también las condiciones por las cuales podremos hacer ciertas cosas con ellos o no. Parece claro al menos de manera intuitiva que no podríamos tratarlos de cualquier manera.