Antonella Marty nació en Rosario (Argentina) en 1992. Es directora del Center for Latin America de Atlas Network, un instituto de pensamiento liberal dedicado a propagar las bondades del libre mercado y del retroceso del estado en todo el mundo, pero con especial foco de atención en América Latina. Ahora ha coordinado la edición de una colección de ensayos titulada “El manual liberal” (Deusto, 472 págs) donde se repasa la doctrina de la libertad en distintos ámbitos. Como buena latinoamericana, no pueden faltar las referencias críticas hacia la izquierda del continente llegando a afirmaciones hiperbólicas como que “la revolución cubana ha enterrado Latinoamérica”, como si el régimen de la pequeña isla caribeña fuera el responsable del destino de los 300 millones de personas que viven entre Río Grande y la Patagonia.
Pregunta: Te he leído que el liberalismo está volviendo a florecer en España y sin embargo el partido que se definía como liberal, Ciudadanos, está al borde de la desaparición
Respuesta: Creo que es un tema de dirigencia política y de alguna manera creo que se vuelve a ese bipartidismo que se veía. Creo que el Partido Popular tiene gente muy valiosa y hay que destacar lo que lo que han hecho en la Comunidad de Madrid tanto en gestión de la pandemia como en términos de libertades económicas.
P: Veo que está muy al tanto de la política española
R: Creo que se ve claramente el declive del PSOE con una figura como Sánchez que ya está muy desgastado. Se lo ve muy afectado incluso desde América Latina. No sólo él, creo que todo político que utiliza una pandemia y juega con la vida de la gente para sacar beneficio político es lamentable. Por otro lado en España siguen con partidos como VOX que creo que también que es uno de los modelos que más me preocupa. VOX y Podemos son el mismo colectivismo, de hecho algunos autores definen a VOX como un socialismo de derechas. Es una buena descripción para para hablar de lo que implica ese movimiento político que busca imponer no solamente una moral emocional a través del estado sobre lo que está bien y lo que está mal, sino que ni siquiera son liberales en lo económico.
P: ¿Esa derecha alternativa no representa entonces el liberalismo?
R: Durante mucho tiempo muchos “liberales” y hago énfasis en el entrecomillado usaban el término para defender a movimientos políticos como que ahora nos damos cuenta de que forma parte de la derecha más tradicional y conservadora. Está en España pero el brote nacionalpopulista se puede ver en Matteo Salvini y La Lega en Italia, en el FPO en Austria, Alternativa para Alemania, Viktor Orban por supuesto en Hungría. Creo que Viktor Orban es uno de los que más representa a esa Europa peligrosa hermética y de los valores tradicionalistas que tanto daño hacen al desarrollo del individualismo.
P: Distingues entre las libertades económicas y morales y es cierto, que al menos en España, ningún partido ha defendido con la misma vehemencia ambas esferas, y mientras la libertad económica es una bandera de la derecha, es la izquierda quien defiende la libertad en términos morales ¿A qué se debe esta dualidad?
R: Muchos partidos encuentran en la política una vía para imponer el modelo que ellos creen correcto de vida para los demás. Por eso hago una distinción de lo que busca el liberalismo, que no quiere imponer su modelo de vida. La izquierda quiere imponer un modelo de vida a través del bolsillo y controlando la propiedad privada. Históricamente, la izquierda no ha sido muy amiga de las libertades individuales. Ahora las utilizan como bandera porqué le sirven para imponer su modelo. Reivindican el feminismo, el aborto y otras cuestiones, que está bárbaro, pero no hay que hacerlo a costa de otras personas. Lo que proponemos los liberales es que, por ejemplo, tú tengas libertad de consumir drogas, pero que nadie tenga que trabajar para que puedas consumirlas o para pagarte tu rehabilitación. En el caso del feminismo, la mujer puede ocupar un rol en la política pero sin privilegios ni cuotas. Ese es el feminismo liberal que defendemos. La derecha ha actuado de forma similar. Todos estos temas los ha perseguido para imponer una moral religiosa a través del estado y después se escudan en lo de liberal en lo económico. Cuando alguien se define así, es porque no le gusta que cada cual pueda vivir su vida y quiere imponerte un modelo de vida. Y luego, si miramos a Trump, Bolsonaro, Abascal, Orbán… todos tienen políticas económicas llenas de aranceles, subvenciones estatales y les gustan las economías cerradas.
P: La globalización ha demostrado tener fallos y dejar unas bolsas de población de perdedores en el mundo occidental que han sido caldo de cultivo de populistas, ¿por qué el dogma liberal no ha sido capaz de seducirlos?
R: Siempre que veas una crisis, da igual el lugar que sea y el momento histórico que sea. Siempre va a estar el gobierno involucrado. El mercado resuelve las crisis. Ya lo ha hecho con la globalización sacando en los últimos treinta años a más de diez millones de personas de la pobreza extrema. Las veces que el mundo ha sufrido una crisis ha sido siempre por gobiernos que han estado peleándose por intereses de unos políticos que están en el poder. Es el problema de entender la política como una manera de hacer negocios personales y no como una forma de hacerle la vida a la gente mucho más fácil. Hay que cambiar nuestro concepto de globalización. Tanto izquierda como derecha se han preocupado de generar la idea de que la libertad de comerciar es algo personal, cuando en realidad es algo que nos beneficia a todos. A nadie le gusta que se queden con una parte de lo que produce o ir a un supermercado y no poder elegir una determinada marca porque un gobierno nacionalista te impone otra de producción nacional.
P: En el libro se echa en falta una reflexión liberal sobre el cambio climático, y ante los retos del cambio climático, donde se hace necesario ser conservador del medio ambiente, ¿Qué puede ofrecer el liberalismo?
R: El cuidado del medioambiente es muy importante. Las economías más libres son las que más cuidan el medioambiente. Hay un mayor desarrollo de la tecnología y más preocupación por parte de los ciudadanos de que se cuide el medioambiente. De hecho, los ríos más contaminados del mundo están en La India, China y países estatistas como Venezuela o Cuba. Allí no hay agua corriente y han vuelto a vivir en una situación anterior a la revolución industrial, en la que los ríos se contaminan porque se arrojan todos los desechos y luego se bebe esa misma agua. Ha salvado mucho más árboles un invento cómo el pendrive para transportar información sin necesidad de imprimirla. Es gracias a la innovación y a los emprendedores que se consiguen esos avances que salvan al medioambiente. El sector privado es el que innova y genera soluciones, lo hemos visto también en la pandemia cuando los gobiernos han entorpecido más que ayudar.
P: Precisamente en la pandemia hemos visto cómo ha sido necesario restringir algunas libertades individuales para cortar la cadena de contagios
R: El principio de que el estado te cuida y la mentalidad paternalista es una de las cosas más dañinas que pueden existir. Te dicen que hay que elegir entre salud o economía, pero si no puedes trabajar el resultado serán sociedades empobrecidas, todo a costa de la salud, pero es una salud ficticia, porque si no puedes trabajar y no puedes consumir, no tienes salud.
P: Pero el modelo opuesto ha sido el de Bolsonaro en Brasil que tampoco puede presumir de grandes resultados
R: Claramente. Pero a lo que hay que apelar no es a tener un gobierno que te controle, sino que sea responsable. No solo la ciudadanía debe ser responsable, también los gobiernos. Hay que depositar la idea de la responsabilidad individual en la gente. Cada uno tiene que tener la libertad de elegir cómo lo quiere enfrentar. Yo creo que los gobiernos difundieron un miedo desde el principio que nos hicieron caer en la dicotomía de seguridad o libertad. Cuando es una seguridad inexistente, porque ningún gobierno puede garantizar eso.
P: En el libro se hace una defensa férrea del individuo frente al estado, y si bien es cierto, que el estado tiene la capacidad de legislar e imponer y prohibir realidades las grandes corporaciones han demostrado tener capacidad para derrotar gobiernos, no digamos ya para someter a individuos
R: No sé si hablaría de abuso de poder porque en un proceso de mercado tienes oferta y demanda. Todas estas grandes empresas pueden ser desalojadas del lugar que ocupan si alguien más surge y lo hace mejor. Yo apuesto tanto por la libertad de expresión como por la libertad de acción de acción privada que tienen las empresas a la hora de imponer sus políticas.
P: En los temas de privacidad y de intimidad de los individuos frente a las grandes empresas, ¿no existe tampoco una defensa por parte del liberalismo?
R: Cuando alguien se descarga una aplicación, la empresa explica sus condiciones y el usuario las acepta libremente. Si no te interesan las condiciones de Facebook o Google no te las descargas. Nadie te pone una pistola en la cabeza. Con las empresas no se negocia. Si no te gustan, te vas con otra.
P: EEUU siempre ha sido el referente de políticas liberales y sin embargo es un país con grandes bolsas de pobreza
R: Para mí la única igualdad que existe es ante la ley. El marxismo lo que ha buscado es igualar a la gente y eso es algo imposible, porque la igualdad de oportunidades es imposible. Nadie es igual a nadie. El liberalismo busca crear más oportunidades para la gente que es lo que ocurre en Estados Unidos y no en Cuba o Venezuela, donde la única salida laboral que hay es salir del país. A mí me gusta hablar más de movilidad social que de igualdad de oportunidades. Lo importante es como la gente al final del día puede salir de la situación de pobreza. En los sistemas donde se rechaza la libertad de comercio, como Venezuela, Cuba, Nicaragua… si naces pobre, te mueres pobre. Un pobre en EEUU tiene casa, acceso a medicinas, a agua potable, a gas, a un teléfono, a un internet, a comida… Eso no se puede negar. Un pobre en EEUU vive en las mismas condiciones que una persona de clase media o clase media alta en Venezuela o Argentina.
P: Pero en Europa la comparación no la hacemos con los sistemas bolivarianos, sino con el estado del bienestar fruto de las socialdemocracias de los países del norte de Europa
R: Son países que son líderes en libertad económica, en derechos, en lucha contra la corrupción, en transparencia… Esos factores son la antítesis del socialismo. Incluso si hablamos de impuestos en Irlanda o en Suiza están en tasas muy bajas.
P: Le preguntaba por los países nórdicos, que han sido un ejemplo de estado del bienestar modélico en Europa y que tienen una tributación muy alta
R: Claro. Hay impuestos. Pero las cosas no las gestiona directamente el gobierno. Pero en Argentina tenemos impuestos de nivel nórdico con servicios de país tercermundista. El estado del bienestar nórdico fracasó. Y el caso de Suecia es de los más claros.