Adela Cortina (Valencia, 1947) es una de las pensadoras españolas con más prestigio internacional. Autora del concepto de aporofobia, que nos reveló que no teníamos miedo a los inmigrantes, sino a la pobreza que los acompañaba, Cortina es una referente en el campo de la ética en todo el planeta. Ahora publica Ética cosmopolita, un trabajo en el que profundiza en las claves éticas de nuestra sociedad y que cargado de optimismo confía en que seamos capaces de seguir avanzando en el camino de llegar a la paz mundial que soñaba su admirado Immanuel Kant a finales del siglo XVIII.
PREGUNTA: Apuesta por la creación de una estructura global que consolide la ética cosmopolita que ya a ha comenzado a desarrollarse en el género humano ¿pero considera viable a corto plazo un estado mundial o una federación mundial de estados?
RESPUESTA: No. Ni a corto ni a medio plazo. Lo que pasa es que ya está en marcha desde hace tiempo y confío que las generaciones futuras lo vean. Que cada vez lo que vayamos construyendo sea positivo en ese sentido. Se están construyendo una serie de instituciones políticas, jurídicas, económicas,… que están siendo beneficiosas para la humanidad y están funcionando bien. Esa simple idea de progreso ya es esperanzadora y prometedora.
P: Señala que el triunfo de Biden ha supuesto una demostración de la fuerza de la democracia, ¿podríamos pensar entonces que la victoria de Trump fue una derrota?
R: La victoria de Trump fue una mala elección, no tanto una derrota. Los errores también pertenecen al sistema democrático, ¿qué le vamos a hacer? Pero Trump y su política fueron verdaderos socavadores de la democracia. Creo que ha sido muy positivo ver cómo la democracia tiene fuerza suficiente como para cambiar de una forma legal y sin uso de la fuerza, aunque él la utilizó de alguna manera, a un gobernante así. En los países totalitarios, esto no ocurre. Y en las democracias sí. Un gobernante con una gran cantidad de votos y de aceptación popular ha perdido de forma legal. Esa es la grandeza de la democracia.
P: Las carencias de la Democracia ¿están solamente en sus instituciones o también en los valores éticos de la sociedad?
R: Son las dos cuestiones. Las instituciones son claves y si hay que reformarlas, hay que hacerlo. Pero luego están el mundo político y empresarial que tienen que tener unas actitudes y valores cívicos para que la democracia funcione. La democracia no funciona solo con leyes. Hacen falta también actitudes y predisposiciones morales porque si no, no funciona. No siempre lo legal es decente, que decía un buen amigo. La decencia tiene que acompañar a la legalidad. Eso requiere unas actitudes morales y cívicas que deben practicar las gentes.
P: ¿Es posible el cosmopolitismo sin feminismo y sin ecologismo?
R: El cosmopolitismo tiene una larga tradición de 26 siglos, por eso hay muchos tipos. Yo defiendo un cosmopolitismo arraigado en la que la gente se preocupa por las cosas que pasan en su ciudad y en su comunidad. Pero también un cosmopolitismo que asume claramente el tener en cuenta a la naturaleza porque la naturaleza es parte nuestra y es muy valiosa. Por otra parte, yo más que hablar de feminismo, me gusta hablar de personalismo. Me interesan las personas, más allá de que sean hombres y mujeres. Un cosmopolitismo que fuera masculinista sería una atrocidad e imposible. Y por supuesto un cosmopolitismo democrático.
P: Más allá del slogan electoral, ¿tiene sentido la disyuntiva igualdad o libertad en democracia?
R: Las disyuntivas nunca tienen sentido. La vida no se hace de disyuntivas, sino que va de cosas que se hacen entreveradas. A veces tienen más de una cosa o de otra, pero no creo que las disyuntivas sean buenas en la vida.
P: Comenta que es necesario mejorar lo intangible, señala la importancia de la tolerancia y la distinción entre adversario y enemigo y como en España la política se ha convertido casa vez más en cuestión de enemigos que de adversarios, ¿Quién tiene más culpa la ciudadanía que premia ese tipo de políticas con el voto o los políticos que la practican?
R: Entre todos se reparten la culpa. Si los políticos juegan a derrotar a los enemigos y plantean que la política es una lucha por medios morales en lugar de físicos es sencillamente porque les resulta rentable y les da votos. Todos juegan a eso porque luego los votantes no lo castigan, así que es culpa de los votantes también.
P: Apela a la construcción ética y concluye que es necesaria una educación a la ciudadanía en cuestiones éticas, ¿la receta para solucionar todos nuestros males es mejorar la educación?
R: Hay que apostar por la educación formal que se practica en las escuelas y en las universidades que es muy importante, pero no solo por esa. También educan las familias, las redes sociales, los amigos, los medios de comunicación,… la sociedad educa. Por eso es muy difícil admitir unos buenos modelos si la ejemplaridad es un bien escaso. Que haya gente ejemplar en el arte, la ciencia, la academia… es muy importante. También en la vida corriente como nos ha pasado en la pandemia con los trabajos esenciales de sanitarios, de repartidores,... Hace falta que tengamos referentes ejemplares en todos los ámbitos porque hemos visto que eso salva vidas.
P: Señala que la normalización de la postverdad y los bulos puede traernos el fin de la vida democrática y acabar con la palabra, ¿cómo podemos combatirlas?
R: Yo creo en el periodismo y en el periodismo informado. En periodistas que se afanan por descubrir lo más posible la verdad y que no dan ninguna noticia que no tengan contrastada y que firman sus trabajos porque se responsabilizan sobre ellos. Es un periodismo preocupado por informar y por dar opiniones razonadas. Me parece que no podemos conformarnos solo con las redes sociales porque las redes no tienen ese interés informativo. Al igual que las plataformas que solo buscan conseguir una mayor cantidad de dinero y ya está. Ese periodismo responsable es el que hay que defender a capa y espada.
P: El problema es que los medios no escapan tampoco a la lógica de ser rentables para sobrevivir
R: Siempre se ha dicho que información es poder y que información es mercancía. Son los dos lados del asunto. Los medios de comunicación son centros de poder y están financiados y tienen que intentar ser lo más objetivos posibles y por otra parte, la gente no se engaña y cuando está consumiendo información ya sabe de qué medio procede. Por eso hay que formar a la ciudadanía para que sepan interpretar y leer lo que hay detrás de cada periódico. Porque el periódico imparcial y objetivo 100% no existe. Pero por lo menos yo siempre defiendo que haya un pluralismo de medios para que la gente sepa qué es lo que hay detrás.
P: Habla de que las plataformas no se han creado para servir a valores democráticos y pueden poner en riesgo la democracia, pero considera que no basta con una regulación jurídica ¿cómo se puede incentivar a los medios a que actúen de una forma más deontológica y no se muevan solo por la audiencia?
R: Eso sí que es difícil porque las plataformas escapan a la capacidad más local de intervención. Por eso aunque tiene que ver con la regulación jurídica yo confío más en la capacidad de elección del ciudadano, porque al final está en su mano. Se puede intentar forzar a quienes dirigen estas plataformas a que vayan en un sentido o en otro pero al final depende de que la ciudadanía sea más madura.