La historia detrás de Curro, el pájaro multicolor que lleva siendo un icono desde 1992
Elegido entre más de una veintena de propuestas, Curro se convirtió en un símbolo
La Expo de Sevilla ’92 puso a España en el mapa de nuevo, y hoy en día aún se recuerda su relevancia
Pero hubo un tiempo en el que dejó de ser un icono más allá de la memoria colectiva
1992 fue, sin duda, uno de los años más importantes para la historia reciente de España. Dos grandes eventos consiguieron ponernos de nuevo en el mapa, después de más de medio siglo atrapados en una dictadura que nos aisló del mundo, y una transición que avanzaba a marchas forzadas. Pero aquel año llegó para cambiarlo todo. Primero, gracias a nuestros primeros (y, por ahora, únicos) Juegos Olímpicos. Celebrados en Barcelona, están considerados los primeros Juegos Olímpicos modernos, tal y como los conocemos hoy en día. El ceremonia de apertura, el encendido espectacular del pebetero… Todo funcionó a las mil maravillas y supuso un gran salto hacia delante del evento deportivo más multitudinario. Su mascota, Cobi, diseñada por Javier Mariscal, se convirtió casi en un símbolo y llegó a tener hasta su propia serie de dibujos animados.
Por otro lado, Sevilla fue elegida como sede para la Exposición Universal, también en 1992. Y, al igual que los Juegos Olímpicos hicieron con Barcelona, transformaron la ciudad para siempre. Un éxito de visitantes, con 18 millones, aunque se superaron por mucho las expectativas, llegando a venderse más de 40 millones de entradas. La inversión fue enorme (lo que ocasionó también un enorme déficit), pero la Expo de Sevilla se convirtió en un evento de dimensiones internacionales. Algo sin precedentes para nuestro país ya que coincidieron en el tiempo tanto el evento deportivo en Barcelona como esta exposición universal. Y si en los Juegos Olímpicos la mascota era Cobi, en Sevilla nació Curro. Un pájaro con cresta de los colores del arcoíris y patas de elefante, siempre sonriente y amigable. Un icono para la ciudad.
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Curro estaba en todas las esquinas de la ciudad andaluza. Podías encontrarlo en diferentes formas y tamaños: mascotas, peluches, llaveros, en los carteles, en los periódicos, en la televisión… Curro era omnipresente, y fiel embajador de la Expo. Fue la propuesta ganadora del concurso para la elección de la mascota, diseñada por el autor checo nacionalizado alemán Heinz Edelmann, conocido por ser el autor gráfico de ‘Yellow Submarine’, de los Beatles.
“Queríamos una mascota moderna y actual, que no echara mano de los iconos de la ciudad”, explicó Pedro Tabernero, encargado de preseleccionar a los creadores. “La propuesta de Edelmann era muy versátil, como quedó de manifiesto cuando fuimos a Londres a comprobar que era fácil animarla con actores: funcionaba perfectamente”. Eso sí, la propuesta de Edelmann no fue la única considerada. Se le propuso a Quino (el creador de Mafalda) participar, pero declinó la oferta. O incluso Mingote, el popular dibujante catalán, estuvo entre los proyectos finalistas para crear la nueva mascota que toda España quería conocer.
Curro como símbolo del progreso
Así, Curro se convirtió en todo un símbolo de esa modernidad buscada, tanto por Sevilla como por España, deseando ser aceptados de nuevo en el panorama internacional. Pero, como suele pasar en estos casos, en cuanto terminó la Expo, la figura de Curro se desvaneció. Sí, ha conseguido mantener su imagen de icono tras el paso del tiempo, sobre todo gracias a un sinfín de reinvenciones. Incluida la nueva serie de Álex de la Iglesia, ‘1992’, un thriller con un asesino en serie cubierto por una máscara de la famosa mascota. Aunque también mostró lo rápido que nos olvidamos de nuestros iconos y cómo los dejamos aparcados y abandonados tan rápido como se acaba algo. Y hoy en día hay una muestra perfecta de ello: el cementerio de Curros, situado en Alcalá de Guadaíra.
Una de las principales atracciones para los más pequeños que visitaban la exposición era el balancín de Curro. Solo con 100 pesetas, tanto el niño como Curro se mecían. Se contaban por centenares, y había repartidos por todo el estadio de La Cartuja. Pero en cuanto terminó la Expo, tuvieron que ser desmantelados. Apartados. Pero hoy en día sabemos que no todos desaparecieron. De hecho, hasta se pueden comprar, gracias a Romano Antigüedades, una tienda de antigüedades situada en la Autovía Sevilla-Utrera, Km 8,800, en Alcalá de Guadaíra. Funcionando como una especie de museo, en el lugar puedes encontrar más de un centenar de Curros, e incluso puedes llevarte uno a casa por el módico precio de 450 euros (300 euros sin el balancín, solo la figura del pájaro multicolor).
Una prueba del ineludible paso del tiempo, pero también de que, a veces, y solo a veces, nos gusta cuidar nuestros símbolos, aunque sea a escondidas en una tienda de antigüedades. Curro ha sobrevivido al paso del tiempo, y se encuentra instalado en la memoria colectiva sevillana desde entonces. Porque ayudó a volver a poner la ciudad andaluza en el mapa. Y aunque la Expo ’92 no solo trajo bonanza sino también corrupción, sirvió para unir una vez más a todos los españoles en un evento en común, en un año que marcó nuestra historia reciente para siempre.
El actor que se enfundaba el traje de Curro, Ángel Ramos, recuerda la fama absoluta de la mascota. Tanto es así que, en el 25º aniversario de la clausura de la Expo, la gente seguía queriendo estar cerca de ella. "En el 25º aniversario, Curro hizo un saque de honor en el campo del Sevilla y del Betis y las 50.000 personas estaban locas con el Curro”, explicó en una entrevista para Onda Cero. Su traje, de casi tres metros de altura, estaba repleto de ventiladores en su interior y se inflaba. “Había que ser joven para interpretar a Curro”, recordó Ramos sobre su trabajo como la mascota más querida.
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