Podría ser un bodegón que colgara del Museo del Prado, pero en realidad es una fotografía gastronómica, un arte que trata de apelar a través de la imagen al resto de sentidos. Una información de Susana Ramos y Mikel Felipe.
Fotógrafos como Mikel Ponce toman su cámara para retratar platos de reconocidos chefs. "El mérito es en gran parte de los cocineros", reconoce Ponce, que ha trabajado con figuras ilustres como los hermanos Roca, los hermanos Torres o Martín Berasategui.
Un trabajo en equipo entre los chefs a los fogones y los fotógrafos tras sus cámaras. Ponce cuenta que para fotografiar tiene que tener el estómago lleno. "Siempre ceno, me encanta comer y soy un 'foodie' total", asegura.
Esa lógica pasión por la comida es algo que tienen en común los fotógrafos gastronómicos. "Me gusta comer, es una gozada" admite en la misma línea José Luis López de Zubiria, también fotógrafo gastronómico.
La clave para conseguir la fotografía perfecta está en la rapidez y en tener buen ojo, para que no se pierda la esencia, sin olvidar el producto y un buen emplatado. "La foto guapa es nada más que te echan el granizado con la cuchara", asegura. Un auténtico menú fotográfico que abre el petito.
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